La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha compartido en su cuenta de Twitter un mapa con el coste de la electricidad en cada país de Europa. Curiosamente, en la infografía compartida aparece España como uno de los países con la energía más barata del Viejo Continente, algo que no es cierto. Los últimos datos publicados por la agencia Eurostat, correspondientes al último semestre del año 2018, confirman algo que ha sido tendencia en los últimos años: España es uno de los países en los que el precio del kWh es más alto.
Captura de pantalla. Precio de la #electricidad mañana en #Europa pic.twitter.com/PIKstBxYiT
— Teresa Ribera /@Teresaribera) December 19, 2019
Concretamente, España ocupa el quinto lugar de los países que tienen la electricidad más cara, detrás de Dinamarca, Alemania, Bélgica e Irlanda. "Si consideramos el nivel adquisitivo de cada país, los datos son aún peores para España, puesto que, de acuerdo con Eurostat, ocuparía el tercer puesto en el ranking de países europeos en los que más cuesta pagar la factura de luz, detrás de Portugal y de Alemania", señalan en Aura Energía.
A estos datos, cabe añadir otro: el segundo semestre de 2018 los hogares españoles sufrieron las facturas de electricidad más caras de la historia. Nunca los hogares españoles habían pagado la electricidad tan cara: 24.77 céntimos por kWh tal y como confirman los resultados de esta nueva oleada de Eurostat. Esto supone un encarecimiento del 14% en la factura de la luz. Una cantidad, que lejos de bajar, sigue subiendo debido a las últimas medidas aprobadas por el Gobierno de Pedro Sánchez.
Los costes fijos
La razón que explica por qué en España la energía es mucho más cara que, por ejemplo, en Portugal se encuentra en los costes fijos. En una factura de luz, el 44,5% se compone del precio de la energía (que es a lo que se refería la ministra en su gráfico), la generación de la misma, el transporte y la distribución y gestión. El 55,5% restante se separa entre los costes regulados y los impuestos. En total, seis impuestos y dos costes regulados hacen que la factura se dispare. Esto hace que, en una factura de 100 euros, solo 44,58€ se destinen a pagar la energía en sí. Los 65 euros restantes se dividen entre costes regulados e impuestos.