Las portadas y editoriales de prensa se dedican este viernes a abordar, sin excepciones de relieve, la visita del Rey de Marruecos al Sahara, el último comunicado de Ben Laden y el pacto alcanzado entre Microsoft y el Gobierno de EE UU para evitar los tribunales.
Para El Mundo, Mohamed VI se ha revelado heredero no sólo de la corona, sino también del talante político y moral de su padre “al dar un paso más en su huída hacia delante que significa una política de hechos consumados inaugurada con la Marcha Verde”. Para este diario Mohamed VI, a falta de dos meses para que el Consejo de Seguridad de la ONU tome una decisión definitiva sobre el futuro de la antigua colonia española, ha decidido desplegar su artillería diplomática para presionar a las partes implicadas y conseguir definitivamente la soberanía sobre el Sahara occidental. “Esta es la explicación –afirma El Mundo– de por qué realiza este viaje y de por qué le interesa tensar al máximo las relaciones con España: para subrayar que si el Gobierno lleva su neutralidad en el asunto del Sahara hasta el final se considerará un casus belli.”
Ante una explicación que tan claramente evidencia que Marruecos tensa la cuerda no para romper con España sino para arrastrarla a sus posiciones, ¿cómo El Mundo aplaude la apocada y claudicante actitud de nuestro Gobierno? ¿A qué niveles de complejo y entreguismo nos sitúa Rabat para creerse en posición de presionarnos cuando objetivamente de nuestras relaciones es claramente el beneficiario neto? Y eso por no hablar del casus belli en sentido estricto... Si tan inconscientes seguimos siendo de que Marruecos tiene mucho más que perder que España si los dos países –pero los dos– se ponen a las malas, ¿qué propone El Mundo en este asunto? ¿Abandonamos la “neutralidad”?, ¿Enviamos a nuestro Rey a que acompañe a su primo a ondear la bandera marroquí en el Sahara? ¿Que mema y políticamente correcta premisa excluye la firmeza de nuestra diplomacia? Tal vez en el Sahara la suerte ya esté echada y tengamos poco que pintar, pero ¿hemos de incitar con actitud claudicante a Mohamed VI a que prosiga su “política de hechos consumados” y su “huida hacia delante”?, ¿hasta Ceuta y Melilla, tal vez?
Las contradicciones de La Razón dejan, sin embargo, en buen lugar a El Mundo: “España acierta al afrontar esta crisis con serenidad y unidad. Es la parte más fuerte de la relación, la que tiene en su mano ayudas de miles de millones de pesetas (que incluyen la conversión de más de la mitad de la deuda de Marruecos con España), la que aporta programas educativos y de desarrollo y la que, sobretodo, tiene la razón”. Pues eso justamente debería llevar a Madrid a condicionar a Rabat, no al revés. Y no sólo por una cuestión de principios, sino tambien por el más puro pragmatismo y el utilitarismo más acomodaticio. En lugar de eso, estamos haciendo el primo, y no precisamente el de Zumosol. “Pero (España) mantiene la calma y la esperanza –continúa La Razón– de que Marruecos reflexione y cambie la actitud”. Esa candidez...ni en Munich en el 38. Y encima para colmo, Anson contradice al editorial de su periódico afirmando que “hay que reconocer los errores cometidos y negociar con máxima flexibilidad la situación encrespada para reconducirla a la normalidad. ¿Dónde se ha escondido la mano izquierda el ministro Piqué?” Lo de la falta de mano izquierda de Piqué no se le ocurre ni al surrealista de Tip.
Y para cerrar la antología del disparate, del esperpento y el surrealismo nacional en el asunto marroquí, el artículo de Joaquín Almunia en La Vanguardia: “Con independencia de las razones que asistan a Rabat –y creo que su actitud es claramente desproporcionada–, parece una torpeza y una irresponsabilidad que España adopte, como respuesta a la crisis, una actitud de doncella ofendida”. Ya saben, la unidad de los masocas reclama más voluntad de diálogo.
El Mundo, por otra parte, tras informar del último comunicado de Ben Laden en el que insta a los pakistaníes a unirse a la guerra santa “contra los cristianos”, subraya que Turquía ha anunciado el envío de tropas para dar apoyo a las fuerzas de la oposición afgana. Como certeramente destaca este diario, “la importancia de la entrada en acción de un país de amplia mayoría musulmana como es Turquía no se puede minimizar; pero sigue sin equilibrar dentro del mundo islámico la fuerza del mensaje de los integristas y de Bin Laden que tocan fibras muy sensibles al clamar contra una nueva “cruzada” de los infieles”. Parece mentira que El Mundo, que muestra aquí sensibilidad y conciencia del problema tan grave de la propaganda, critique que el presidente de la CNN haya dado un toque de atención a sus corresponsales para evitar la “posibilidad de manipulación de los talibanes”. Si este periódico dice compartir con Isaacson esa preocupación, ¿a qué santo viene denigrar su actitud tildándola de autocensura?. “Más que a un problema ético –pretende justificarse el editorialista- parece responder a un problema de competencia: le ha salido por la derecha un rival, la cadena Fox News, que se harta de señalar las supuestas debilidades progres de la CNN, su relación con Al Yazira y su sensibilidad protercermundista”. Aún en ese caso ¿qué tiene que ver la censura con que Isaacson quiera imprimir un cambio en su cadena para no perder audiencia?¿Qué absurda y forzada incompatibilidad de valores defiende El Mundo? ¿Ha de dejar de afrontar la CNN un deber ético por el hecho de que le pueda resultar rentable?. Si acabar con las “debilidades progres” –que sólo hacen progresar al totalitarismo- supone tambien no retroceder en cuota de pantalla, miel sobre huelas.

Entre la candidez y el masoquismo
En España
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