L. D.-
Las declaraciones a
El País
del vicepresidente político, Mariano Rajoy, declarándose convencido de que el caso Gescartera “no debilitará políticamente a Rato” se interpretan en círculos políticos como una sutil denuncia, no exenta de resignación, de la operación puesta en marcha por el vicepresidente económico para “cortar cabezas” tanto en su ministerio como en la CNMV y, sobre todo, en Hacienda, donde el ministro Cristóbal Montoro y sus fieles serían los grandes sacrificados. La comisión presidida por Luis de Guindos, que presentará el martes sus conclusiones sobre las responsabilidades internas del Ministerio de Economía, será apenas una excusa técnica para una operación política de gran envergadura que permitiría a Rato la recuperación de todo el poder en el área económica y lo colocaría como único aspirante real a la sucesión de Aznar.
Tres elementos apoyarían esta interpretación: el primero, la debilidad mostrada por el PSOE en el Parlamento apenas se insinuó la implicación de Nevado y Chaves en el asunto; el segundo, el refuerzo que supone para el Vicepresidente la “toma del poder” de El Mundo en Onda Cero ; y el tercero, precisamente la pasividad de Aznar ante esta operación ya anteriormente intentada y vetada por Moncloa que acrecienta notablemente el poder de Pedro J. Ramírez y su influencia en la designación de sucesor, para la que siempre ha apostado por Rodrigo Rato.
Es posible que, frente a la hipótesis de un candidato sacado de la chistera y que le debiera personalmente el poder, Aznar prefiera una política de hechos consumados y de pacto con los poderes fácticos de su partido que le permita retirarse a la fundación de fundaciones del PP y a la segunda línea de la política activa como “primus inter pares”, sin desgaste alguno en la previsible reyerta sucesoria. El despego creciente de Aznar hacia los candidatos y delfines, así como la decepción personal que le ha supuesto el caso Gescartera, habrían permitido a un “purasangre” de la política como Rodrigo Rato darle la vuelta a una situación que hace apenas diez días se le presentaba como desesperada.
Tres elementos apoyarían esta interpretación: el primero, la debilidad mostrada por el PSOE en el Parlamento apenas se insinuó la implicación de Nevado y Chaves en el asunto; el segundo, el refuerzo que supone para el Vicepresidente la “toma del poder” de El Mundo en Onda Cero ; y el tercero, precisamente la pasividad de Aznar ante esta operación ya anteriormente intentada y vetada por Moncloa que acrecienta notablemente el poder de Pedro J. Ramírez y su influencia en la designación de sucesor, para la que siempre ha apostado por Rodrigo Rato.
Es posible que, frente a la hipótesis de un candidato sacado de la chistera y que le debiera personalmente el poder, Aznar prefiera una política de hechos consumados y de pacto con los poderes fácticos de su partido que le permita retirarse a la fundación de fundaciones del PP y a la segunda línea de la política activa como “primus inter pares”, sin desgaste alguno en la previsible reyerta sucesoria. El despego creciente de Aznar hacia los candidatos y delfines, así como la decepción personal que le ha supuesto el caso Gescartera, habrían permitido a un “purasangre” de la política como Rodrigo Rato darle la vuelta a una situación que hace apenas diez días se le presentaba como desesperada.
