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USA S.A., en números rojos

¿Qué valdría EEUU si fuese una empresa? ¿Y qué le recomendaría un experto en reflotar empresas si perdió más de 2 billones de dólares en 2010?

¿Qué valdrían los EEUU si fuesen una empresa? ¿Quién querría comprar sus acciones? ¿Y qué recomendaría un experto en reflotar empresas a una empresa que perdió más de 2 billones de dólares en 2010?

Éstas son algunas de las preguntas que se han planteado un grupo de analistas dirigidos por Mary Meeker. Tras algo más de un año de investigaciones, en su informe destacan tres conclusiones: primero, USA, S.A. se enfrenta a serios desafíos financieros; segundo, sus problemas tienen solución; tercero, es esencial la comunicación con los ciudadanos-accionistas.

En 1998, la prestigiosa revista Barron’s llamó a Meeker "La Reina de la Red" por su labor analizando las grandes empresas punteras de internet: Microsoft, Dell, Amazon, Google e eBay. En los últimos años, otros analistas han advertido de los peligros a los que se enfrenta la mayor economía del mundo, destacando por ejemplo, el antiguo jefe de la Oficina General Contable, David Walker. Pero es la primera vez que se presenta el análisis desde el enfoque de la contabilidad empresarial, tratando a la nación como a una empresa.

El objetivo es, principalmente, arrojar luz las principales dificultades a las que se enfrenta la economía norteamericana. Aunque el grupo de Meeker insiste en mantenerse al margen de posicionamientos políticos y de no tener una solución mágica, apunta algunas sugerencias para enderezar la situación.

El problema

El flujo de caja y el patrimonio neto son negativos y están empeorando, raramente arroja beneficios y los pasivos son enormes. La "compañía" no ha invertido lo suficiente en capital, educación y tecnología. Los prestamistas, por el momento, siguen mostrando su paciencia, pero los elevados tipos aplicados a la deuda soberana de Grecia, Irlanda y Portugal pueden ser una advertencia de lo que les espera a los accionistas de USA, S.A. y a sus hijos.

El equipo de Meeker calcula que el patrimonio neto de USA, S.A. es negativo. Concretamente, -44 billones de dólares, o sea, -143.000 per cápita. Es difícil tomar conciencia de magnitudes negativas como 44 billones de dólares.

Meeker lo ilustra del siguiente modo: si un millón de dólares ocupan un pallet, mil pallets (mil millones de dólares) podrían albergarse en la superficie de un estadio de fútbol americano. Pero necesitaríamos la superficie de 217 estadios de fútbol americano para albergar un millón de pallets (un billón de dólares). O sea, más de 9.500 estadios de fútbol para albergar los 44 billones de dólares, que son el patrimonio neto negativo de USA, S.A.

El gasto está desbocado: desde 1790 hasta 1930 el gasto respecto al PIB creció un 3% anual. En 2010 creció un 24%. Si hoy USA, S.A. dejase de aumentar su deuda, tardaría 20 años en pagar todo lo que debe a día de hoy, con los correspondientes intereses.

El agujero, como ya han advertido otros analistas recientemente, no radica en el abultado presupuesto de defensa (que, en términos relativos, era mayor en 1948 que hoy) sino en las joyas de la corona del Estado del Bienestar, a saber: los programas de Medicaid y Medicare.

"Excluyendo éstos y el gasto discrecional -observa Meeker- el core business muestra una mediana del margen neto de beneficio del 4% en los últimos 15 años". Esos dos programas hoy equivalen a todo el PIB de la India.

El Medicaid, creado para combatir la pobreza, atendía en sus orígenes a 1 de cada 50 americanos. Hoy atiende a 1 de cada 6. Y no puede decirse que 1 de cada 6 norteamericanos sea pobre. El problema, insiste Meeker, es que Medicaid y Medicare se crearon sin dotarlos de financiación adecuada, a diferencia de la Seguridad Social que, de momento, cubre gastos. La inercia política ha llevado a engordar estos programas, pero los ingresos con que sufragarlos brillan por su ausencia.

El PIB norteamericano es ahora 2,7 veces mayor que en 1965, pero los gastos de estos programas son 11,1 veces mayores que entonces. Con el paulatino envejecimiento de la población y la inminente jubilación de la llamada generación de los baby boomers, estos datos no harán más que empeorar.

Según la propia Oficina Presupuestaria del Congreso, si se mantienen las tendencias, el gasto en estos programas de subsidios y los intereses de la deuda juntos serán equivalentes a todos los ingresos federales en 2025, sólo faltan 14 años.

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Por si fuera poco, no es sólo que se gaste muchísimo y que, de hecho, se gaste más de lo que se ingresa, sino que encima los resultados de estas "inversiones" son muy lamentables. Así, si bien el gasto norteamericano en salud es, con diferencia, de los más elevados del mundo, la esperanza de vida es normalita para un país desarrollado.

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Además de los efectos desastrosos que tiene en las finanzas nacionales, el creciente gasto en subsidios muestra una elevadísima correlación con la caída en los ahorros personales. Es decir, los norteamericanos no sólo se están arruinando como país sino que han dejado de ser un pueblo ahorrador para pasar a depender del Estado Niñera.

Las posibles soluciones

Por lo tanto, el objetivo principal en cuanto al gasto debería consistir en mejorar la productividad de esos dos grandes programas y reducir sus costes. Apuntan algunas medidas como la elevación de la edad de jubilación. Un dato: desde que se creó la Seguridad Social en 1935, la esperanza de vida ha crecido un 26% hasta los 78 años, pero la edad de jubilación sólo ha crecido un 3% hasta los 67.

Pero el propio informe admite que los americanos no están por estos imprescindibles recortes. Si bien el 80% de los americanos consideran que equilibrar el presupuesto debería ser una prioridad nacional, sólo el 12% se muestran favorables a recortar el gasto en Seguridad Social o Medicare. Quieren soluciones drásticas, pero indoloras.

Meeker reconoce que no hay forma de solucionar estos problemas por el lado de los ingresos, limitándose a subidas de impuestos, porque los tipos impositivos tendrían que elevarse tanto que estrangularían el crecimiento. Sugiere, sin embargo, eliminar deducciones y exenciones fiscales que representan hasta un billón de dólares en ingresos que la Hacienda Pública deja de ingresar. Una idea cuanto menos contradictoria, ya que eliminar exenciones equivale a subir impuestos y, por tanto, tendría un efecto estrangulador similar al que denuncia la propia Meeker.

En cualquier caso, la mejor forma de arreglar las finanzas de USA, S.A., según estos analistas, consistiría en conseguir que la economía crezca más rápido. Y "la llave para el crecimiento es, a su vez, una mayor productividad".

De hecho, la Oficina Presupuestaria del Congreso ha estimado que se podría alcanzar el punto muerto, esto es, conseguir igualar gastos e ingresos, creciendo entre el 6% y el 7% entre 2012 y 2014 y del 4% al 5% entre 2015 y 2020. Estos crecimientos serán muy asequibles para las pujantes economías emergentes como China, pero quedan muy lejos del promedio del 3% al que ha crecido Estados Unidos en los últimos 40 años. Según Meeker, esto "simplemente, no sucederá".

Entonces, ¿cómo propiciar ese mayor crecimiento de la economía norteamericana vía mayor productividad? Es en este punto, posiblemente, donde más flaquea el análisis pues consideran que esa mayor productividad la alcanzarán "invirtiendo en tecnología, infraestructura y educación".

Lo cual, a primera vista parece muy razonable, especialmente teniendo en cuenta el enfoque empresarial de este grupo de analistas. Pero obvia por completo un elemento clave en la frustración de la productividad empresarial como es el desaforado intervencionismo de la administración pública en cada aspecto de la economía norteamericana. Y, además, implica aumentar todavía más el gasto público. De este modo, el análisis de Meeker enfatiza las graves dificultades financieros del Gobierno de EEUU, pero sin aportar soluciones sólidas. En resumen, muchos problemas y pocas respuestas.

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