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Un feminismo dividido celebra un 8-M enfangado por los escándalos sexuales de la izquierda

"Si politizamos el feminismo estamos jodidos", ha concluido una de las entrevistadas por este Libertad Digital.

El movimiento feminista afrontaba uno de los 8M más polémicos de los últimos años. Después de la división de las manifestaciones en dos a favor y en contra de la Ley Trans que Irene Montero llevó a cabo en 2022, las organizaciones se enfrentaban a una movilización marcada por las acusaciones de delitos sexuales al exportavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón, y a uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero; y por las últimas informaciones que han revelado que el exministro socialista José Luis Ábalos era acompañado por la joven Jéssica, que estuvo viviendo gratis durante más de dos años en un apartamento que supuestamente habría pagado la trama Koldo, que también le habría conseguido un sueldo sin trabajar en una empresa del Ministerio de Transportes que dirigía el también exsecretario de Organización del PSOE.

En este contexto ha tenido lugar la manifestación de la mañana que, organizada por la Comisión 8M —históricamente vinculada a los morados—, estaba a favor de la segunda ley más polémica de la exministra de Igualdad y tenía a partidarios de la regulación de las "trabajadoras sexuales". En ella, han tenido representación tanto los socialistas, como Sumar y Podemos; algo que los populares han tachado de "hipocresía" al creer que la formación liderada por Pedro Sánchez y sus socios de Gobierno no podían "dar lecciones de feminismo". "La manifestación de la mañana no es feminista, es una farsa", han apuntado los representantes del PP en declaraciones a los medios de comunicación.

La segunda manifestación, la de la tarde, estaba impulsada por el Movimiento Feminista de Madrid, que se posiciona en contra de "las hermanas trans", como ha definido una manifestante a favor de la norma a Libertad Digital; y exige la abolición de la prostitución. Una cantinela que ha llevado por bandera la actual titular de Igualdad, la socialista Ana Redondo; que ha asistido a ambas movilizaciones, vaya a ser que molestase a alguna de las partes del movimiento. Eso sí, las dos las ha terminado Redondo en la Plaza de España, esa que veía Jéssica desde el piso que nunca supo quien pagaba, o eso dice ella.

Una participación engañosa

Entre ambas, han logrado una participación que rozaba a la movilización del pasado año, si bien varias personas han explicado a este diario que habían asistido a las dos para apoyar al movimiento feminista. Han sido 25.000 personas según Delegación de Gobierno —la friolera de 80.000 si hacemos caso a las organizadoras— las que han asistido a la movilización matutina; mientras que la de la tarde ha gozado de una afluencia de 9.500 personas, según el recuento de la Delegación.

Unos números muy alejados a las grandes manifestaciones de cientos de miles de personas que tenían lugar hace tan solo unos años, cuando los errejones, los monederos, y los ábalos eran todavía referentes del manto morado, que este año ha acogido a cuantas reivindicaciones se han puesto por delante: abolicionismo, respeto a las trabajadoras sexuales, antirracismo, anticapitalismo, comunismo, antifascismo… Es decir, todo lo que entrase para paliar los escándalos políticos.

Porque el movimiento feminista ha pasado de corear "sola y borracha quiero llegar a casa" o "tranquila hermana, aquí está tu manada" junto a pancartas que apoyaban la legalización de la prostitución por la mañana; a cantar "el feminismo es abolicionista" o "los puteros pagan por violar", sin olvidar, claro está, "cuidado, cuidado, puedes tener un putero a tu lado". Un amplio paraguas ideológico bajo el que se han cubierto de la incesante lluvia tanto las que defendían que el hijab era empoderamiento como las que exigían a la comunidad internacional que diese un paso al frente por los derechos de las mujeres en los países islamistas.

Justificando los escándalos

Todo ello, eso sí, en un ambiente de justificación —pese a la condena inicial de las manifestantes— de los escándalos de índole sexual y machista que han rodeado a la izquierda en los últimos meses. "Lo de Monedero y Errejón hay que mirarlo entre comillas", ha expresado una de las manifestantes antes de continuar: "lo de Errejón no lo veo". "Estamos súper decepcionadas con que políticos de nuestra ideología hayan llevado a cabo semejantes acciones de mierda", ha reconocido a LD otra de las entrevistadas antes de apostillar su amiga que "los del otro lado también lo hacen mal". "También lo ha habido en la derecha", ha dicho otra.

Un marco en el que, de una forma u otra, se llegaba a la desvinculación de la política y el feminismo, cuando la primera ha sido siempre la impulsora de la segunda, además de haber llevado el timón. "Si politizamos el feminismo estamos jodidos", ha concluido una de las cuestionadas por este periódico. Pues será eso, será que estamos jodidos.

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