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Julia Dujmovits, ¿la gloria predestinada?

Una decisión salvó su vida, pero le hizo perder a todos sus amigos y compañeros. Sin embargo, supo reponerse, hasta lograr un oro olímpico.

Una decisión salvó su vida, pero le hizo perder a todos sus amigos y compañeros. Sin embargo, supo reponerse, hasta lograr un oro olímpico.
Imagen actual de Julia Dujmovits en su Instagram personal. | Instagram

En ocasiones un instante, un simple segundo, puede resultar crucial para el resto de una vida. Tomar una decisión u otra puede cambiar drásticamente el futuro, e incluso, sin darnos cuenta, esquivar a la muerte. Si se trata de destino o casualidad es un debate que escapa de nuestros conocimientos. Existen muchas historias en multitud de ciudadanos que lo corroboran. Y eso fue, precisamente, lo que le sucedió a Julia Dujmovits. Una historia que, además, por su manera de afrontar el shock posterior a la tragedia, debe ser un ejemplo para todos.

Esquiadora de nacimiento

Julia Dujmovits nació el 12 de junio de 1987 en Gussing, Austria. Casi desde su nacimiento, como tantos otros compatriotas , sintió una gran devoción por el esquí y por el snowboard. Siguiendo los pasos de sus hermanos mayores, se enroló en el equipo de esquí de la ciudad, y comenzó a tomarse la nieve mucho más en serio. Y lo cierto es que desde bien pequeña apuntaba maneras sobre la tabla de snow.

Los entrenamientos eran de cada vez más habituales, y una de las zonas a las que solían acudir a entrenar era la de Kaprun, en Salzburgo, una de las mecas del esquí en Europa, y donde sucedió la mayor tragedia de la historia reciente de Austria.

En la mañana del 11 de noviembre del 2000, como casi todas las mañanas, Julia Dujmovits, junto a uno de sus hermanos, se disponía a tomar el Gletscherbahn Kaprun 2, el funicular que trasladaba desde la base de Kaprun hasta el glaciar Kitzsteinhorn, para comenzar a entrenar. Un funicular moderno, espectacular y elegante, que tenía una longitud de 3900 m, de los cuales 3300 atravesaban la montaña por un túnel.

Eran las nueve de la mañana y, como era habitual, muchos pasajeros se congregaban en la entrada para tomar dicho funicular. Entre ellos, casi todos sus compañeros de equipo. Pero entonces el hermano de Julia le comentó que había mucha gente, que deberían esperar seguramente uno o dos viajes más, y que era quizá mejor tomar el autobús, aunque éste fuera más lento.

Así lo hicieron ambos. Y aquella decisión les salvó la vida. Porque al poco de arrancar el funicular y entrar en el túnel, uno de los calefactores eléctricos de aire, diseñado para utilizarse en hogares pero no en un vehículo en movimiento, se sobrecalentó, y se incendió.

A partir de ahí, un caos que terminó con el tren en llamas y atrapado en el túnel, y con los pasajeros encerrados dentro al no funcionar el sistema hidráulico de las puertas. Quienes sí consiguieron salir terminarían falleciendo asfixiados por el humo que recorrió el túnel al completo. Un humo que viajó a través del túnel, poniendo incluso en peligro a la gente que estaba en la estación o en el restaurante.

En total, fallecieron 162 personas, entre pasajeros, el maquinista, y cuatro personas que se encontraban en la salida del túnel. Tan solo hubo 12 supervivientes.

Dujmovits, a salvo

Cuando Julia Dujmovits comprobó que su autobús había llegado antes a la estación que el funicular entendió que algo había sucedido. Pero jamás imaginó la tragedia acaecida en el túnel. Sólo cuando comenzó a ver el humo saliendo desde el propio túnel y los operarios de la base corriendo alcanzó a comprender la tragedia que acababa de ocurrir.

"Estuvimos esperando un rato. No sabíamos qué sucedía, pero estaba claro que algo no iba bien. Nos acercamos hasta la zona donde estaban los controladores, y vimos que estaban en pánico, gritando algo de que había un incendio. De repente vimos que salía mucho humo del túnel. Nos temimos lo peor. Tratamos de ponernos en contacto con nuestros compañeros, pero fue imposible", recuerda la esquiadora.

Efectivamente, todos sus compañeros de equipo habían fallecido en el accidente. Todos. Es cierto que ella había salvado la vida por una decisión repentina, pero aquel suceso la marcaría para siempre. "Perdí a mis amigos, a mis compañeros, pero también perdí la fe, la confianza en el mundo. Tardé años en recuperarme, en volver a sonreír, en volver a ver la belleza de la vida. En ese momento sentí que el snowboard me lo había arrebatado todo".

Durante años decidió abandonarlo todo. No volver a acercarse a una pista de esquí. Los recuerdos se le presentaban en su cabeza cada día y cada noche. Pero empujada por sus hermanos y por su entorno, terminó regresando. Y lo hizo más fuerte que nunca. A pesar de la tragedia, fue el mismo deporte al que culpaba de haberlo perdido todo el que la devolvió a la vida.

Oro por los caídos

En su cabeza ahora ya sólo pasaba la opción de honrar a sus amigos fallecidos de la mejor manera posible: ganando. Se entrenó aún con mayor ahínco, pensando única y exclusivamente en convertirse en una de las mejores esquiadoras del mundo. Y en 2004, menos de cuatro años después de la tragedia, se convirtió en profesional. Su progresión fue enorme, y ya en 2008, con 20 años, estaba en el top ten mundial.

Fue en los años 2013 y 2014 cuando llegarían sus mejores resultados en el eslalon gigante. Primero, al proclamarse campeona de la Universiada de Trentino; después, subcampeona del mundo en Stoneham: y finalmente, en 2014, alcanzó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sochi, tras una épica remontada en los dos últimos eslaloms.

"En los últimos metros veía que todo estaba muy ajustado, y sentí como si mis compañeros fallecidos me estuvieran empujando. Cuando crucé la meta y vi que había ganado por una décima de segundo, fue algo increíble", comentaría Dujmovits poco después de lograr la victoria.

Una historia, un ejemplo

Julia Dujmovits continúa compitiendo, y continúa siendo una de las mejores snowboarders del mundo. En 2017, en el mundial de Sierra Nevada, terminó quinta en la prueba de eslalon paralelo, y en 2018 terminó tercera en las Series Mundiales de eslalom gigante. En su mente, como ya ha afirmado en más de una ocasión, están los Juegos Olímpicos de Pekín de 2022, quizá como gran colofón a su brillante carrera.

Paralelamente, desde hace años relata, ya sea mediante conferencias en diferentes ciudades o mediante su blog personal, su historia, una historia de actitud y de superación. "Creo que mi carrera puede servir para mostrar que todo es posible si crees en ello. Que es posible superar los peores momentos, incluso las peores tragedias. Ellas nunca te abandonarán, pero te pueden servir para ser más fuerte. Se trata de tener una meta, y creer en ella. Creer en ti. Confiar en el mundo, en ti, en tu destino, y siempre podrás salir adelante".

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