Sólo hay un punto de diferencia, pero parece que hay un abismo entre Barcelona y Real Madrid. En el fútbol, los ciclos y los elogios son efímeros. Un partido, el que menos te lo esperas, lo puede cambiar todo. Anoeta, el banquillo de Messi y una derrota inoportuna, parecía que iba a sepultar a Luis Enrique. Para nada. Más bien lo contrario. En el caso del Madrid, fue algo similar, pero en una situación opuesta. En Marruecos tocaron techo con el Mundial de Clubes. Ancelotti iba a ser renovado, y desde entonces, se acumulan las derrotas, los problemas y hasta su presidente tiene que salir a respaldarle.
Si estos dos partidos alteraron a Madrid y Barcelona,¿qué podría pasar tras este clásico? Es un partido que no vale una liga, o si. Y es que al margen de los tres puntos, el aspecto depresivo que otorga la derrota o el anímico con la victoria, puede ser decisivo. Cuando tratas de levantarte y te caes, cada vez te cuesta más ponerte de píe. Algo así le puede pasar al Madrid si se vuelve de vacío. Son muchos palos seguidos. Ellos mismos dudan en su juego y el Barça puede rematarles. Todo lo contrario pasaría con una victoria. Lo han comentado los jugadores. "Sí ganamos en el Camp Nou, se olvidará todo", dicen. Se olvidará San Mames, Villarreal, Schalke 04, Atlético de Madrid, Valencia... Muchos tropiezos que es cierto, pueden arrastrarse a la carpeta papelera y formatear el ordenador. Este partido, no como Anoeta y el Mundial de Clubes, sabemos que lo puede cambiar todo.
Es un clásico previsible hasta el pitido inicial. El Barcelona sólo tiene una duda. Si arriesga con Sergio Busquets. Si el español sale de inicio, Mascherano y Pique serán los centrales. Si no, el argentino sería mediocentro y Mathieu o Bartra central. En el Real Madrid, Carlo Ancelotti no se ha vuelto loco. Jugarán con el once de gala a falta de James Rodriguez. Con la BBC pero con un estilo similar al que derrotó al Bayern en Munich.
Es raro, pero el técnico que ganó la décima Copa de Europa se juega más que el "novato" Luis Enrique. Se juega más el balón de oro, Cristiano Ronaldo, que Leo Messi. Se juega más Bale, autor de los tantos que dieron dos títulos, que Luis Suarez o Neymar. Se juega más un mito como Casillas que un recién llegado como Claudio Bravo. Se juega más el Real Madrid que el Barcelona, pero es un clásico que lo puede cambiar todo. Un partido especial para Casillas o Xavi que podrían disputar su último, un partido para demostrar que siglas son más poderosas, la BBC o la MSN. Parecen sólo tres letras pero detrás está un club, cientos de millones invertidos en un modelo. Hay mucho en juego. Es un partido que centrará las miradas de todo el mundo y con razón.