Según ha explicado en Déjate de historias, la concha del apuntador era un cajón o tornavoz donde se encontraba el apuntador. Tal y como ha comentado Alonso MíIlán "La figura del apuntador era fundamental, los actores salían mucho más confiados". Además, ha añadido que "para ser apuntador había que saber entonar la voz para que sólo te escuchase el actor y no el público"


