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Meijer Stad, el futbolista que sobrevivió al Holocausto y estuvo a punto de cambiar la historia del fútbol

Jugaba en Holanda cuando todo estalló. Pasó por los campos de concentración. Incluso fue disparado. Sobrevivió. Y pudo cambiarlo todo para siempre.

Jugaba en Holanda cuando todo estalló. Pasó por los campos de concentración. Incluso fue disparado. Sobrevivió. Y pudo cambiarlo todo para siempre.
Fotografía de un balón de fútbol en el campo de concentración de Auschwitz. | Archivo

La historia de Meijer Stad es de aquellas que al descubrirlas, es imposible no esbozar una sonrisa. De alegría, por ver cómo el ser humano es capaz de salir de los infiernos más terribles. Pero también de sorpresa, del '¿y sí?' al descubrir otra de sus facetas, ya casi al final de su vida, desconocida para la mayoría de los que amamos el fútbol, y que sin duda hubiera cambiado el curso del fútbol moderno.

Nacido en Rotterdam el 18 de octubre de 1919, tiene una infancia agradable en la que practica diversos deportes. Entre ellos el atletismo y el fútbol, aunque será éste último el que termine por decantarse. No tarde en hacerse un nombre, y en recalar en un equipo de los más importantes de la ciudad, el Xerxes, entonces en la máxima categoría de Países Bajos.

"Era un jugador decente. El fútbol holandés en aquella época era completamente amateur. Pero era lo suficientemente bueno para jugar en uno de los mejores equipos del país, en uno de los mayores estadios… Era un buen jugador, no una estrella", define el periodista Simon Kuper.

Pero los sueños de aquel joven futbolista se truncan por completo cuando los nazis invaden Holanda en 1940. Meijer Stad es judío, y está amenazado. Pero no huye. Entra en la Resistencia para tratar de ayudar a otros judíos. Entre ellos, se cuenta en el libro Un calcio alla guerra, de Davide Grassi i Mauro Raimondi, ayuda a salvar la vida de los nietos de Albert Einstein, cuya familia había llegado desde Alemania huyendo de los nazis.

Piensa que con su estatus de futbolista la amenaza hacia su figura es menos acuciante. Y en parte así es. Pero todo se precipita a comienzos de 1944, cuando la mujer de un amigo le delata. Meijer Stad es capturado por los alemanes y enviado al Campo de concentración de Herzogenbusch. Allí, por cierto, como en otros campos, hay fútbol. En condiciones deplorables, pero aquello le permite a Meijer evadirse aunque sea un instante de la fatídica realidad en la que vive.

Una condición que empeora unos meses después, cuando es enviado a Bergen Belsen. No será el último campo en el que esté. Poco después pasa a Buchenwald.

Un atisbo de ilusión se apodera de Meijer Stad cuando les señalan que, ante el avance de los Aliados, les suben a un tren. Piensan que van a ser liberados. Pero es una trampa. Cuando el tren se encuentra a mitad de camino los nazis abren las puertas y comienzan a disparar sin miramientos. Stad salta del tren y es alcanzado por una ráfaga de fuego. Todos los cadáveres son trasladados a Buchenwald para ser incinerados. Pero Meijer, increíble, sigue vivo. Cuando llega a Buchenwald las prisioneras empleadas de la enfermería se dan cuenta, lo cambian por un fallecido del campo, y lo llevan a las barracas, donde un médico francés le cura las heridas. Es su salvación: cuando termina la guerra vuelve a casa sano y salvo.

Otra historia increíble

En su regreso, mientras va recuperándose poco a poco física y mentalmente –si eso es posible- Meijer Stad vuelve a jugar al fútbol. Ya nunca será lo mismo. No volverá a la máxima categoría. Pero al menos le permite divertirse un poco. También participa en varias carreras de medio fondo.

Tras su retirada pasa a regentar diversos negocios. Uno de ellos relacionado con la enología. Y aquello le permite la nueva historia increíble de la vida de Meijer Stad.

A mediados de los 70 se encuentra en Copenhague en una conferencia. Allí conoce a un comerciante de vino argentino. No tardan en hacerse amigos al descubrir su gran pasión por el fútbol. Y, siempre según relata el propio Meijer, éste le comenta que hay un joven futbolista de su país que es una futura estrella, y que le gustaría encontrarle un equipo en Holanda. Hay que recordar que en aquel momento el fútbol holandés está en un momento de oro, con la ‘Naranja mecánica’ comandada por Johan Cruyff que en 1974 es subcampeona del mundo, y el Ajax que conquista las Copas de Europa del 71, 72 y 73.

Meijer Stad, convencido por su amigo, lo intenta con diversos equipos holandeses. Primero el Den Haag, después del Feyenoord, y finalmente el Ajax. Pero nadie le escucha, a pesar de la insistencia en que se trata de un joven de un talento inmenso. Un terrible error por parte de estos equipos holandeses, porque el futbolista en cuestión es un tal Diego Armando Maradona.

Un relato que se sostiene cuando Meijer Stad muestra -existen fotografías- una felicitación de Navidad firmada por el propio Maradona, y por su representante entonces Jorge Cyterszpiler, en la que le preguntan si ha podido encontrar algún equipo en Holanda para el futbolista argentino.

Qué hubiera sucedido de haber escuchado algún equipo holandés la propuesta nunca lo sabremos. Qué hubiera sido de la carrera de Maradona si, como pedía, a finales de los 70 hubiera llegado a Países Bajos es imposible de imaginar. Probablemente, todo hubiera sido diferente. Y probablemente el nombre de Meijer Stad hubiera alcanzado mucha mayor relevancia.

Un nombre que, no obstante, debe ser conocido y recordado. Por su supervivencia, por su lucha en la época más oscura de la historia reciente de la humanidad. Por sus valores y ayuda cuando él también era un perseguido. En definitiva, por su lección de humanidad, plasmada a través del fútbol.

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