Resulta que cuando Villa y Messi salen abrazados del campo tratando así de sofocar la repercusión del sonrojante broncazo público del argentino al máximo goleador histórico del fútbol español se trata de una acción natural, improvisada, fruto sin duda del cariño que se profesan ambos jugadores, cuando es público y notorio que David no aguanta más; pero cuando Marcelo se abraza a Cristiano es teatro, puro teatro que trata de apagar en vano el incendio del vestuario. Lo que yo sostengo desde hace tiempo es lo siguiente: o todos los clubes tienen una política de comunicación, y significadamente aquellos que, como el Real Madrid y el Barcelona, cuentan con un presupuesto gigantesco, o sencillamente no la tiene ninguno; lo contrario es un análisis cínico, interesado e hipócrita de la situación, lo que Mourinho bautizó acertadamente como "prostitución intelectual".

Yo creo que el Real Madrid tiene una política de comunicación, sí, pero también creo que la tiene el Barcelona. Me parece bastante coherente que el club blanco intente que todos sus jugadores vayan en la misma dirección que Mourinho y que el club azulgrana luche para que todos sus jugadores vayan en la misma dirección de Vilanova, lo contrario sería un sinsentido. Y cada vez veo más claro que la política de comunicación del Barcelona que entrena Vilanova consiste en remover el avispero para distraer la atención de los problemas que tiene el equipo. En el del Madrid sólo hay una avispa, pero es muy gorda y no se calla nunca. Después del 2-2 (injusto a todas luces puesto que el equipo blanco fue superior) del domingo, al avispero merengue se han acercado Vilanova, Piqué y por último Xavi. Que después no se quejen si salen aguijoneados.

Xavi, el lobo con piel de lobo, ha llamado especulador a Mourinho sin venir a cuento, ha dicho de él que no pasará a la historia, que no encajaría en el juego del Barcelona y que no es lo que ellos quieren. La entrevista concedida por el centrocampista culé a Catalunya Radio ha ido a conocerse precisamente entre el partido del viernes ante Bielorrusia y el del martes que viene contra Francia, alterando la convivencia del equipo nacional cuando las crisis pasadas parecían apagadas. Ninguno de los internacionales del Real Madrid se han referido, ni para bien ni para mal, a Vilanova y, que se sepa, nadie de la federación ha llamado por supuesto a capítulo a Hernández, que campa por sus respetos como Wyatt Earp por Dodge City, por provocar otra crisis en tiempos de aparente relax. Hasta que alguien le arranque de cuajo la estrella de falso sheriff y vuelva a montarse la mundial, que es lo que pretende Vilanova y lo que no quería Del Bosque, que pese a todo calla. Silencio administrativo ante la enésima provocación. Y luego será Mourinho el culpable...