En Vallecas se ha vivido un duelo a vida o muerte. Por un lado, se encontraba el Rayo Vallecano con posibilidades de clasificarse para jugar competición europea la temporada que viene y por el otro el Espanyol, a cuatro puntos de la permanencia y con una derrota sería virtualmente equipo de Segunda División. El cóctel es explosivo y se respiraba una calma tensa instantes antes del inicio del partido.
300 aficionados pericos, 300 inconscientes pero enamorados de un sentimiento que se han desplazado a la capital de España para presenciar este encuentro, con todo en contra. Este es un fiel reflejo de cómo es una de las mejores aficiones de España, quizá no de las más numerosas, pero sí de las más fieles. Con un equipo hundido que no reaccionaba y que en el derbi ante el Fútbol Club Barcelona tocó fondo. El señorío demostrado por los pericos ha sido digno de estudio, pues, tras el segundo gol del Espanyol, muchos aficionados del Rayo cantaron al unísono: "A Segunda". Aficionados de un equipo con una dilatada experiencia en Primera División.
Tras la derrota ante el eterno rival, el ambiente era llenó de pesimismo, los fantasmas del descenso se cernían sobre el Espanyol. Aun así, los pericos, siempre fieles, han recorrido más de 600 kilómetros para apoyar unos jugadores que solo han causado tristezas esta temporada. Por una vez, los jugadores han sacado la garra y han conseguido una victoria mucho más que balsámica.
La permanencia es posible, por supuesto que lo es y ahora más que nunca. El Espanyol se sitúa a tan solo un punto de lograrlo. Aunque el calendario no ayuda, pues quedan tres jornadas: Atlético de Madrid en casa, Valencia en Mestalla y Almería en casa. Este equipo ha demostrado que, aun teniéndolo todo en contra, puede competir. Hoy todo estaba en contra: el Espanyol no ha ganado nunca cuando le ha arbitrado Hernández Hernández y siempre que en el equipo rival entrenaba Iraola el partido acababa en derrota.
El partido de este domingo es un clavo ardiendo al que el aficionado perico puede y debe agarrarse para seguir confiando en una complicada, pero no imposible salvación. El Espanyol no es Mao Ye, ni Chen Yansheng, ni Catoira, el Espanyol es todos esos aficionados que a pesar de una pésima directiva recorren todos los puntos de la geografía española abanderando un sentimiento.