El liberalismo económico y político debe desaparecer de Iberoamérica. Da igual que eso suponga un lastre para el desarrollo del continente, que millones de familias pierdan parte del nivel de vida ganado con el sudor de su frente o que la pobreza vuelva a castigar a la población. El objetivo es implantar políticas populistas, una nueva suerte de neo-comunismo, a imagen y semejanza de lo establecido en la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro o en la Bolivia de Evo Morales.
Ése es el objetivo con el que nació el Grupo de Puebla, una alianza política, que funciona también a modo de foro de ideas no reglado, y que está comandando por personalidades políticas de extrema izquierda tanto de Iberoamérica como de España. Es la versión ultra-elitista del Foro de Sao Paolo, la alianza de partidos fundada en los noventa para reorganizar el espacio pro-soviético de América Latina una vez que cayó el Muro de Berlín y la Unión Soviética pasó a mejor vida.
De él forman parte políticos que han ocupado espacios importantes de poder en sus países. Esos que pueden ser considerados como personalidades de alto nivel, a los que se estima capacitados para dar lecciones y recomendaciones de política aquí o allá, aunque después de pasar por el poder en sus respectivos países lo dejasen todo como un solar. Aunque terminaran siendo echados a gorrazos por su electorado porque dejaron el país en la quiebra económica y social.
El último en sumarse a este grupo es Pedro Sánchez, que entró gracias a Zapatero. El expresidente del Gobierno tiene muy buenos contactos y relaciones con los líderes comunistas como Evo Morales y Nicolás Maduro. La dictadura de Sánchez se alinea con este grupo comunista que ha llevado a la ruina a Latinoamérica.

