
Es poca la oferta a la que puede acceder el aficionado a la zarzuela, así que uno suele lanzarse con voracidad a cualquier montaje al que se le presuponga cierta categoría, ya sea una predecible antología, un montaje de título clásico con más dignidad que presupuesto o algún que otro experimento, a los que se han entregado con frecuencia artistas y dramaturgos tan dispares como Enrique Viana y Albert Boadella.
Es precisamente el catalán quien tiene ahora en cartel una obra en los Teatros del Canal, que él dirigiera hace años, bajo el título Malos tiempos para la lírica. Una vez vista la obra, que el aficionado puede acometer con cierta esperanza, desaparece cualquier ironía que pueda albergar el trillado título. En efecto, corren malos tiempos.
La premisa no carece de atractivo: una cantante que ha alcanzado el éxito internacional versionando la zarzuela con aires modernos pierde la voz y acude en busca de ayuda a su viejo maestro de canto, recluido en una institución psiquiátrica. Encarnando los personajes, dos colaboradores habituales del dramaturgo como son Antoni Comas y María Rey-Joly. Uno esperaría que la obra va a presentar un interesante choque entre clasicismo y modernidad, purismo y tradición, veteranía y juventud. Un debate que, en lo que toca a nuestro género lírico, resulta más actual que nunca.
Pero nada de eso. Pronto esas ilusiones que se ha creado el espectador se vienen abajo, empezando por la creación de los personajes: el maestro, un cascarrabias enajenado sin discurso que, pese a todo, Comas saca adelante; el de ella, el de una diva supuestamente entregada a lo contemporáneo (lo cual se traduce en incluir "tío" y "joder" en cada intervención), francamente insoportable, del que no se entiende el porqué de su mudez cantora. Es una lástima ver a una soprano talentosa y versátil como Rey-Joly sobreactuada y chillona -por indicación del director, entendemos-. La historia tampoco avanza ni profundiza en ninguno de los temas prometidos: no hay sensibilidad, no hay reflexión ni ternura. Solo diálogos sonrojantes e insultos arrojadizos.
Ni siquiera se nos concede el placer de disfrutar de un tema bien cantado y acompañado al piano por Comas. Hay una selección de romanzas y la inevitable canción española de El niño judío, en los que se atisba la clase de la que es capaz Rey-Joly, pero la escenificación suele ser grosera. La tercera en discordia, la asistente digital mezcla entre Siri y el estremecedor sistema informático de 2001: una odisea en el espacio, provoca alguna situación ingeniosa que se esfuma ante la obviedad general, donde no faltan menciones a los Grammy, los abusos sexuales y los coach. En definitiva, dos talentos escénicos malgastados en esta ensalada de buenos ingredientes pero, definitivamente, aliñada con pereza y trazo grueso. Cuanto antes lleguen nuevos proyectos al horizonte de cada uno de los implicados, mejor para nuestro teatro y nuestra zarzuela.
Título: Malos tiempos para la lírica
Dirección: Albert Boadella
Dramaturgia: Albert Boadella y Martina Cabanas
Dónde: Teatros del Canal
Fecha: Hasta el 5 de marzo
