
Sánchez ha hecho nombramientos clave en la Fiscalía tras anunciar las elecciones, ha cambiado medidas laborales por decreto para vender mejoras para los trabajadores frente al calor en plena etapa preelectoral, y ha usado el presupuesto para sus fines electorales, todo ello, en el periodo definitivo de formación de la intención de voto. Y dentro de este uso partidista de todo tipo de presupuestos e instituciones, no podía faltar el riego de dinero público al guerracivilismo. Por ello, Sánchez ha impulsado de urgencia subvenciones a la memoria histórica por valor de 895.000 para que las pague Feijóo si confirma su llegada al poder.
"Modificados los límites de gasto para la convocatoria de subvenciones destinadas a actividades relacionadas con la memoria democrática y las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura 11 de julio de 2023", así explicaba la decisión la reseña de uno de los últimos consejos de ministros de Sánchez. Porque el "consejo de ministros ha aprobado un acuerdo por el que se modifican los límites establecidos en el artículo 47 de la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, para posibilitar al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática la convocatoria de subvenciones destinadas a actividades relacionadas con la recuperación de la memoria democrática y las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura".
El importe de las ayudas de la convocatoria […] para el año 2023 será como máximo de 895.000 euros, del presupuesto de gastos del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática y se imputará al ejercicio 2023 el 75% del importe máximo de cada una de las partidas y al ejercicio 2024 el 25% restante", señala el texto. Es decir, que las subvenciones las pagará el próximo presidente.
Como ha explicado el economista José María Rotellar en Libertad Digital, Sánchez no tiene ningún problema en incrementar el gasto. Y la deuda, claro está. La semana pasada el economista escribía acerca de los anuncios electorales con medidas destinadas a todo tipo de grupos de ciudadanos, con objeto de tratar de atraer voluntades y llenar las urnas con votos a su partido.
Unas decisiones que "incrementarán gasto, déficit y deuda, que es el punto final de todo el derroche. Será muy preocupante, porque sin que todavía se recoja el efecto de las medidas electorales de Sánchez, todo su período de gobierno se ha caracterizado por un constante derroche de dinero público, gastando lo que no tiene, endeudando a los españoles y poniendo en riesgo la sostenibilidad de la deuda, ya que sin el apoyo del BCE tendría dificultades, como se vio cuando el BCE decidió acabar con la compra de deuda soberana. Tanto riesgo tiene que el propio BCE tuvo que convocar un consejo extraordinario para anunciar la creación de una herramienta antrifragmentación y, así, calmar a los mercados", afirmaba Rotellar.
Efectivamente, así es. Y Sánchez usa ese dinero con todo tipo de fines electorales. Entre ellos, el de azuzar a su causa guerracivilista.
Así, en marzo, la deuda aumentó en 15.351 millones. Además, la tendencia alcista de déficit y deuda continúa, pese al exceso de recaudación derivada de la inflación, que, además, ya se va ralentizando (crecimiento de ingresos fiscales de un 15% en el primer trimestre de 2022 frente al incremento del 2,6% en el mismo periodo de 2023, que con la deriva del gasto presionará más sobre el déficit y la deuda).
La deuda tras el paso de Sánchez, por si fuera poco, supera ampliamente los 1,5 billones de euros y se situó en marzo en 1,535 billones de euros de endeudamiento, con 378.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (378.019 millones), según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual. Y eso supone que la deuda sigue incrementándose en alrededor de 200 millones de euros al día (214,18 millones) -casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes- desde que gobierna Sánchez. O dicho de otra manera, Sánchez incrementa la deuda cada minuto en 148.736 euros. Pero, pese a ello, siempre encuentra una partido con la que financiar sus compras de votos.



