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Tiempo muerto en Cataluña: 155 moderado y con matices o elecciones

Puigdemont plantea unos comicios para salvar la Generalidad y Junqueras le exige que proclame la república o dimita.

Jordi Turull y Carles Puigdemont | EFE

Tiempo muerto. Carles Puigdemont ha estado a punto de disolver el Parlament y convocar elecciones autonómicas. No ha sido el caso. De momento. En la madrugada del jueves todo conspiraba a favor de una declaración de independencia y el enfrentamiento civil. Por la mañana cambiaron las tornas. A las cinco de la tarde dio marcha atrás el presidente catalán y aún se está a tiempo, según el PSC, de parar lo inevitable, el 155.

El gabinete en la sombra -Mas, su asesor David Madí, el exconsejero de ERC y veterano de "Terra Lliure" Francesc Vendrell, el editor Oriol Soler, los dos alcaldes que dirigen las asociaciones municipales independentistas y representantes de ANC y Òmnium- está dividido. Los convergentes recurren al PNV para sondear a Gobierno. El lehendakari Íñigo Urkullu habría llegado a recomendar a Puigdemont la convocatoria electoral a cambio de un 155 muy modulado y "facilidades" procesales para los encarcelados Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, y las autoridades, cargos electos, altos cargos y demás personas investigadas por el golpe separatista. ERC se opone frontalmente.

Según el sector "moderado" del PDeCAT, la amenaza del 155 justifica el adelanto electoral. Es la única manera de evitar una catástrofe. No confían en la defensa popular del autogobierno. Todo lo contrario sostiene el vicepresidente de la Generalidad y líder de ERC, Oriol Junqueras. Las bases separatistas están dispuestas a salir a la calle y permanecer en ella el tiempo que haga falta para defender la república. Una facción de Podemos en Cataluña también está en esa tesitura.

Gritos entre Puigdemont y Junqueras

El choque definitivo entre las dos tesis se ha producido poco antes de la comparecencia de Puigdemont a las cinco de la tarde. Tras una mañana delirante y trepidante, con reuniones en el palacio de la Generalidad, ejecutivas del PDeCAT y ERC, discusiones en Juntos por el Sí, anuncios de dimisiones entre los convergentes y llamadas de la CUP a acosar a republicanos y 'pedecatos', Puigdemont y Junqueras se han encontrado a solas en Palau. Los partidarios de la declaración de independencia exigían a Puigdemont que dimitiera antes de convocar elecciones. Era un clamor. Junqueras se lo dijo a la cara al president en una "conversación" a gritos. Si Puigdemont no estaba dispuesto a proclamar la república debía dejar paso al vicepresidente, presto al sacrificio. De lo contrario, ERC abandonaba el gobierno catalán. Un millar de estudiantes presionaba en la plaza de San Jaime con gritos de "Puigdemont, traidor". También había aglomeraciones ante la sede del PDeCAT con el mismo "discurso". Un estupor no muy diferente del que produjo la república de los ocho segundos, el pasado 10 de octubre, recorría el espinazo de las bases separatistas. El 1-O quedaba en agua de borrajas.

Puigdemont se sobrepuso y retuvo la silla. Las noticias del Senado no sostenían las "garantías" de Urkullu y los socialistas. No había agua en esa piscina o al menos no la suficiente como para abandonar el barco de la república. Su discurso a las cinco de la tarde cerraba la opción de las elecciones, pero no de una manera definitiva. Puigdemont jugó con la vigencia de su potestad para convocar elecciones y abrió un resquicio a una convocatoria minutos antes de que se publique en el BOE un acuerdo del Senado para aplicar la Constitución en Cataluña.

Desconcierto absoluto

Puigdemont salió del Palacio de la Generalidad sobre las cinco y media de la tarde para asistir al pleno del Parlamento de Cataluña que se había retrasado hasta las seis para darle tiempo a reaccionar. A las 13:30 horas el president iba a anunciar elecciones. A las 17:00 confirmó que esa había sido la pretensión, pero que ya no y que hablara el parlamento. Desconcierto absoluto, caos, filtraciones, amagos de dimisión, bronca separatista y fractura absoluta de Juntos por el Sí. Si el 155 provoca profundos disensos entre PP y PSOE, en el caso del frente separatista ha sido dinamitado. En las cuatro horas de incertidumbre entre el trascendido de unas posibles elecciones y su descarte por parte de Puigdemont, ERC y la CUP se han desatado. Hasta los escindidos de Unió han arremetido contra el presidente catalán y su partido.

En el segundo capítulo del día, el pleno ordinario del Parlament, la jefa de la oposición, Inés Arrimadas, y el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, instaron a Puigdemont a convocar elecciones. Aún está a tiempo, le tentaron. El portavoz de Juntos por el Sí, el convergente Lluís Coromines, parecía inclinado por la república. El disidente de Podemos Albano Dante Fachin también abogó por la línea dura.

Soledad y noticias del Senado

Soledad infinita de Carles Puigdemont. Sentado al lado de Junqueras en el hemiciclo catalán agradecía el discurso de Iceta incluso cuando el primer secretario del PSC se ofrecía a acompañarle este viernes al Senado para ofrecer "diálogo verdadero". A última hora de la tarde llegaban noticias a Cataluña. Una modulación del 155. TV3 y Catalunya Ràdio quedaban fuera del radio de acción del artículo. Además, el 155 comenzaba a cobrar forma de medida gradual y provisional en función de los acontecimientos. La pelota ha vuelto al tejado separatista.

El PDeCAT comenzaba a reaccionar también a última hora ante las acusaciones de ERC y la CUP. El equipo de Puigdemont deslizaba que el miércoles se le había ofrecido la presidencia a Junqueras, pero que éste la rechazó porque no le constaba el apoyo completo de Juntos por el Sí. El entendimiento entre Puigdemont y Junqueras está roto.

Continúan los conciliábulos y los contactos entre el Gobierno y el Govern. Puigdemont sigue dispuesto al diálogo hasta el último minuto y llama a la calma a las bases separatistas que se manifiestan contra él y su partido.

Un ojo en el Senado

Carme Forcadell, la presidenta del Parlamento de Cataluña, ha suspendido la sesión hasta las doce del mediodía de este viernes. En las horas previas se han de registrar propuestas, mociones y variaciones. El bloque separatista ya es historia. La misma Forcadell tiene reticencias sobre una votación en el parlamento catalán, como si no quisiera añadir más querellas a su expediente judicial. Sólo hay dos opciones: o independencia y resistencia o elecciones autonómicas. Todo está abierto y sometido a debate. El separatismo tiene un ojo fijado en el Senado.

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