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El penúltimo raulista vivo

IKEA llegó antes que Laporta

A nuestro ministro de Cultura no le gusta nada el fútbol porque, siendo él todavía muy pequeñito, fue testigo presencial y probablemente casual de un partido disputado en el estadio de Riazor entre el Deportivo de La Coruña y el Inter de Milán, encuentro que concluyó, por cierto, con una contundente victoria de los italianos. En el Inter, por aquella época, militaba Luis Suárez, fenomenal jugador y coruñés de pro, y aquella circunstancia, la de que una estrella surgida de la mismísima cantera del Fabril contribuyera de aquella forma tan decisiva y tan humillante al descalabro del mítico Depor, colapsó a Cesarín, inutilizándole para el disfrute del deporte rey. Han transcurrido cincuenta y cuatro años desde entonces y Molina aún no se ha recuperado de aquel shock.

A Joan Laporta, como le sucede a nuestro atribulado ministro de Cultura, tampoco le gusta el fútbol; estaría por asegurar que casi tienen que llevarle a regañadientes al campo. En Francfort, aprovechando precisamente esa Feria del Libro en la que el tripartito acaba de censurar a aquellos escritores catalanes que hayan cometido el infeliz desliz de publicar algo en castellano a lo largo de sus prolijas carreras literarias, el presidente del Fútbol Club Barcelona amenazó con fundar ni más ni menos que la República Catalana del Barça. Pero ni siquiera en el eslogan ha sido original porque llegaron antes los de IKEA. Es curioso, tan preocupado como está por la defensa del catalán, de los países catalanes y de las selecciones catalanas y luego resulta que le entrega la remodelación del Camp Nou a Sir Norman Foster, un inglés de Manchester City. Y lo más gracioso de todo es que el Barón dice que para llevar a cabo su obra se piensa inspirar en... ¡Antonio Gaudí!

El ministro ha confesado el momento exacto en el cual quedó inhabilitado para el goce del fútbol, aquella dramática noche en la que se le atragantó para siempre una victoria del Inter de Suárez. Ahora sólo falta que Laporta confiese igualmente. ¿Cuándo dejó de gustarle a él el fútbol? ¿Le gustó de verdad alguna vez o su afición es fingida y calculada, y constituye sólo un eslabón más en la cadena de su salto definitivo al mundo de la política? Si su sueño consiste en colocar a la entrada del nuevo Nou Camp que le construya el catalanísimo Barón de Thames Bank un felpudo en el que pueda leerse "bienvenidos a la República Catalana del Barça", que lo cuente en la Liga, y luego que consulte a sus socios. Da el paso, Joan, da el paso. Como diría Harry el sucio, alégranos el día.

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