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La emotiva confesión de Rimas Kurtinaitis en esRadio: "Toda mi vida había soñado con jugar en el Real Madrid"

El legendario jugador lituano pasó por ‘Tirando a Fallar’ repasando una prolífica carrera en las canchas y los banquillos, así como su vida actual.

Tirando a Fallar: con Rimas Kurtinaitis

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

El legendario jugador lituano pasó por ‘Tirando a Fallar’ repasando una prolífica carrera en las canchas y los banquillos, así como su vida actual.
Kurtinaitis, con el balón, entre Epi y José Montero en un partido ante el Barça | Cordon Press

El legendario jugador lituano Rimas Kurtinaitis, miembro destacado de la última selección de la Unión Soviética y la primera de la Lituania independiente, además de exjugador del Real Madrid, pasó este domingo por la sintonía de Tirando a Fallar, el programa temático sobre baloncesto de esRadio en el segundo episodio del serial ‘Desde Lituania con balón’.

A sus 63 años, y aún como entrenador en activo, el mítico escolta báltico vive cerca de Kaunas, una de las ciudades que más vive el baloncesto todo el continente y en la que, según comentó en la entrevista, "todo el mundo es jugador en potencia y, de una u otra forma, quiere ser parte del Zalgiris", el gran equipo de un país en el que Kurtinaitis, en tono de broma, apuntó que "las primeras palabras de los niños son ‘mamá’ y ‘papá’ pero en Lituania también ‘Sabonis’".

De ahí que, tras lograr la independencia de la URSS en 1991, conseguir la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, siga siendo considerado hoy como el gran hito histórico del deporte en el país y que el protagonista de dicho momento recordaba así en ‘Tirando a Fallar’. "Estábamos empezando nuestro momento histórico, porque después de la II Guerra Mundial no habíamos sido independientes. Así que todo el país, al completo, estaba pendiente de ese equipo. Para nosotros fue muy, muy importante jugar en aquella selección. Ahora veo jugadores buenos y con talento, algunos juegan en la NBA, otros en diferentes países de Europa… pero necesitamos construir un equipo y a veces escucho ‘es que estoy cansado, es que este verano tengo que descansar…’. Sin embargo, en aquel momento, aquello era nuestra vida. Jugábamos con el corazón en la cancha. De hecho ahora cuando entreno le suelo decir a los jugadores que tienen que poner el corazón en la pista si quieren ganar", expuso. Kurtinaitis también recordó la famosa anécdota por la que Arvydas Sabonis no acudió a la ceremonia de entrega de medallas de aquellos Juegos. "Jugamos el partido por el bronce por la mañana así que ya no estábamos en el pabellón porque volvimos a la Villa Olímpica tras el partido, y la final fue algo así como a las 9 de la noche, así que teníamos que regresar al pabellón para la ceremonia, que fue como a las 11. Y claro… después de ganar el bronce no nos fuimos a la villa a sentarnos, empezamos a celebrarlo (risas). ¡Y supongo que empezamos a celebrarlo demasiado! A ver, eso creo que no estuvo muy bien organizado, porque teníamos que volver al pabellón pero por nuestros propios medios, así que pedimos unos taxis. En uno íbamos dos, en otro iban tres… Lógicamente hubiera sido mucho más fácil que nos dijeran, "escuchad, a las 9 sale el autobús, todo el mundo aquí que salimos para el pabellón", así que acabamos yendo para allá separados, por distintos medios. Algunos llegamos 10 minutos antes, otros 15 minutos tarde… fue así y Sabonis directamente no vino. ¡Quizá es que no encontró un taxi!", explicó entre sonrisas.

Mucho antes de todo aquello, y por mor de la legislación soviética, el talentoso tirador tuvo que pasar por el CSKA de Moscú, gran rival del Zalgiris Kaunas. "Fue en 1981, en aquella época había una ley en la Unión Soviética por la que, al acabar el colegio, tenías que ir a la Universidad. Y si no estabas en disposición de ir, o si no te gustaba tanto estudiar, entonces estaba esa ley por la que tenías que pasar dos años en el ejército soviético. Nadie te preguntaba si querías ir o no… Esa era la ley. Y yo no era un gran estudiante, empecé a estudiar Educación Física, pero tenía 18 o 19 años y me gustaba la vida fácil...", admitió, antes de recordar las duras condiciones por las que pasó. "Creo que era mejor estar en una cárcel estadounidense que ser un soldado en el ejército soviético, porque las normas eran durísimas. Durante un tiempo no fui más que un soldado normal. Limpiaba los retretes o las calles, hacía las cosas que los soldados normales hacían. Pero después empecé a jugar al baloncesto en Riga, en la segunda división soviética, pero cuando vieron que mi juego evolucionaba estuve con la selección U21 en el Mundial en Brasil empezaron a verme como un proyecto de futuro", agregó.

Tras ello, Kurtinaitis regresó al Zalgiris, donde coincidió con el emergente Arvydas Sabonis. Un jugador alucinante al que recordó así: "De joven, seguramente no era tan fuerte pero era igual de inteligente y si le metías un balón interior casi siempre acababa con un mate. Recuerdo una temporada en la que se cargó siete tableros, porque era la primera vez que en la liga soviética eran de cristal y la construcción no era del todo correcta porque los aros iban directamente al tablero, no había ninguna pieza metálica que reforzara la conexión entre ambos, y Sabonis estaba machacando a todas horas y con sus mates rompió unas cuantas canastas… Pues esa temporada se cargó siete. Fue un gran problema porque las canastas eran bastante caras y no eran fáciles de conseguir. El caso es que si él cogía el rebote y me daba el balón, en el segundo pase yo podía dársela a él y ya estaba en el otro lado acabando el contraataque y machacando claro. Era tan rápido… Igual que los americanos. Hacía de todo. Cogía 20 rebotes, ponía 5 tapones, y en ataque podía de tirar 3 y por supuesto jugar en el poste bajo", explicó admirado.

Kurtinaitis se convirtió en histórico cuando la NBA, en 1989, le invitó a participar en el concurso de triples de ‘All-Star Weekend’, siendo el primer jugador no NBA de la historia en hacerlo. Un hecho impactante en plena Guerra Fría que recordó así. "Era uno de los grandes focos de atención por ser soviético. Me decían "¡eh, ruso!" y yo tenía que aclararles que era lituano, pero en ese momento nadie sabía lo que era Lituania. Me decían que si yo había ido a enseñarles a tirar a los americanos, y yo les decía que no había ido allí para eso. Así fue toda la noche. Apenas dormí y apenas entrené, porque intenté pedir que me dejaran el pabellón aunque fuera media hora para tirar un poco y adaptarme, y sí que nos lo dejaron, pero cuando llegamos, aquello estaba lleno de trabajadores que estaban preparando la cancha para el All-Star. Así que apenas tiré unos cuantos tiros, porque era imposible. Estaban poniendo vinilos en el parqué y cosas así. En la línea de tiros libres, en el centro del campo… estaban por todas partes. Fue imposible entrenar porque había demasiada gente en la pista. Trabajadores, no jugadores ,claro. Así que en el fondo llegué al concurso sin apenas preparación alguna", recordó.

Tras ello, y después de jugar 3 partidos en el Argal Huesca en la temporada 1992-93, a Kurtinaitis le llegó la oportunidad de su vida cuando le llamó el Real Madrid. Una oferta ante la que no pudo decir que no en un momento que recordó así. "Había firmado un contrato por dos temporadas en Australia, pero al acabar la primera, Sabonis y Arturo Ortega me llamaron para venir. Me preguntaron por la posibilidad de cortar mi contrato. Y bueno, yo era bastante amigo del presidente de mi equipo en Australia, porque nuestras familias pasaban mucho tiempo juntas. Así que le dije ‘David… toda mi vida ha sido para mí un sueño jugar en el Real Madrid’. ¡El Real Madrid era el Real Madrid! El Barça también, pero para mí el Real Madrid siempre había sido un reto. Le dije ‘tengo 34 años y toda mi vida he soñado con jugar en el Real Madrid. Ahora tengo la oportunidad y si no es ahora, no será nunca, pero tengo contrato con vosotros’. No sabía por dónde iba a salir, pero el presidente me dijo ‘Rimas, eres el mejor jugador de esta liga, pero si tu corazón está en Madrid y tu cuerpo aquí, no eres lo que necesitamos, ya no serás bueno para nosotros. Te dejaremos marchar’", rememoró.

Por último, el hoy entrenador recordó sus dos etapas en el Khimki ruso, en las que coincidió con el irreverente Alexey Shved, al que definió como "un jugador grande, con enorme talento", pero, aunque no quiso "llamarle egoísta", sí aseguró que "en su mentalidad, nadie existe alrededor de él". Por todo ello, aseguró que el base ruso es capaz de "ganar un partido él solo, pero también de perderlo él solo".

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