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El penúltimo raulista vivo

Eurocopa 2020: Luis Enrique Superstar y un discurso que firmaría el mismísimo Xavi Hernández

Luis Enrique, durante el debut en la Eurocopa contra Suecia. | <span>EFE</span>

Yo ya dije que Alvarito Morata no era jugador para el Real Madrid... cuando era jugador del Real Madrid. Y eso fue mucho antes de que confesase que su sueño no era vestir la camiseta blanca madridista como nos había confesado tantísimas veces sino, y por éste orden, jugar con la Juve, luego de nuevo con el Madrid, más tarde con el Chelsea, después con el Atlético de Madrid y, por penúltimo, acabar en la Juve. Morata es un futbolista fantástico, millonario gracias a su don, es uno de los jugadores que más dinero ha movido entre clubes pero, en mi opinión, no es un primer espada, no es un futbolista top mundial. Eso (a lo de ser un delantero del nivel de Haaland o Mbappé me refiero) tampoco le ha hecho falta para jugar en cuatro de los diez o quince mejores equipos de Europa, pero para ser el 9 titular del Real Madrid hace falta algo más, algo que no tiene Morata ni, por cierto, tampoco posee Vinicius, que sigue en el Madrid. Luego está por supuesto el hecho de que Morata confesase que su sueño siempre fue jugar en el Atleti pegándole un portazo en las narices a todo el madridismo, pero yo creo que anoche en La Cartuja hubo pocos merengues pitando y sí muchos aficionados cansados de que su delantero titular marre ocasiones clarísimas de gol.

Me resulta entrañable que algunos jugadores españoles hayan salido en defensa de Morata porque cien, mil o dos mil aficionados le pitaran ayer tras sus fallos de colegial. Pongamos por caso que hablo de Raúl de Tomás, que es un crack y que ha salido en sus redes sociales acusando a los aficionados que pitaron ayer a Morata de hacerle un daño incalculable a España, ¡ni más ni menos que a España! No puedo por más que estar de acuerdo con De Tomás: jamás iría a un campo a pitar a uno de los míos, casi tampoco a pitar a uno de los de ellos. Pero digo que resulta entrañable la defensa de Raúl o de Llorente o de Pedri cuando, en líneas generales y salvo probablemente la única excepción de Salva Ballesta, no he oído ni leído nunca a ningún futbolista, baloncestista, gimnasta, tenista, waterpolista o boxeador español criticando a quienes de un modo reiterado han pitado durante años al Rey y al himno nacional. Si aquello era libertad de expresión, también lo fue lo de ayer por la noche, ¿o no?

Pero es erróneo centrar el debate en Morata porque en la selección no funciona, que se sepa, la autogestión. Debemos centrar el debate en quien puso a Morata y dejó al máximo goleador español en el banquillo, o sea que debemos centrarnos en la figura de Luis Enrique Martínez Superstar. Algunos de mis compañeros más pipiolos se llevan las manos a la cabeza pensando que las críticas a Luis Enrique Martínez Superstar son insoportables y que nunca se ha visto nada semejante: tranquilos, lo vuestro se pasa con la edad y con el conocimiento que viene por los años vividos. Teníais que haber estado en la piel de José Emilio Santamaría durante el Mundial del 82. O en la de Suárez, Muñoz, Clemente, Camacho o Luis. Teníais que haber estado en la piel de Ladislao Kubala. Esos sí que recibieron críticas, lo de hoy son cosquillitas en los pies.

Y, además, a Luis Enrique Martínez Superstar le gustan. A él le da morbo. Le pasa desde que era jugador. A Berlanga le ponía el bondage, o sea el sexo con cuerdas, y a Luis Enrique Martínez Superstar le excita que los periodistas hablemos de él. Se pone trempante. Y hay que hacerlo, hay que hablar de él por la sencilla razón de que fue él y no yo quien alineó ayer a Llorente de lateral, fue él quien y no usted quien sentó a Azpilicueta, fue él quien y no aquel el que dejó a Gerard Moreno en el banquillo, fue él quien quiso jugar con dos defensas centrales zurdos y, aunque eso es agua pasada y dicen que no mueve molino, ha sido nada más que él quien ha dejado en casa a Nacho, Ramos, Navas o Aspas: con ellos la selección sería mejor y más completa. Pero como lo que más le gusta a él es que hablemos de él supongo que hoy él estará feliz como una lombriz pese al desilusionante empate ante Suecia.

Algo sí hay que reconocerle sin embargo a Luis Enique Martínez Superstar y es su inagotable capacidad para ejercer el sanísimo ejercicio de la autocrítica. Ayer, después del 0-0, no se guardó nada en la recámara: Suecia había ido a Sevilla a no jugar, el campo era un patatal y el público no había animado. De lo suyo, nada. Los malos eran, y por este orden, Janne Andersson, la Junta de Andalucía y los aficionados que habían pagado su entrada para ver un espectáculo y que luego vieron... a Alvarito Morata. Hoy, en Fútbol EsRadio, Gonzalo Heredero hacía una pregunta retórica: "¿Dónde se van a meter los críticos de Luis Enrique Martínez Superstar si España hace algo importante en la Eurocopa? ¿Dónde se va a meter Juanma Rodríguez?" Hombre, Gonzalo, querido amigo, en un país cuyo Gobierno está a punto de indultar al golpista Junqueras, no creo que sea necesario esconderse demasiado por criticar el juego de la selección, ¿no te parece? Imagino que seré indultado.

No todo es malo sin embargo, y Sergio Valentín lo tuitea: 86% de posesión y record de pases en la primera parte. O, como dice Marca en su portada: "Todo bien menos el gol", que es tanto como decir que todo ha ido bien en un concurso de humoristas menos el humor, que ha sido rancio y malo, o que todo ha ido bien en un restaurante menos la comida, que llegaba fría al plato y era escasa. Para Vicente Azpitarte, que le hizo un traje a Del Bosque mientras fue jefe de Deportes del Grupo Libertad Digital, esto es razonable porque Luis Enrique Martínez Superstar ha decidido y puede hacer lo que le dé la gana. Pero, admirado Vicente, también decide a diario cuestiones varias Falconetti y, pese a ello, mostramos nuestro rechazo y, a veces, el PP incluso se opone, ¿no es cierto? Si el sábado España golea a Polonia se dirá. Si luego Alvarito Morata le marca un hat trick a Eslovaquia se consignará. Si, Dios lo quiera, España conquista la Eurocopa, será celebrado. Pero mientras llegan esos felices momentos traslademos lo que vimos ayer: una selección que falló atrás y que las marró adelante, sin gol y ante un rival menor. Y un discurso que habría firmado el mismísimo Xavi Hernández: el rival no quiso jugar y el césped estaba fatal. ¡A Cibeles!...

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