Menú

Las clarisas de Pedralbes se van de Barcelona y los capuchinos quieren convertir su convento en un museo antifranquista

Goteo de bajas en la comunidad monacal de la capital de Cataluña y miles de metros cuadrados "premium" en el aire.

Goteo de bajas en la comunidad monacal de la capital de Cataluña y miles de metros cuadrados "premium" en el aire.
Fachada de la Iglesia de los Capuchinos en Barcelona. | Wikipedia

El próximo 15 de febrero está previsto que las tres últimas clarisas que habitan en el Monasterio de Pedralbes abandonen el enclave para trasladarse al convento de Vilobí d'Onyar, en Gerona. El fallecimiento en mayo del año pasado de la última abadesa, Montserrat Casas, y las instrucciones del Vaticano, que impiden elegir superiora en las comunidades de menos de cinco monjas han propiciado el desalojo del histórico cenobio.

Pero las clarisas no son las únicas que abandonan su emblemático recinto. Parecida situación atraviesan los Hermanos Capuchinos, quienes ante la falta de relevo pretenden convertir el histórico convento de Sarriá en un museo de la represión franquista, según avanza el portal de información religiosa no nacionalista Germinans.

Según el citado medio, "solo quedan 21 frailes en activo, 7 en enfermería y 3 hindús de refuerzo fruto de una colaboración con la provincia de Tamil Nadu". Pero es que además concurre otra circunstancia: los capuchinos de Cataluña y Baleares no quieren formar parte de las provincias capuchinas de España. Fracasaron en el intento de formar parte de las provincias portuguesas, pero la situación de los capuchinos en el país vecino es similar a la de los catalanes, sin relevo por falta de vocaciones. En esta tesitura, ahora buscan integrarse en alguna de las provincias italianas, mucho más nutridas de religiosos de la hermandad.

En paralelo, han emprendido gestiones con los partidos y las instituciones de Cataluña a fin de que su convento sea incluido en el catálogo de edificios de la "memoria histórica" antifranquista, como la sede de la Jefatura Superior del Cuerpo Nacional de Policía en la Vía Layetana. El cenobio de los capuchinos en Sarriá fue el escenario de la "capuchinada" de 1966, un encierro de estudiantes que duró tres días, hasta el desalojo policial, y que culminó con una manifestación de sacerdotes ensotanados por el centro de Barcelona.

El recuerdo de ese episodio es al que aluden los capuchinos en sus gestiones para convencer a las administraciones a fin de "resignificar" el edificio. Y como en el caso de las clarisas de Pedralbes, están en juego poderosos intereses inmobiliarios.

El Ayuntamiento de Barcelona recuerda que en 1972 se firmó un convenio por el que las clarisas cedían el edificio histórico de Pedralbes, en el barrio más caro de la Ciudad Condal, y la propiedad del imponente huerto de la comunidad para usos museísticos siempre que el municipio se hiciera cargo de las reformas, rehabilitaciones y viabilidad económica del emplazamiento.

Contra todo pronóstico, la exalcaldesa Ada Colau profesaba una gran simpatía por las clarisas, no faltó a ninguna de las tradicionales recepciones en el monasterio con ocasión de la festividad de Santa Eulalia y renovó el convenio firmado en la época franquista. La marcha de las clarisas supondrá que el Ayuntamiento, del que ahora es alcalde el socialista Jaume Collboni, se haga dueño y señor de un complejo cuya primera piedra data de 1326.

De poco parece que vaya a servir la recogida de firmas emprendida por un grupo de ciudadanos para evitar que la marcha de las tres religiosas suponga el fin de una historia que se remonta siete siglos atrás. De poco servirá si nos atenemos al derribo de la parroquia del Espíritu Santo en la travesera de Gracia de Barcelona.

Un patrimonio inmobiliario incalculable

En cuanto a los capuchinos de las provincias eclesiásticas de Cataluña y Baleares, el autor de la información en Germinans, el abogado y experto en asuntos religiosos Oriol Trillas, da cuenta del poderío inmobiliario de la orden: convento de Pompeya en la Diagonal, el ya citado de Sarriá, otro convento en el barrio gótico más otras instalaciones en Arenys de Mar, en el centro de Igualada, y en la plaza de España de Palma de Mallorca. "Poco fraile y mucho ladrillo", alerta Germinans. "Un patrimonio inmobiliario incalculable".

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal