L D (EFE)
Esta situación llevó el pasado 9 de enero al PSE/EE a exigir a las instituciones una mayor implicación para que este municipio deje de ser una “isla” en la que el terrorismo callejero es algo “prácticamente habitual”, mientras en el resto de Euskadi los ataques violentos casi han cesado en los últimos meses. Ese mismo día, el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Andoain, José Antonio Pérez Gabarain, lamentó la “falta de organización” de la Ertzaintza para hacer frente a estas acciones e hizo público su temor ante la posibilidad de que “algún día surjan complicaciones y haya que lamentar la pérdida de alguna vida”.
El atentado contra el sargento de la Guardia Municipal y militante socialista, Joseba Pagauzurtundua, es el último capítulo de esta larga lista de ataques dirigidos principalmente contra los militantes de los partidos no nacionalistas, aunque el portavoz de la coalición PNV/EA, Mikel Arregi, y el dirigente del PNV Joseba Egibar también han sufrido la quema de sus vehículos particulares por los radicales.
Además, en Andoain fueron asesinados el transportista Ignacio Olaiz Mitxelena, en 1978; el subteniente retirado de la Guardia Civil Juvenal Villafañe, quien el 16 de septiembre de 1993 fue víctima de una bomba colocada en su automóvil; y el columnista del diario El Mundo y miembro del Foro de Ermua, José Luis López de La Calle, tiroteado el 7 de mayo de 2000 cuando regresaba a su domicilio tras comprar la prensa y tomar un café. Se da la circunstancia de que estos dos últimos atentados, al igual que el perpetrado contra Pagazaurtundua, tuvieron lugar en puntos desde los que se puede acceder con facilidad a la carretera nacional N-I para emprender la huida.
Las buenas comunicaciones por carretera de Andoain, localidad de 15.000 habitantes situada a unos quince kilómetros de San Sebastián, también fue determinante en otras ocasiones, como cuando, tras el atentado fallido contra la casa cuartel de Arnedo, ocurrido el 17 de agosto de 1995, la pista del comando al que se atribuía la acción se perdió en este municipio, donde igualmente se desdibujó el rastro de los autores del asesinato del histórico dirigente socialista Fernando Múgica, ocurrido el 6 de febrero de 1996.
La interminable serie de coches quemados a concejales, ertzainas, militares y a una testigo protegida en un caso de terrorismo callejero, los ataques a domicilios particulares, las pintadas, amenazas y otros actos de violencia no cesaron ni siquiera durante la tregua declarada por ETA en 1998, período en el que los radicales quemaron sucursales bancarias y lanzaron cócteles molotov contra el domicilio particular del socialista Estanislao Amuchastegui. Tampoco se libró de este acoso el propio Joseba Pagauzurtundua, cuyo domicilio fue atacado en marzo del 2001 con cócteles molotov por los radicales, que en septiembre de ese mismo año le quemaron su coche.
Uno de los episodios de terrorismo callejero más macabros se produjo en junio de 2002, cuando el edil socialista José Luis Vela recibió un sobre con la llave de su portal y una carta en la que se le advertía de que, además de esta llave, tenían otras cuarenta y que “cuarenta personas” estaban “dispuestas, no a volar la puerta de su casa, sino a volarle a él la cabeza”.
El PSE/EE y el PP han tratado en varias ocasiones de acabar con esta situación desde el Ayuntamiento para lo que propusieron a PNV-EA, sin éxito, desalojar de la Alcaldía a Batasuna mediante una moción de censura. Esto sería posible dado que la formación radical cuenta con cinco concejales, los mismos que EA-PNV y el PSE/EE, partido que antes ocupaba la alcaldía y al que Batasuna ganó en los pasados comicios locales por 63 votos, mientras que el PP tiene dos representantes.
El atentado contra el sargento de la Guardia Municipal y militante socialista, Joseba Pagauzurtundua, es el último capítulo de esta larga lista de ataques dirigidos principalmente contra los militantes de los partidos no nacionalistas, aunque el portavoz de la coalición PNV/EA, Mikel Arregi, y el dirigente del PNV Joseba Egibar también han sufrido la quema de sus vehículos particulares por los radicales.
Además, en Andoain fueron asesinados el transportista Ignacio Olaiz Mitxelena, en 1978; el subteniente retirado de la Guardia Civil Juvenal Villafañe, quien el 16 de septiembre de 1993 fue víctima de una bomba colocada en su automóvil; y el columnista del diario El Mundo y miembro del Foro de Ermua, José Luis López de La Calle, tiroteado el 7 de mayo de 2000 cuando regresaba a su domicilio tras comprar la prensa y tomar un café. Se da la circunstancia de que estos dos últimos atentados, al igual que el perpetrado contra Pagazaurtundua, tuvieron lugar en puntos desde los que se puede acceder con facilidad a la carretera nacional N-I para emprender la huida.
Las buenas comunicaciones por carretera de Andoain, localidad de 15.000 habitantes situada a unos quince kilómetros de San Sebastián, también fue determinante en otras ocasiones, como cuando, tras el atentado fallido contra la casa cuartel de Arnedo, ocurrido el 17 de agosto de 1995, la pista del comando al que se atribuía la acción se perdió en este municipio, donde igualmente se desdibujó el rastro de los autores del asesinato del histórico dirigente socialista Fernando Múgica, ocurrido el 6 de febrero de 1996.
La interminable serie de coches quemados a concejales, ertzainas, militares y a una testigo protegida en un caso de terrorismo callejero, los ataques a domicilios particulares, las pintadas, amenazas y otros actos de violencia no cesaron ni siquiera durante la tregua declarada por ETA en 1998, período en el que los radicales quemaron sucursales bancarias y lanzaron cócteles molotov contra el domicilio particular del socialista Estanislao Amuchastegui. Tampoco se libró de este acoso el propio Joseba Pagauzurtundua, cuyo domicilio fue atacado en marzo del 2001 con cócteles molotov por los radicales, que en septiembre de ese mismo año le quemaron su coche.
Uno de los episodios de terrorismo callejero más macabros se produjo en junio de 2002, cuando el edil socialista José Luis Vela recibió un sobre con la llave de su portal y una carta en la que se le advertía de que, además de esta llave, tenían otras cuarenta y que “cuarenta personas” estaban “dispuestas, no a volar la puerta de su casa, sino a volarle a él la cabeza”.
El PSE/EE y el PP han tratado en varias ocasiones de acabar con esta situación desde el Ayuntamiento para lo que propusieron a PNV-EA, sin éxito, desalojar de la Alcaldía a Batasuna mediante una moción de censura. Esto sería posible dado que la formación radical cuenta con cinco concejales, los mismos que EA-PNV y el PSE/EE, partido que antes ocupaba la alcaldía y al que Batasuna ganó en los pasados comicios locales por 63 votos, mientras que el PP tiene dos representantes.