El padre ‘Fran’, de 34 años, fue detenido el pasado 11 de septiembre en la localidad malagueña de Vélez-Málaga. Se le acusa de haber agredido sexualmente a varias mujeres. Al menos cuatro. Una de sus exnovias, con la que llegó a convivir cuando residía en Melilla, entregó en la comisaría de la ciudad autónoma un disco duro con material audiovisual que no deja lugar a dudas.
El sacerdote aparecía en la mayoría de los videos manteniendo relaciones sexuales con mujeres inconscientes, aparentemente dormidas o muy drogadas. Los investigadores señalan que previamente las sedaba para "anular su estado de consciencia". En el dispositivo de almacenamiento portátil había cinco carpetas clasificadas por las iniciales de las víctimas, lo que facilitó su identificación.
Todas ellas han sido localizadas y ninguna tenía conocimiento de las grabaciones, ni siquiera la única que sí mantuvo relaciones sexuales conscientes y consentidas con el cura. A ésta ni la sedó ni le hizo falta abusar de ella, pero sí grabó las escenas pornográficas sin que la mujer tuviera conocimiento de que estaban siendo filmadas. Se le atribuyen cuatro agresiones sexuales y cinco delitos contra la intimidad.
Pero la investigación no acaba aquí, hay que seguir tirando del hilo. La Policía Nacional analiza minuciosamente ahora el material tecnológico que había en el piso en el que el cura residía cuando fue arrestado. Una casa que en pasado fue el domicilio familiar. Está ubicada en Vélez y es propiedad de su madre, una ex monja clarisa que vive con su actual pareja en otro pueblo de la provincia de Málaga.
"Hay que visualizar y determinar el contenido de todo lo incautado", explican fuentes policiales a Libertad Digital, "y hay que recuperar los archivos que ha borrado para buscar más víctimas". Los investigadores están convencidos de que hubo más agresiones sexuales y puede que en el material eliminado por el cura malagueño haya pruebas de ello. La clave está en las fechas de los videos que tienen en su poder.
Buscan más víctimas
"Son sólo de 2017 a 2019", nos recuerdan las mismas fuentes, "tres años que empiezan a contar en el momento en que se ordena sacerdote". "Tiene que haber más víctimas, como mínimo posteriores", añade. "No puede parar de repente. Es un depredador sexual", asevera. Y, aunque todo apunta a que "puede haber utilizado su cargo de sacerdote para hacer eso", también "puede haber hechos delictivos previos".
Los investigadores han de determinar "si estamos ante un depredador sexual de carácter obsesivo" a través del análisis de la selección de sus víctimas, "si son casuales o están elegidas". Sabemos que él se escondía tras la apariencia de cura moderno y enrollado, y que las cuatro mujeres a las que agredió sexualmente eran "sus amigas, personas de su círculo", pero hay que ver "si responden a un perfil determinado".
¿Compartía el material?
Nuestras fuentes nos ponen como ejemplo el modus operandi del violador de Ciudad Lineal. "Es el caso más brutal y salvaje que tenemos en España", exclaman. "Seleccionaba un tipo de niña, con una determinada estatura, una determinada edad... Eso es un depredador obsesivo", señalan. En el caso del cura malagueño, como en cualquier otra investigación de este tipo, "no hay que descartar nada sin explorarlo previamente".
En consecuencia, van a estudiar cuál era el objetivo de la grabación de las agresiones sexuales a mujeres inconscientes, "si era para autoconsumo o para compartirlo". No es que apuesten porque sea lo segundo, pero "se tiene que mirar si el material lo ha enviado o no", porque si fuese así "estaríamos hablando de una posible red de distribución de este tipo de contenido pornográfico, que es muy grave".