No es ninguna broma lo que hay en juego. Como habitualmente en el calendario de este deporte, todo un reto para las selecciones participantes. Un camino lleno de espinas para un billete olímpico (sólo para el campeón), quizá para el subcampeón (si Francia gana el torneo) y, quizá para el bronce, si galos y Dinamarca, campeona del mundo, juegan la final. Es decir, morir desde el primer día para tener acceso a la cita del verano en los Juegos.
En esas está España que llegó a Mannheim, localidad donde jugará la primera fase, con grandes esperanzas de éxito. Jordi Ribera ha avisado de que estos torneos se juegan día a día. Croacia (viernes, 20.30 h), Rumania (domingo, 18.00 h) y Austria (martes a las 20.30 h) nos esperan en una primera fase donde dos selecciones de las cuatro pasarán a la Main Round de Colonia. Ahí espera estar España como objetivo mínimo. Ya luego se hablará de las posibles semifinales.
Fue claro Ribera ante los medios: "Estamos haciendo las cosas bien pero esto va a ser muy complicado. Tenemos que estar atentos todos los días porque cualquier selección te puede hacer un roto". Habla el seleccionador de una primera fase en la que España es favorita pero en la que Croacia (que nos ganó hace dos semanas en la preparación) es la gran rival del grupo. Habla Ribera de que ante Rumania, una selección muy bien trabajada por el ex técnico del Barça Xavier Pascual, y ante Austria, inferiores ambas a España, tampoco te puedes fiar.
Y habla el seleccionador de que en la ronda principal, esa en la que deberíamos estar si todo marcha sobre los parámetros normales, nos vamos a encontrar una pesadilla. Como siempre en los Europeos el camino es durísimo desde el primer día. Otro nuevo grupo de seis selecciones espera a los nuestros. La que pase junto a España y cuatro equipos con los que habrá que enfrentarse. Previsiblemente Francia y la anfitriona Alemania y las que pasen de un terrible grupo C con Hungría, Serbia, Montenegro e Islandia. Sólo dos de ese nuevo grupo estarían en semifinales. Casi nada.
Llega España sin bajarse del podio en los últimos cuatro Europeos. Es más, disputando las cuatro finales con dos oros (2018 ante Suecia y 2020 ante Croacia) y dos platas (2016 derrota ante Alemania y 2022 derrota ante los suecos). A eso suma esta generación con Jordi Ribera dos bronces mundiales (2021 y 2023) con los que son años fructíferos para el balonmano español. Eso sí, para la selección porque otra cosa es hablar del nivel doméstico de nuestra liga. Sólo dos jugadores de los que han viajado a Alemania están en la Asobal. El portero Gonzalo Pérez de Vargas y el extremo Aleix Gómez y los dos juegan en el dominador Barcelona. Los otros dieciséis miembros del combinado nacional juegan en el extranjero.
Para esta convocatoria Jordi Ribera cuenta con clásicos de los últimos años. Dani y Alex Dujshebaev, Joan Cañellas (el más veterano, 37 años), Jorge Maqueda, Adriá Figueras, Ian Tarrafeta y los citados Pérez de Vargas y Aleix. Viene Jan Gurri, el jugador del Sporting de Lisboa, como gran novedad y el portero del Magdeburgo Sergey Hernández por Rodrigo Corrales, fuera por una lesión. Tampoco están Ferrán Solé, por un inoportuno problema físico y Gedeón Guardiola, fuera ya de los planes de Ribera desde el pasado verano.
Con todo llega España ilusionada para dar lo máximo por unas semifinales que, a día de hoy, se antojan muy lejanas. Parece una misión complicada pero posible. Y más si se trata de esta generación, acostumbrada a grandes hazañas. Estos primeros días en Mannheim tomará el pulso al torneo sin ninguna confianza en el mítico SAP Arena, hogar del Rhein-Neckar Lowen, uno de los equipos punteros de la Bundesliga. Mejor pensar en pequeño. Mejor poco a poco porque las prisas siempre son malas.