Uno de los momentos más esperados de toda competición deportiva es ver la llegada de los tres primeros clasificados al podio y el reparto de medallas, junto con la reproducción del himno del país vencedor. En los Juegos Olímpicos quizá más. Pero, cuando los ganadores tienen sus medallas al cuello es bastante habitual que hagan el gesto de morderlas o, en su defecto, besarlas, que son instantáneas que después pasan a la historia. En París 2024 casi todos los deportistas simulan morder su medalla, ya sea de oro, plata o bronce. Pero, ¿cuándo comenzó esta tradición? ¿Por qué se lleva a cabo?
Actualmente el hecho de que todo deportista, sea cual sea su disciplina, muerta el trofeo que ha ganado en la competición es más una petición de fotógrafos y operadores de cámara de televisión que siempre buscan la imagen más épica, emotiva e impactante posible para trasladar las mejores instantáneas. De hecho, es una imagen realmente habitual no solo en los Juegos Olímpicos, sino también en otros campeonatos de todo tipo de disciplinas deportivas. Por ejemplo, Rafa Nadal acostumbra no solo a morder las medallas, sino también cualquier otro trofeo que gane. Y, tanto en la Fórmula 1 como en el Mundial de motociclismo los diferentes pilotos acostumbran a besar el trofeo obtenido en cada circuito. Este hecho hace que se haya vuelto una costumbre pero poca gente conoce por qué los atletas muerden las medallas. En realidad, aunque mucha gente lo piensa, no es una tradición modera sino que sus orígenes están arraigados en la historia y simbolismo cultural.
Hay que recordar que, antiguamente, los vendedores mordían las monedas de oro para saber si era de verdad, ya que es más blando que otros metales. Si quedaban leves marcas de los dientes significaba que era de verdad, mientras que si no había marcas era falsa y podía ser de metales como el plomo. Y, aunque las medallas actuales en realidad están chapadas en oro, esta tradición se ha mantenido. Hay que recordar que, aunque desde los Juegos de 1912 las medallas olímpicas son 90% plata y tan solo cuentan con 9 gramos de oro, las primeras medallas, como las de los Juegos de 1869 sí que eran de oro puro. De ahí la necesidad de comprobar su veracidad.
En la era contemporánea, morder la medalla ha tomado una connotación más simbólica y mediática. Los fotógrafos deportivos y los medios de comunicación han adoptado esta imagen como una representación de la victoria y el triunfo personal. Para los atletas, es una oportunidad de mostrar su emoción y conexión con el logro alcanzado de una manera visualmente impactante. De hecho, actualmente es más por tener una buena foto, y no precisamente por deseo de los atletas o deportistas. Además, morder la medalla se puede ver como un acto que resalta la alegría y el alivio de los atletas tras años de arduo trabajo, entrenamiento y sacrificio. Es una forma de interacción lúdica con el trofeo que representa el pináculo de sus carreras deportivas, pero además, este acto contribuye a humanizar a los atletas, mostrando su lado más personal en un momento de triunfo.