Como se vio en la moción de censura de Vox y Ramón Tamames –en la que cedió a la vicepresidenta tercera un papel estelar–, Pedro Sánchez ha hecho una apuesta total por Yolanda Díaz y su proyecto Sumar, con el que pretende revitalizar sus opciones electorales y, llegado el caso, tener un socio a su izquierda más cómodo de lo que han sido los podemitas en esta legislatura.
Sin embargo, la plataforma de Díaz no ha empezado con el mejor pie y en este momento lo más probable es que Podemos no forme parte de la coalición impulsada por la vicepresidenta, lo que mermaría mucho las posibilidades electorales de Sumar.
Y ese es una de las primeras equivocaciones de Sánchez, que ha precipitado un proceso para el que es obvio que ni Podemos ni la propia Sumar estaban preparados. Además, el presidente está moviéndose en una lógica eminentemente electoral que es probable que no sea la de Pablo Iglesias y los suyos, que parecen moverse en escenarios que van más allá de las elecciones de final de año y que, en cualquier caso, descuenta que si la izquierda pierde el poder los grandes derrotados no van a ser ni él ni Podemos, sino el propio Pedro Sánchez y también Yolanda Díaz.
Lo más importante de todo, en cualquier caso, es constatar que si finalmente la izquierda llega dividida en tres candidaturas a las elecciones, no van a tener ninguna posibilidad de mantenerse en Moncloa, sobre todo porque si el voto de Unidas Podemos se divide en dos – y eso en el mejor de los casos porque Yolanda Díaz no es una buena candidata a pesar del entusiasmo que levanta en la izquierda – en lugar de los 35 diputados que logró en 2019 se quedaría, como mucho, en una veintena que es claramente insuficiente para que Sánchez logre una nueva investidura.