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Los golpistas reconquistan la Generalidad con el visto bueno del Gobierno

El president Torra viaja a Berlín para rendir pleitesía al "legítimo" Puigdemont y Rajoy insiste en dialogar.

El president Torra viaja a Berlín para rendir pleitesía al "legítimo" Puigdemont y Rajoy insiste en dialogar.
Torra y su grupo cantando Els Segadors | EFE

Los Mossos d'Esquadra ya se cuadran ante el president Quim Torra, el número 131 de la Generalidad de Cataluña. A su salida del Parlament alzan los fusiles de ornamento y se llevan el dorso de la mano derecha al entrecejo. Los grupos separatistas, mayoría en escaños pero no en votos, han desencallado el arranque de la duodécima legislatura autonómica con la investidura del valido de Puigdemont, el prófugo de la justicia española refugiado en Alemania.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha hecho todo lo posible por facilitar la investidura del ungido de Puigdemont. También la CUP a través de una abstención que permite al separatismo preservar a los antisistema como garantes desde la "oposición" del carácter republicano del nuevo gobierno de la "autonomía" catalana. El separatismo se anda sin rodeos, recupera la Generalidad para reanudar el golpe y reiniciar el "proceso constituyente".

Sea un instrumento de Puigdemont o tenga vida propia, el protagonista del día, Quim Torra, ha jurado fidelidad eterna al expresidente y su primera providencia es correr a Berlín a rendir pleitesía al presidente "autentico", recibir sus instrucciones y calibrar la tolerancia del Estado después de una nueva ceremonia republicana previa al traspaso de poderes entre el "régimen del 155" y el nuevo presidente, que ha prometido venganza, desobediencia e independencia.

En su última intervención antes de la votación y dirigiéndose a la CUP, Torra ha reafirmado el principal eslogan separatista. Las calles serán siempre suyas. Torra no es más que un voluntario al que le ha tocado en suerte presidir el Comité de Defensa de la Repúbica (CDR) de la Generalidad. Está dispuesto al sacrificio.

El factor alemán

El análisis de los líderes separatistas abunda en la internacionalización del proceso. Puigdemont está convencido de que la justicia alemana se pronunciará en contra de la extradición, como la belga. Cuentan con la debilidad diplomática española para revertir su situación judicial y para forzar una negociación "de igual a igual" con el Estado. Torra es un cartucho, alguien dispuesto a tomar y dar el relevo de la república catalana, un agitador mantenido con fondos públicos en pos de una foto histórica en un balcón oficial, pero sin mochila de partido ni grupos de fans a sus espaldas.

Su nombramiento debe pasar por el cedazo del Gobierno y del discurso como candidato no se infiere ni de lejos que esté dispuesto al diálogo y la negociación que propugna Rajoy. Más bien está dispuesto a negociar los términos de la capitulación del Estado en Cataluña.

Falta que su investidura sea publicada en el Diari y patrocinada por Rajoy antes de que el expediente llegue a la firma del Rey. En Moncloa se insiste en separar el trigo de la cizaña, en esperar a los movimientos concretos de Torra, pero de los primeros escarceos no se deduce más que la continuación del golpe. El Gobierno de Rajoy ha logrado que Puigdemont no sea el presidente oficial de la Generalidad. Puigdemont ha conseguido imponer a su candidato como nuevo presidente de la de la administración autonómica.

Regreso al 1-O

La sociedad catalana retrocede a la casilla del 20 de septiembre de 2017, cuando una turba alentada por los Jordis, Puigdemont y sus consejeros estuvo a punto de linchar a una comitiva judicial, muestra "cívica" previa al referéndum ilegal del 1 de octubre y a la proclamación de la república catalana el 27 de ese mes. Siete después, el separatismo retoma sus despachos, recupera posiciones y reinicia el órdago.

Ante el hecho consumado en el Parlament, Rajoy ya ha programado una reunión con el socialista Sánchez e incluso está dispuesto a hablar con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Plantea un nuevo 155 con TV3 en la mirilla. Pero también quiere conocer a Torra, charlar con el recadero de Puigdemont y probar el "diálogo". El separatismo suma y sigue con Torra, el presidente 131, o el 130 bis en los cómputos de la corte ambulante de Berlín. Es cuestión de horas que el Rey se vea obligado a firmar el nombramiento de Torra, el nuevo presidente catalán.

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