Siendo cierto, como lo es, que la Final Four del mes de junio no es la Eurocopa ni, por supuesto, el Mundial, siempre es mejor ganar que perder, incluso cuando se trata de un partido amistoso. Los de la Liga de las Naciones no son del todo amistosos aunque va a costar que cale entre la afición la idea de que son oficiales, de modo que importan... y no importan a la vez, aunque, claro, siempre esté en juego el prestigio de la selección. Algo de eso dejó caer el otro día Luis Enrique cuando afirmó que a él le preocupaba la Eurocopa, aunque también es cierto que lo dijo después de perder por 3-2 ante Croacia, resultado que abocaba a España a estar pendiente del empate entre croatas e ingleses que finalmente, por culpa de Kane, no se produjo. Así que, resumiento, importa pero no importa aunque puede servirnos de guía del futuro inmediato que le espera a la ex campeona mundial y europea.
La tan cacareada "evolución" de Luis Enrique se ha tornado en involución. Desde el sector periodístico próximo a Casillas se están cargando las tintas contra De Gea, que es cierto que no está bien, pero, dejando a un lado la boutade casillista, algo de cerrazón sí hay en el hecho de que, viendo partido a partido que David no atraviesa precisamente su mejor momento, Luis Enrique insista con el portero del United. En defensa tampoco sabemos qué quiere el seleccionador: ante Croacia probó una inédita, con Iñigo Martínez, el central de un equipo que está ahora mismo en puestos de descenso, acompañando a Ramos; Luis Enrique, eso sí hay que reconocérselo, acertó corrigiéndose a sí mismo y llevando a Jordi Alba, pero, del mismo modo que un grano no hace granero, un futbolista, y menos un lateral, no puede echarse a la espalda a todo un equipo.
Insiste con Isco, que no está bien, y mantiene a Asensio, que está regular, y arriba existe un desconcierto total y absoluto: ¿Quién es el 9 de España? Costa se cayó, con Alcácer no ha contado esta útima vez pese a estar en un momento extraordinario de forma y Álvaro Morata merece un capítulo aparte: desde que a Morata quisieron equipararlo con Benzema y éste se lo creyó, el chico ha ido de mal en peor. El jueves, ante Croacia, falló un gol cantado y alegó en su defensa que uno de los focos del campo le había deslumbrado, y ayer, ante Bosnia, se repitió algo similar cuando, a pase de Asensio, marró una ocasión clarísima que provocó que el pasador se llevara las manos a la cabeza. La puesta en escena de Luis Enrique pintaba bien, quizás también porque en el fondo todos la comparábamos sin decirlo en voz alta con la amarga experiencia del Mundial de Rusia.
El desastre de Lopetegui en el Real Madrid nos hizo pensar que el nombramiento de Lucho era un éxito estratégico personal de Luis Rubiales, pero lo cierto y verdad es que esa sensación inicial se ha ido diluyendo hasta llegar a la conclusión de que, al menos en la selección, Julen era el mismísimo Bill Shankly revivido en comparación con el ex del Barça. Subyace la idea, que es la que ahora tratarán de vendernos desde la federación, de que en esta España ya no están los Casillas, Arbeloa, Xabi Alonso, Iniesta, Puyol o Xavi, pero es que ninguno de ellos estaba tampoco con Lopetegui y Julen firmó una clasificación para el Mundial sencillamente perfecta. Por lo demás, con cada convocatoria nos vuelve más locos Luis Enrique, que ha abierto tan espectacularmente el abanico que uno ya no sabe a qué carta quedarse. Lo mejor de esta nueva etapa es el modo original que la federación tiene de anunciar el nombre de los futbolistas escogidos por Luis Enrique, un día en una pizarra, otro día colgando camisetas... Lo próximo, tal y como le leí a un aficionado por Twitter, podría ser extraer el nombre de cada jugador sacando el papelito de dentro de un cachopo. No ganaremos en el campo, no, pero simpáticos somos un rato.