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El futbolista que murió por escapar de Alemania del Este

Lutz Eigendorf se había convertido en un símbolo del deporte en la Alemania comunista, pero su huida para jugar en la RFA acabó suponiendo su muerte.

Lutz Eigendorf se había convertido en un símbolo del deporte en la Alemania comunista, pero su huida para jugar en la RFA acabó suponiendo su muerte.

Alemania. 1961. Se acaba de levantar el Muro de Berlín o Muro de la Vergüenza, como prefieran, para terminar de materializar la fragmentación del país en dos: en el Este, la República Democrática Alemana, producto de la ocupación de la URSS al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y de indudable tendencia comunista; en el Oeste, la República Federal Alemana, capitalista y con un gobierno parlamentario democrático.

El control de la vida de los habitantes de la Alemania del Este es absoluto. Gobernada por el SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), es la Stasi, la Policía Secreta del régimen, la máxima representación de ese control, una de las misiones de la cual era evitar las huidas de la zona, a través del muro, hacia la Alemania Occidental, hacia una vida mejor. Las corrupciones, asaltos y asesinatos fueron una práctica habitual en esa misión. Obviamente, el fútbol no quedó exento.

Cinco años antes de todo esto nacía en Brandenburgo Lutz Eigendorf. Desde bien pequeño apuntó grandes maneras en los campos de fútbol de una Alemania del Este ávida de grandes símbolos deportivos para demostrar su poder (algo que, como hemos contado aquí en alguna ocasión,ha sido siempre una constante).

A los 14 años ya pasó a formar parte del Dynamo de Berlín, el equipo de la Stasi, en el que debutó a los 18. Defensor con mucha fortaleza y gran técnica individual, lo que provocó que se le apodara el Beckenbauer del Este, se convirtió en una de las mayores esperanzas futbolísticas del país. Con 22 años ya era internacional, hasta el punto de convertirse en el símbolo no sólo del Dynamo, sino también de la selección. Por eso, la traición que iba a cometer poco después sentó aún peor.

El 20 de marzo de 1979, después de un partido amistoso entre el equipo berlinés y el Kaiserslautern en Giessen, cerca de Frankfurt, Eigendorf aprovechó la situación para escapar del equipo y enrolarse en las filas del Kaiserslautern. A la UEFA no le pareció una maniobra muy legal, con lo que le sancionó un año sin poder jugar en el equipo germano; pero al futbolista eso debió importarle lo más mínimo: ya estaba en el oeste, y ahí se iba a quedar.

Sin embargo, quien peor se lo tomó fue Erich Mielke, presidente del Dynamo de Berlín y máxima autoridad de la Stasi. Lo consideró una ofensa doblemente humillante, con lo que inició una cacería y persecución brutal.

En su huida, Eigendorf dejó en Berlín a toda su familia: su padre, Jörg; su madre, Ingeborg; su mujer, Gabriele, y una hija de un año, Sandy. Ellos fueron las primeras víctimas. La Stasi quería evitar por todos los medios que ninguno de ellos saltara el muro para reunirse con el futbolista, así que los rodearon de espías y vigilantes que no los abandonaban en ningún momento. La única solución que le quedaba a Gabriele era la de solicitar una reagrupación familiar con su marido, pero de eso se encargó Peter Homann, quien recibió el encargo de ganarse su confianza y provocar su divorcio. Desde luego, usara los medios que usara, le salió bien, porque ambos terminaron casándose.

El accidente mortal

Una vez logrado el primer objetivo, ya sólo quedaba un último paso: Lutz. Y Mielke no iba a parar. Máxime después de que en la prensa germana apareciera una entrevista del futbolista en la que criticaba duramente al comunismo, acompañada de una imagen en la que aparecía apoyado en el muro de Berlín, obviamente en el lado de la Alemania Federal.

A todo esto, Eigendorf ya había vuelto a jugar al fútbol, y muy bien por cierto. Tras dos campañas completas en el Kaiserslautern, en 1982 ficha por el Eintracht de Braunschweig, aunque poco le iba a durar su aventura en su nuevo equipo.

El sábado 5 de marzo de 1983, tras un partido ante el Bochum, Lutz se reunió con otros futbolistas y algunos aficionados para tomar unas cervezas. Poco después cogió su Alfa Romeo para volver a casa, pero dado su elevado índice de alcohol y que no llevaba puesto el cinturón de seguridad, un accidente en una carretera de Braunschweig terminó con su vida.

Diez años después, con Alemania ya reunificada y la consiguiente apertura de los archivos de la RDA, Herbert Schwan, periodista de la cadena de televisión WDR, realizó un minucioso trabajo de investigación para determinar que esa versión oficial era falsa, y que había sido la propia Stasi quien había perpetrado el asesinato.

La nueva versión, confirmada incluso por un espía de la Alemania del Este hace poco más de un año, era que agentes de la Stasi le habían secuestrado después del partido y le obligaron a beber alcohol envenenado. Cuando voluntariamente le dejaron escapar, Lutz, bajo los efectos de lo que había tomado, trató de llegar a casa, pero en una de las múltiples curvas del camino le esperaba otro coche, en el carril contrario, que le cegó con las luces largas, provocando de esa manera el fatal accidente.

En uno de los documentos secretos de la Stasi que inspeccionó, el periodista encontró una relación de posibles variantes de muerte con venenos. En la página 22, donde se habla de los venenos y gases, se lee en la línea 14 la palabra "cegar", seguida del nombre y apellido del futbolista, en una operación que fue llamada Tod dem Verräter (Maten al traidor). 

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