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El auge de las sectas y grupos esotéricos en España: "La situación está desbocada"

"Lo religioso cotiza a la baja", asegura el experto Luis Santamaría, pero "hay un boom de todo lo que tiene que ver con la New Age".

"Lo religioso cotiza a la baja", asegura el experto Luis Santamaría, pero "hay un boom de todo lo que tiene que ver con la New Age".
Los adeptos a una secta o grupo esotérico representan un 1% de la población en Occidente. | Pixabay

El caso de Anna Marín ha vuelto a poner sobre la mesa la proliferación de sectas y grupos esotéricos en España. Se cree que la joven de Elche puede haber sido captada por alguna persona o colectivo de este corte que la haya persuadido para marcharse de casa y viajar hasta Perú con el objetivo de "dar un cambio e iniciar una nueva vida". Expresión que ella misma habría utilizado para -escuetamente- explicar a sus padres el motivo de su huida.

Su familia acaba de descubrir que hace meses que la chica dejó la universidad y "rompió abruptamente" con sus amigos, a pesar de que les seguía diciendo que iba a clase y quedaba con ellos cada día. Podríamos decir que Anna ha llevado una doble vida desde noviembre y que las mentiras se han ido amontonando desde entonces. Sus padres no saben dónde iba cuando salía de casa de lunes a viernes para ir a la facultad y volvía horas después.

Una de las cosas que más les llama la atención es la frialdad con la que su hija se comunica con ellos, desde que les dijo que se iba, y la extraña forma de expresarse que ha adquirido en muy poco tiempo, plagada de expresiones y dejes procedentes de Hispanoamérica, como explicaba su hermano David en declaraciones a Libertad Digital. Estos son algunos de los indicios que llevan a pensar en la posibilidad de que alguien esté manipulando o controlando las decisiones de Anna, de 21 años.

Su desaparición recordó -sobre todo inicialmente- a la de Patricia Aguilar, otra ilicitana que se marchó de casa y se fue a Perú en el año 2017. En su caso fue engañada por el líder de una secta, del que ella misma reconoció haberse enamorado, que la captó cuando aún era menor -tenía 16 años-. La convenció de que había sido elegida para repoblar el mundo ante un inminente apocalipsis. La joven, que vivió con el gurú y su harén durante 548 días, fue encontrada cuando estaba con su bebé (hijo de su captor) en medio de la selva.

Es obvio que hay señales que pondrían en alerta a cualquier padre, pero aún estamos lejos de saber si Anna está bajo la influencia de alguna persona o grupo de este tipo. De momento, la policía peruana ha logrado localizarla, sabe su dirección y ha comprobado que no hay una situación de peligro inminente. "A estas alturas aún no podemos aventurarnos a confirmar ninguna de las hipótesis", advierte el teólogo e investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) Luis Santamaría del Río en declaraciones a este periódico.

Él, que lleva 25 años investigando sectas y grupos esotéricos, reconoce que hay elementos del caso de Anna que le hacen pensar en la posibilidad de que la haya sido captada por una secta, grupo o persona particular que pueda estar ejerciendo sobre ella lo que los expertos denominan "persuasión coercitiva". Sin embargo, advierte sobre la importancia de que su familia actúe con cautela

Independientemente de si la marcha de Anna tiene que ver con una secta o no, hemos de saber que las captaciones de personas de todas las edades y perfiles -normalmente aprovechando una situación de vulnerabilidad- por parte de este tipo de grupos, están a la orden del día. En España, convivimos con cientos de sectas y grupos esotéricos. Es complicado dar una cifra exacta pero "la situación actual está desbocada", asegura el experto en sectas consultado por LD.

Centenares de grupos

Para que nos hagamos una idea, hace una década Santamaría realizó un estudio exhaustivo sobre las sectas en nuestro país y ya entonces le salió un recuento de 350 grupos. "Un número muy conservador", advierte, "porque hay muchos grupos que desconocemos". En los últimos cinco años, en los que ha investigado específicamente los de origen cristiano, su cálculo se ha duplicado. "Y eso que estas no son precisamente las que más crezcan ni las que más atraigan a la sociedad española hoy en día", exclama.

"Lo religioso y en concreto lo cristiano cotiza a la baja en una sociedad secularizada como la nuestra. Lo que crece y lo que atrae ahora son todas las sectas que se mueven en torno al crecimiento personal, al potencial humano, la autoayuda o las terapias naturales", explica Santamaría. Cuanto más se investiga, más se descubre". En los países occidentales la estimación es que un 1% de la población pertenece a una secta o grupo de este corte. En Hispanoamérica el porcentaje aumenta hasta el 2-3%.

El boom de las New Age

"Hay un boom de todo lo que tiene que ver con la New Age, la Nueva Era", destaca Santamaría. Así lo atestiguan -entre otras cosas- las múltiples operaciones policiales que se han llevado a cabo en los últimos meses contra "grupos neochamánicos, en su mayoría por el tema del consumo de la ayahuasca o de otras sustancias alucinógenas de origen natural, o indígena". "Todo esto está de moda", exclama.

"Los retiros en la naturaleza, todo lo que está en torno al yoga, al mindfulness, la sanación... Son reclamos muy populares de las sectas hoy en día", asegura el experto. Los utilizan para colarse incluso entre las actividades programadas o auspiciadas por muchos ayuntamientos, que han acabado convirtiéndose en "los mayores cómplices de la captación de las sectas en España". Santamaría asegura que él mismo ha alertado a algunos de ellos -a través de Twitter- en las últimas semanas. Huelga decir que le han hecho caso omiso.

Según sus investigaciones, es más habitual de lo que pensamos que monitores o profesores de actividades aparentemente inofensivas, como pueda ser el yoga, utilicen sus clases para la captación de nuevos adeptos que sigan distintos tipos de terapias o acudan a retiros de diferente índole. A priori, nadie desconfía de estos gurús que defienden un estilo de vida saludable. Menos aún cuando están respaldado por una administración.

Radiografía de una secta

Hablamos de grupos en los que se ejerce lo que los expertos denominan "persuasión coercitiva" o "abuso psicológico". "Una influencia indebida sobre una persona a la que después de un proceso -no es algo que pasa de la noche a la mañana, no es ningún mecanismo mágico, sino que es algo que está perfectamente estudiado- logran enganchar y hacerla dependiente", explica el autor de ‘A las afueras de la cruz’, entre otros libros sobre esta temática.

Para que hablemos de secta, se tiene que dar la circunstancia de que sea "un grupo, que no tiene por qué ser grande -de hecho, nos encontramos cada vez más con fenómenos de grupos muy pequeños, que a lo mejor no llegan a diez personas-, en el que una persona ha sido capaz de congregar en torno a sí a varios que creen que se trata de alguien extraordinario, que tiene unas cualidades especiales, y de arrastrarlos a su delirio".

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Patricia Aguilar junto al harén y los hijos de su gurú (ARCHIVO/EFE).

Si ponemos como ejemplo el mencionado caso de Patricia Aguilar, uno de los más mediáticos de los últimos años, hablamos de "un hombre con un pequeño grupito, con un harén. Unas mujeres a las que tenía sometidas y que eran sus esposas -entre comillas- para repoblar el mundo después del Apocalipsis", Es decir, que el líder de una pequeña secta (escindida a su vez de una de las sectas gnósticas presentes en Perú) "ha impuesto una serie de ideas a unas personas mediante un proceso de manipulación psicológica".

Por tanto, "no ha respetado la libertad de esas personas". "La clave es el tema de la libertad. Cuando hablamos de una secta, por inocua o inofensiva que pueda parecer, siempre falla". "Hay distintos grados de peligrosidad, por supuesto. Pero siempre hay un engaño, una doble cara. La externa puede ser un grupo religioso, una asociación cultural o un grupo terapéutico. En la interna, se trata de una serie de personas, por pocas que sean, que dependen totalmente de las directrices de ese gurú".

Los gurús y sus perfiles

"En el mundo de los líderes sectarios hay de todo", advierte Santamaría. Pero podemos clasificar a estos gurús fundamentalmente en dos grupos: farsantes y convencidos. Los primeros no auténticos "caraduras que ven la forma de lucrarse y vivir a costa de los demás". "Son estafadores", sentencia.

No obstante, los que más éxito tienen son los del segundo grupo: "los que se creen, de una u otra manera, lo que están diciendo". Es lógico que así sea. "Como ellos están convencidos, resultan más convincentes para las personas que acaban creyendo en ellos". Éstos suelen tener "rasgos de la personalidad que podríamos considerar narcisistas o paranoides, tal como están descritos por el DSM-5 (el manual de diagnóstico más usado en psiquiatría a nivel mundial)".

"También nos encontramos con gurús con rasgos psicopáticos, como los de casos conocidos de suicidios colectivos y grandes masacres protagonizadas por sectas", añade. "Ahí estaba el cadáver del líder como prueba de que su convencimiento. Es decir, hizo a los demás víctima de su delirio pero él también fue víctima".

Cómo actuar

Si tenemos la sospecha de que alguien de nuestro entorno ha podido caer en las redes de una secta o grupo esotérico, debemos intentar constatarlo "haciendo memoria para detectar qué cambios ha habido en la actitud, en la forma de hablar, en las costumbres, la forma de vestirse y de alimentarse, los horarios, las compañías...". Algo que a veces es complicado "si la persona lo ha hecho bien" y "ha sabido ocultarlo". "A veces las familias lo viven como si se tratara de un cambio repentino y es por este motivo", explica Luis Santamaría del Río.

Es importante descubrir "de dónde pueden venir esos cambios". "Los temas de conversación, las fuentes de información que se citan, los libros que se leen o los vídeos que se ven" nos pueden dar la clave de "si se trata de algo de tipo religioso, de tipo espiritual, de tipo esotérico o de teorías de la conspiración, que es algo que ahora también". Eso sí, "lo último que hay que hacer es enfrentarse" a la persona en cuestión.

"Si hay un grupo o una persona que esté influyendo sobre la potencial víctima, lo primero que intentará es aislarla de su entorno y ya le habrá sembrado cierta desconfianza con respecto a su familia y sus amigos", argumenta. "Incluso le habrá avisado de que esas nuevas ideas o esa nueva vida van a ser rechazadas", de manera que la persona "se va a blindar y se va a refugiar más en ese grupo o persona, cuando alguien -con toda su buena intención- le diga: no te das cuenta que están engañando, se quieren aprovechar de ti...", advierte el experto en sectas.

El método de ‘las tres C’

Él recomienda utilizar la estrategia de ‘las tres C’: contacto, comunicación y cariño. "Hay que mantener abiertas todas las vías de comunicación y hacer que ese contacto sea positivo, que no acabe siempre en discusión cuando se saca el tema". Sería importante que pudiéramos llegar a "valorar lo aparentemente bueno que pueda aportarle esa novedad que ha incorporado a su vida".

"Desde ahí, se puede lograr que esa persona hable con libertad y que cuente lo que le está pasando sin autocensurarse. Y esto será una fuente de información magnífica para que la familia o los amigos puedan ayudar a la persona a que dude o ponga en cuestión las cosas. Pero no se puede hacer directamente, sino con mucho tiempo, mucha paciencia y mucho cariño".

El objetivo sería "que se diera cuenta de las contradicciones, de los dobles juegos, de que tiene una cara externa y otra interna.... Y hacerle ver que desde que empezó a estar con ellos hasta el momento actual ha habido una evolución, un proceso del que tiene que ser consciente, que no lo suelen ser", añade Santamaría.

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La representación del dolor de los familiares de las personas captadas por una secta. AFECTADO ANÓNIMO.

Ayudarle a ser libre

Por otra parte, "hay que lograr que viva momentos agradables con su entorno, porque desde la secta o la persona que capta se le intentará convencer afectivamente de que su lugar está ahí, de que los que lo quieren son los de su nuevo grupo". "Hay que mostrar con hechos que se le quiere incondicionalmente y que su familia, o sus amigos, va a estar siempre con esa persona sin juzgarla, sin rechazarla, sin condenarla". señala el investigador.

Hay que tener en cuenta que "las sectas invierten mucho en la captación de sus adeptos y la familia tiene que estar a la altura de las circunstancias". Es importante "pedir ayuda a asociaciones o profesionales que -si no es posible trabajar directamente con la víctima, que lo suele rechazar de plano- pueda darles unas pautas para su caso concreto". "Nuestro primer objetivo no es sacar a esa persona de ahí, sino ayudarle a que sea libre, a que decida en libertad", destaca. "Eso es lo más importante".

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