
La NBA ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas. Lenny Wilkens, miembro del Salón de la Fama tanto como jugador como entrenador, falleció este domingo a los 88 años. Considerado uno de los grandes visionarios del juego, Wilkens fue nueve veces All-Star y campeón de la NBA con los Seattle SuperSonics en 1979.
Durante sus 15 temporadas como jugador, Wilkens destacó por su inteligencia táctica y su capacidad para dirigir desde la cancha. Fue el líder en asistencias de la liga en dos ocasiones y, en los últimos años de su carrera, ejerció simultáneamente como jugador y entrenador en Seattle y Portland. Su transición a los banquillos consolidó una trayectoria extraordinaria que lo llevó a convertirse en el técnico con más partidos dirigidos en la historia de la NBA, con 2.487 encuentros.
Wilkens fue mucho más que un entrenador exitoso. En 1996 guio a la selección estadounidense al oro olímpico en Atlanta, y años antes había formado parte del cuerpo técnico del mítico "Dream Team" que deslumbró en Barcelona 92. Su nombre se convirtió en sinónimo de liderazgo, respeto y excelencia. "Lenny Wilkens representó lo mejor de la NBA, como jugador, como entrenador y como uno de los embajadores más respetados de este deporte", recordó el comisionado Adam Silver en un comunicado.
Un referente en los banquillos
Entre sus colegas fue siempre admirado por su compromiso con la profesión. Tanto que Rick Carlisle, actual técnico de Indiana Pacers, destacó su papel en la defensa de los entrenadores: "Hizo mucho por mejorar las condiciones laborales, las pensiones y los salarios. Fue un excelente comunicador y un ejemplo para todos". Por su parte, Steve Kerr, quien jugó bajo sus órdenes entre 1989 y 1992, lo recordó con emoción: "Era un caballero, un hombre increíble. Siempre fue alguien muy especial para mí".
Hay que destacar que Wilkens pertenece al reducido grupo de cinco personas que forman parte del Hall of Fame tanto como jugador y como entrenador, junto a figuras legendarias como John Wooden, Bill Sharman, Tom Heinsohn y Bill Russell.
El legado de Seattle y un adiós sereno
Fiel a sus raíces, Wilkens nunca dejó de identificarse con Seattle, la ciudad donde llevó a los SuperSonics a su único título de la NBA. También hay que destacar que, poco antes de su fallecimiento, había celebrado su 63º aniversario de matrimonio con su esposa Marilyn, con quien tuvo tres hijos y siete nietos.
Tal era su amor por Seattle, que, en su última entrevista, Wilkens lamentó la desaparición del equipo y expresó su deseo de que la ciudad recupere un equipo profesional. "Me alegra haber sido parte de esa historia. Este es un país de baloncesto. Ojalá los Sonics vuelvan algún día", dijo.
Con su muerte, la NBA despide no solo a una leyenda de los banquillos, sino también a un hombre que hizo del baloncesto un puente entre generaciones. Su elegancia, su visión y su carácter marcaron un legado que seguirá vivo en la historia del deporte estadounidense.

