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Sánchez utiliza la inmigración para dividir y tensionar a la sociedad y a la oposición

La política de Sánchez, también en materia de inmigración, es buenista, divisiva, irresponsable y frívola.

La política de Sánchez, también en materia de inmigración, es buenista, divisiva, irresponsable y frívola.
Inmigrantes africanos llegan a puertos canarios | Europa Press

La (no)política de Sánchez con el problema de la inmigración se puede describir como buenista y divisiva, además de irresponsable. Buenista, porque sólo ve los beneficios de la inmigración para España sin atender, ni reconocer previamente, los problemas que crea; y divisiva porque rehúye el acuerdo con el PP, partido que lidera las CCAA más afectadas por el flujo de inmigrantes.

Se niega a llegar a un pacto de Estado con el partido que ha ganado las últimas elecciones, y a continuación les tilda de racistas y xenófobos por no aprobar la modificación de la Ley de Extranjería antes de verano. Si realmente fuese consciente del grave problema humanitario que están sufriendo las CCAA se habría tomado la molestia de hablar con los presidentes autonómicos de Baleares, Valencia, Andalucía, Ceuta y Melilla. Con el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, lo hizo después de días recibiendo críticas por su estancia en La Mareta sin interesarse por la crisis humanitaria que viven las Islas Canarias.

Tras la reunión, Sánchez se ha comprometido ayudar con una cantidad ridícula de dinero: 50 millones de euros, cuando en Canarias están absolutamente desbordados y se espera que, a partir de septiembre se produzca una auténtica hecatombe.

Su negativa a tratar este problema con el PP sólo puede calificarse de irresponsable y frívola, puesto que la inmigración es competencia del Gobierno central, pero debe ser gestionada por las CCAA. No acordar con el PP es no pensar en las consecuencias que esta soberbia tiene para muchos seres humanos que arriesgan su vida para llegar a nuestras costas. Por no hablar de que las tensiones sociales pueden acabar en estallidos de violencia en las calles, como ha ocurrido recientemente en Reino Unido.

Por otra parte Pedro Sánchez ha negado, al menos públicamente, que una inmigración descontrolada esté provocando problemas en las CCAA de acogida completamente desbordadas, y otros posibles problemas que no quieren verbalizar, como que este tipo de inmigración conlleva problemas de seguridad y afecta, muy especialmente, a los barrios españoles más humildes. A quién ose señalar que la inmigración irregular y desordenada causa problemas los califican de fachas y xenófobos, salvo si te llamas Carles y te apellidas Puigdemont.

Es en estos barrios menos ricos donde calan las propuestas de partidos de la derecha extrema o ultraderecha que, con un discurso que roza claramente la xenofobia, se ganan los votos de aquellos que se ven abandonados por la deriva del Gobierno de Sánchez sobre la materia. Por ello, el que se presenta como "campeón contra la ultraderecha" lo que hace es alentar su auge con esta política frívola e irresponsable en inmigración. Claro, que igual es uno de los objetivos del presidente del Gobierno: que el malestar por los efectos negativos de la inmigración irregular haga subir a la extrema derecha de Vox y Alvise e impida a Feijóo obtener la mayoría necesaria para gobernar.

No hay prevista una Conferencia de Presidentes

Tampoco hay noticia de la convocatoria de una Conferencia de Presidentes autonómicos para tratar el tema de la inmigración. La que está prevista, pero sin fecha cerrada, es una sobre vivienda —otro de los graves problemas que tiene España sobre el que tampoco ha hecho nada, más que prometer decenas de miles de viviendas cuando se acercan las elecciones— manifestando de nuevo que la inmigración no es para Sánchez algo prioritario cuando es uno de los primeros problemas a los que se enfrenta no sólo España, como frontera sur de la UE, sino todos los países de Europa.

Y es que el problema de fondo está es que Sánchez, y la izquierda en general con su visión buenista del problema, no quiere reconocer que la inmigración, con sus aportaciones buenas, está provocando problemas. Más allá de los bulos y las fakes news, es evidente que, al menos en la percepción popular, la inmigración trae problemas de delincuencia e inseguridad a esos barrios.

Desde que escribió en Manual de Resistencia que su actuación con el Aquarios iba a ser un hito en cómo se tiene que afrontar este problema, Sánchez ha dado tantos bandazos que se puede afirmar que no tiene una política migratoria propiamente dicha, salvo la de utilizarla para crear problemas al PP a costa de Vox o Se Acabó la Fiesta.

La gira africana

El presidente Sánchez ha comenzado este curso político con una gira por varios países de África, aquellos que lanzan a sus inmigrantes y los de otros países hacia las costas españolas, pero no parece que el enfoque esté siendo el correcto, en cuanto que se está dedicando a vender España como "destino" provocando un "efecto llamada", como ha criticado el PP.

Lo mismo señaló Miguel Tellado en una entrevista en Es la Mañana de Federico, en esRadio, donde describió el acuerdo del presidente con Mauritania de "disparate" que puede atraer todavía más inmigración irregular, provocando con ello la muerte de cientos de personas que intentan alcanzar las costas españoles, algo de lo que "corresponsabiliza" a Sánchez.

"Mientras Francia o Italia hablan de deportaciones masivas, y acuden a los países de origen para frenar la llegada de inmigrantes irregulares, Sánchez habla de regularizaciones masivas", dijo el portavoz parlamentario del PP.

Mientras Sánchez continuaba su gira por África, varios ministros del Gobierno —Félix Bolaños, José Manuel Albares e Isabel Rodríguez— salieron en tromba contra Feijóo y Tellado, con el argumentario de que alimentaban "la xenofobia y el odio" y de actuar con "bajeza moral" en el problema de la crisis migratoria.

Fuentes oficiales del PP llamaron la atención de que "sólo 24 horas" después de la salida en tromba contra el PP por denunciar que la política migratoria de Sánchez iba al "revés" que en otros países europeos, donde "hablan de deportaciones masivas" sin tantos tapujos, "anoche el presidente del Gobierno evolucionó su postura y habló de la necesidad de expulsar a aquellas personas que entran irregularmente en nuestro país".

Otro bandazo, uno más, del presidente del Gobierno. Ni lidera la respuesta en Europa ni tiene una política sobre inmigración, al contrario: lo único que se constata es que el Gobierno no tiene un plan para frenar en origen el flujo continuo y masivo de inmigrantes.

Entre la irresponsabilidad de Sánchez y la intransigencia de otros partidos políticos, el PP trata de encontrar una solución al problema más próxima a las políticas de Alemania o la Italia de Meloni, de las que hablaremos en la próxima entrega,

Mafias y el mínimo compromiso financiero

Otro problema que parece tabú para el Gobierno, y sobre el que evita pronunciarse, es el de la existencia de mafias que se hacen ricas a costa del sufrimiento de los que se juegan la vida por llegar al paraíso europeo. Igual Sánchez piensa que hablar de ello es dar la razón a los fachas, así que lo mejor es la política del avestruz, con la que, desde luego, no se soluciona uno de los gravísimos problemas asociados a la inmigración ilegal. Si no reconoces el problema, no puedes solucionarlo. Como señalaba Feijóo, "en vez de ir a África a combatir las mafias, Sánchez promociona España como destino. Al revés que el resto de la UE".

Por último, hay que hacer mención al escaso compromiso económico que está dispuesto a asumir este Gobierno para luchar contra todos los problemas que conlleva la avalancha de inmigrantes. El pasado mes de febrero España se comprometió a destinar 200 millones de euros en 5 años a Mauritania para financiar el plan para frenar la inmigración ilegal. Después se han comprometido 50 millones de euros para Canarias, que vive una situación dramática… son todas cifras muy pequeñas al lado del compromiso, por ejemplo, de Giorgia Meloni, cuyo proyecto para frenar la inmigración (el Plan Mattei) cuenta con un presupuesto inicial de 5.500 millones de euros.

En conclusión, puede afirmarse sin miedo a equivocarse que Pedro Sánchez no ha tenido ni tiene aún una política seria y responsable sobre inmigración y que el agravamiento del problema lo utiliza para dividir y tensionar a la sociedad y a los partidos de la oposición.

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