Anoche estuvimos analizando en Futboleros la jugada del segundo gol del Barcelona sobre la que tan oportunamente se me llamó aquí mismo la atención; la opinión mayoritaria (6-1) era que Cesc estaba en fuera de juego y que, por lo tanto, el tanto no debió subir al marcador. El debate sobre qué podría haber pasado si el 1-2 no se hubiera dado por válido es absolutamente estéril, pero no veo por qué no han de escrutarse todas y cada una de las jugadas del Barcelona del mismo modo que se lleva haciendo el último medio siglo con todas y cada una de las jugadas del Real Madrid. Es más: no creo que al barcelonismo le venga mal probar su propia medicina, ésa que conectaba los éxitos de un equipo en el que jugaban Di Stéfano, Puskas y Gento con el favor arbitral y, por elevación, con el régimen dictatorial de Francisco Franco.
Si hay algo en lo que no puedo estar de acuerdo con Eduardo Inda es en atribuirle un presunto halo de respetabilidad a José Luis Núñez; Núñez fue tan irrespetuoso y faltón como su antecesor Montal y sus sucesores Gaspart, Laporta y, ahora, Rosell. A Sandruscu y a dos de sus vicepresidentes les faló tiempo para hablar y no parar del baño culé en el estadio Santiago Bernabéu, dejando nuevamente en evidencia a quienes siguen creyendo en el seny azulgrana, una de las grandes mentiras del fútbol español. Lo que no comprende el antimadridismo es que, más allá de posibles éxitos futuros, la afición merengue está a partir un piñón con Mourinho porque, después de medio siglo de desagravios, el portugués se niega a poner la otra mejilla; de ahí justamente que yo crea que Mou va a seguir muchos años aquí, con el consiguiente enfado del ex director del colegio de Lugano, rebajado hoy al puesto de profesor de manualidades.
Por lo demás, la rueda de prensa de ayer de Mourinho, la de los "recordistas" y las dos palabras ("somos líderes") volvió a parecerme fantástica tanto en la forma como en el fondo. Yo tampoco me cambiaría con nadie si fuera líder de Primera y acabara de protagonizar la mejor fase de clasificación de la historia de la Champions League. El Barcelona juega fantásticamente bien al fútbol, pero quien pretenda que el Madrid hinque la rodilla, claudique o no acepte el reto es que no ha entendido absolutamente nada de lo que se está hablando. El otro día decía en twitter, y ahora lo vuelvo a repetir aquí, que el Real no se ha convertido en el club deportivo más importante de la historia por el número de veces que le tiraron al suelo sino por la cantidad de veces que se levantó después de cada caída.