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'El joven Wallander' que enamora a los fans de Netflix... ¿y los de Mankell?

El joven Wallander narra los orígenes del célebre policía creado por Henning Mankell.

El joven Wallander narra los orígenes del célebre policía creado por Henning Mankell.
El joven Wallander. | Netflix

La hora de la araña, El coleccionista de amantes, Doble traición, Las dos caras de la verdad... A la serie de Netflix El joven Wallander le pasa algo parecido a los thrillers de psicópatas, judiciales y psicológicos que tanto abundaron en las carteleras durante los noventa a raíz de éxitos como Instinto Básico o Seven. No es que nada en ella esté especialmente mal (al contrario), pero campa a sus anchas la sensación de que ahora, con todo lo visto y leído en ficción nórdica, esto lo hemos visto antes.

La serie pergeñada por el británico Ben Harris basándose en el personaje literario creado por el sueco Henning Mankell es la excusa para un thriller criminal ambientado en la Suecia actual. Kurt Wallander es un joven agente al principio de su carrera en la Policía al que le toca presenciar y lidiar con un aterrador crimen cometido en uno de los barrios más conflictivos de Malmö.

Tras un comienzo ciertamente impactante, El joven Wallander abunda en las tremendas diferencias sociales que oculta una sociedad aparentemente pacífica y avanzada, pero en realidad tremendamente fracturada. Harris triunfa plasmando una trama en la que la inmigración hace las veces de McGuffin argumental, la excusa que sirve para pasarse la patata caliente del crimen entre distintos agentes y colectivos sociales. Lo hace, durante sus seis bien recortados capítulos, evitando el trazo grueso fácil en el retrato social y, desde luego, sin desairar la labor policial de sus protagonistas.

El problema, y quizá sea el único del que adolece El joven Wallander, es que su factura británica y sueca no le otorga una personalidad especialmente diferenciada. Ni el detective ideado por Mankell es tan meditabundo como en los libros ni la propia arquitectura del guión imita especialmente el trabajo del autor. El trabajo de Ben Harris (Marcella) parece más una correcta síntesis del policial británico y nórdico de Netflix cultivado por él mismo que un homenaje al fallecido autor de Asesinos sin rostro o El chino.

Aunque, bien pensado, esto no es nada especialmente malo. El lado positivo es el bien sintetizado devenir de la intriga, bien compactada a seis capítulos que evitan el relleno innecesario, y el trabajo de Adam Pålsson, un correcto protagonista con una voz muy particular en la versión original que va ganando enteros según transcurren los minutos. La estética y la fotografía, atractiva y melancólica aunque un tanto impersonal, resulta también adecuada.

Aunque El joven Wallander se deshincha un tanto tras sus dos primeros episodios, que aplican una aspereza en su retrato social que después cede a las convenciones de la intriga. Pero el resultado es el de un correcto y eficaz thriller como, en su momento, lo fueron los citados al principio...

El joven Wallander se encuentra íntegra en Netflix

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