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La hora de Isco Alarcón

Llega la fase decisiva de la temporada, el momento de que Isco demuestre si puede llegar a ser un futbolista de verdadera élite en el fútbol mundial.

Llega la fase decisiva de la temporada, el momento de que Isco demuestre si puede llegar a ser un futbolista de verdadera élite en el fútbol mundial.
Isco, durante un partido de Champions con el Real Madrid. | Archivo

Apenas habían pasado dos semanas de la marcha de Santi Cazorla al Arsenal cuando, durante un partido del Málaga, me atreví en esRadio, en directo, a decir aquello de "nadie se va a acordar de Cazorla en Málaga porque Isco le va a hacer olvidar bien rápido". Es cierto que los periodistas radiofónicos tendemos muchas veces a realizar ciertas aseveraciones con las que la fonoteca puede dejarnos en evidencia poco después. Pero con aquella frase, es evidente: no me equivoqué. La pasada temporada, Francisco Alarcón fue el líder de un Málaga descollante, capaz de rozar las semifinales de la Champions y que, por momentos, hizo seguramente el mejor fútbol de España, con Isco como auténtico motor y generador de ocasiones y sueños.

Aquel año de locura pronto llamó la atención de los grandes, y el Real Madrid fue el más rápido este verano para cazar a un joven talento al que muchos quieren ver cierto ADN Barça, por el estilo de juego del malacitano. Su irrupción en la temporada fue estelar, con un acierto goleador incluso superior al de su etapa en la Costa del Sol, y salvando partidos importantes para el equipo de Carlo Ancelotti en la recta inicial del campeonato, como el debut ante el Betis. Pero tras su eclosión, el centrocampista andaluz fue progresivamente perdiendo peso en el equipo del italiano, más aún cuando Gareth Bale se asentó definitivamente como titular y Xabi Alonso se recuperó completamente de su larga lesión. Isco pasó a ser el decimocuarto o decimoquinto jugador de la plantilla y, tras la lesión de Khedira, el paso de Ancelotti al 4-3-3 pareció sentenciar definitivamente al genial jugador malagueño formado en la cantera del Valencia.

Desde entonces a esta parte, y pese a que el Bernabéu a la más mínima corea su nombre, su peso en el equipo no ha vuelto ser relevante, si bien es cierto que tras su peor momento de la temporada, ha vuelto a dejar grandes detalles en algunos de los partidos de las últimas semanas, como cuando rescató en el Calderón a un Madrid muy tocado que zozobraba por el campo a merced del cholismo, y al que el malagueño puso la clarividencia suficiente para conseguir rescatar un punto.

Llega la fase decisiva de la temporada. Y llega el momento de que Isco comience a demostrar si puede llegar a ser un futbolista de verdadera élite en el fútbol mundial. Cuatro factores van a abrir las puertas de la gloria o el fracaso al andaluz: la lesión de Cristiano, la ausencia de un Jesé que cerraba aún más esa puerta, el mal momento de un Xabi Alonso con el depósito vacío y la pérdida de confianza de Asier Illarramendi, quien sigue sin parecer estar preparado para dar el paso al primer nivel europeo.

Ante tales coyunturas, Isco debe irrumpir en el once de Ancelotti, aún con un 4-3-3 en el que Di María pudiera ocupar en la final de Copa el puesto de Cristiano arriba, si éste no llegara al duelo, y en el que el malagueño podría ser clave para evitar la superioridad culé en el centro del campo, que tanto daño hizo al Real Madrid en el reciente duelo liguero entre ambos en el Bernabéu.

Es el momento en que Isco debe mostrar que tiene la lucidez necesaria para asentarse como un imprescindible para Ancelotti. Más fresco que Xabi, más hecho que Illarra y con más capacidad para generar peligro entre líneas que ningún otro jugador en la plantilla, ha llegado la Hora Isco. El Bernabéu le espera, deseando volver a corear su nombre. Es el momento de olvidar la dudas, tanto físicas como en el juego, y de que Isco demuestre que es un jugador de élite.

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