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UPyD empezó a morir en Europa

Rosa Díez se ha resistido a aceptar la irrupción nacional de Ciudadanos, que comenzó a ser evidente en las europeas de hace un año.

Rosa Díez se ha resistido a aceptar la irrupción nacional de Ciudadanos, que comenzó a ser evidente en las europeas de hace un año.
Efe

El próximo 25 de mayo se cumplirá un año de las elecciones europeas. Entonces, y a simple vista, UPyD se consolidaba como formación nacional: obtenía por segunda vez, después de las elecciones generales de 2011, más de un millón de votos en toda España y lograba colocar a cuatro representantes en la Eurocámara. Sin embargo, había comenzado la mayor crisis de la historia de la formación, fundada en 2007 por Rosa Díez tras su salida del PSOE, que hoy se encuentra en una situación terminal.

Los resultados eran buenos, sí, pero compitiendo por el mismo espacio político aparecía Ciudadanos, con la mitad de votos aunque con una distribución de los mismos que hacían a Albert Rivera acariciar la postergada expansión nacional de su partido. Baste decir que dos tercios de los sufragios los obtenía en Madrid el partido nacido en Cataluña, donde sin embargo cosechaba un resultado discreto.

Un año después, están fuera del partido dos de los cuatro eurodiputados elegidos entonces, Francisco Sosa Wagner y Fernando Maura, y el que sustituyó al primero tras su renuncia, Enrique Calvet. Sosa Wagner planteó en verano la unión con Ciudadanos, partiendo de un análisis que tenía en cuenta el resultado europeo. De hecho, la suma de los votos de ambas formaciones superaba los obtenidos por el gran fenómeno nacido en esos comicios: Pablo Iglesias.

A partir de entonces, Rosa Díez ha ido siempre por detrás de los acontecimientos, con la premisa de mantener, a toda costa, la "autonomía de UPyD" un termino repetido hasta la saciedad en estos nueve meses y que, no en vano, inspira el lema electoral para el 24-M: "Libres para defender tus intereses". Baste decir que en menos de un año ha tenido que convocar dos consejos políticos extraordinarios que pudo ganar, pero no sin hacer concesiones: en septiembre aceptando abrir negociaciones formales con Ciudadanos, que terminaron sin éxito antes de fin de año, y en marzo, tras la debacle electoral en Andalucía, torciendo su brazo para convocar un congreso extraordinario del partido, que se celebrará después de las municipales y autonómicas.

La magenta es hoy, sin duda, una formación autónoma, pero con sus cuadros muy mermados, faltará a su cita electoral en dos capitales de provincia: Teruel y Soria, donde hace meses las encuestas le auguraban obtener representación; su dirigencia dividida, dos de sus cinco diputados nacionales, Irene Lozano y Álvaro Anchuelo, ya no forman parte del Consejo de Dirección y otro, Toni Cantó, ha renunciado a su acta y a ser candidato autonómico en Valencia; enfrentada enloquecidamente a los medios, a los que ha acusado repetidamente de silenciar sus iniciativas y ante los que ha protagonizado ridículos episodios y, por último pero desde luego no menos importante, en una comatosa situación financiera que puede agravarse exponencialmente si el 24-M pierde, como parece probable, su grupo en la Asamblea de Madrid, una de sus principales fuentes de ingresos.

Las elecciones europeas fueron el principio del fin, además, por otro aspecto. Hasta entonces, sostener -como hacen aún hoy Díez y sus más próximos, singularmente el portavoz adjunto Andrés Herzog- que UPyD y Ciudadanos eran poco menos que agua y aceite era relativamente sencillo por cuanto los dos partidos no coincidían en ninguna institución. Pero la experiencia del último año deja en evidencia que el espacio político es ampliamente compartido, como han reconocido incluso las eurodiputadas fieles al partido Maite Pagazaurtundua y Beatriz Becerra, que han compartido actos con los eurodiputados de Ciudadanos Javier Nart y Juan Carlos Girauta. Todos, además, forman parte de ALDE y tuvieron una pugna conjunta frente a CIU y el PNV para integrarse en el grupo europeo.

Expulsados definitivamente de UPyD, Fernando Maura y Enrique Calvet tienen la vía expedita para unirse al proyecto de Albert Rivera. El primero negoció su incorporación, pero algunos malentendidos la han impedido de momento y el segundo formó parte de Ciudadanos, llegando a ser presidente de su Consejo General, y siempre mantuvo buena sintonía con el presidente del partido.

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