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SERIEMENTE

Los abandonados: un correcto western que desperdicia a Gillian Anderson y Lena Headey

Esta serie de época, ambientada en Oregón (1850), pone a dos matriarcas en guerra. Su gran potencial se diluye en tramas secundarias.

Esta serie de época, ambientada en Oregón (1850), pone a dos matriarcas en guerra. Su gran potencial se diluye en tramas secundarias.
Netflix

Podríamos decir que Yellowstone recuperó el formato western para la televisión. Bien es cierto que hubo precedentes de prestigio pero relativo éxito, como Deadwood de HBO. Pero el gran género americano al que remitía la serie de Kevin Costner, convenientemente adaptado a las necesidades de un violento culebrón de lujo, trajo de vuelta los sombreros de ala ancha y las luchas territoriales en tiempos del capitalismo moderno (mezclado y agitado con el concepto de seriales como Dinastía).

De su memorable spin-off y precuela titulada 1883 surgieron, a su vez, nuevas ramificaciones de época como la también excelente Érase una vez el Oeste, en Netflix, donde los peregrinos y los colonos se las veían y deseaban en una tierra sin ley y donde sus creadores, el mismo Taylor Sheridan en el primero y la dupla Peter Berg/Mark L. Smith en el segundo, se permitían el lujo de introducirse en el puro género de supervivencia, y donde la aventura y el horror sustituían toda premisa sentimental.

Y en este contexto podemos entender Los abandonados, serie aparentemente concebida para poner un cierto acento femenino en el asunto western a través del enfrentamiento entre dos damas de honor de la televisión mundial como son Gillian Anderson (Expediente X) y Lena Headey (Juego de Tronos). La serie de Kurt Sutter, creador de un icono de la televisión reciente como fue la serie Hijos de la Anarquía, adolece sin embargo de la crudeza desmadrada de Érase una vez el Oeste así como del adictivo sensacionalismo de las creaciones de Taylor Sheridan. Es, ni más ni menos, que un correcto folletín del Oeste con tantos aciertos como desaciertos que se dispersa demasiado y no es que no sepa, sino que no quiere, ir a la cuestión mollar.

Estamos en Oregón y el año es 1850. Dos familias, una terrateniente y otra obrera, la primera una fuerza económica del lugar y la segunda la responsable de proporcionar la más variada mano de obra, se enfrentan mientras la localidad de Angel's Ridge lucha por asentarse. Se da la circunstancia de que ambas están lideradas por dos matriarcas fuertes y enfrentadas entre sí, dos mujeres en busca de su destino condenadas a entenderse… y rechazarse.

Los abandonados se permite desaprovechar una premisa de gran fuerza, la enunciada arriba, en pos de un razonable número de subramas protagonizadas por personajes secundarios de desigual fortuna. No hay nada terrible en ello, en tanto Kurt Sutter y Netflix están haciendo una serie de televisión, no una película. Pero es evidente que el interés de la serie se resiente tan pronto como Anderson y Headey abandonan el plano.

Con algunas elipsis narrativas no particularmente elegantes, y sin tampoco la opción de resultar particularmente sutil, en Los abandonados no existe ese componente naturalista y natural de precedentes destacados como Deadwood, como tampoco la calidad de su escritura, y pese a ello todo trata de impulsarse en base a las relaciones de los protagonistas y la constelación de secretos y conspiraciones que tejen entre ellas. Pero es una serie en donde las tramas secundarias se sienten mucho menos interesantes que el concepto principal, que queda disperso, diluido, pese a un comienzo ciertamente arrollador (Los abandonados empieza casi "in media res", el primer capítulo comienza ya en marcha).

Los abandonados no es en absoluto una mala serie, tampoco una que pueda tildarse de fracasada. Es, sin más, un producto algo más genérico de lo que podría haber sido, sin que el factor culebrón resulte especialmente divertido. La serie, no obstante, está bien interpretada por sus dos divas y competentemente realizada, aunque sin excesos.

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