Cuando no han transcurrido ni 48 horas desde que Santiago Abascal haya revalidado su mandato como presidente de Vox, y después del chaparrón de ataques que lanzó contra los medios para intentar negar que el partido viva una crisis interna, la dirección nacional ha perdido el control de Vox en Balares. Cinco de los siete diputados que les quedaban se han declarado en rebeldía y no responden ya ante Madrid.
Los díscolos decidían esta mañana, sin previo aviso, expulsar a los otros dos diputados del grupo parlamentario: Gabriel le Senne y Patricia de las Heras, presidenta del partido en las islas. El primero es, además, el presidente del Parlamento balear y, según recoge el Reglamento de la Cámara, deberá dejar su cargo, aunque fuentes consultadas por Libertad Digital no descartan que pueda enrocarse en el puesto, dada la ambigüedad con la que está escrita la norma parlamentaria.
La portavoz parlamentaria, Idoia Ribas, daba a conocer la decisión en una comparecencia ante los medios sin preguntas, en la que ha dicho que "trabajaremos codo con codo con el PP, que nos necesita", dando a entender que el detonante habrían sido las discrepancias internas existentes en el seno del grupo sobre la estrategia política a seguir con el Gobierno de Marga Prohens. "No vamos a permitir que nada ni nadie se interponga en ello", ha insistido Ribas.
Prohens gobierna en solitario con 25 diputados pero necesita del apoyo de otros cinco para sacar adelante sus medidas. Fuentes del partido explican que la situación interna de Vox no afectaría a la mayoría parlamentaria, puesto que los cinco díscolos ya han mostrado su predisposición a seguir negociando y respaldando sus propuestas, informa Miriam Muro.
El futuro de Vox Baleares
Le Senne y de las Heras deberán pasar ahora al Grupo Mixto, junto con el otro diputado de Vox Baleares, Xisco Cardona, que ya abandonó el partido hace apenas unas semanas entre duras acusaciones contra la dirección nacional, a la que se había mostrado fiel y que no fue capaz de restituirle en su cargo de portavoz adjunto cuando los díscolos le apartaron.
Madrid valoró entonces que, dado que los rebeldes eran mayoría, no podían enfrentarse a todos y optaron por aceptar su decisión para evitar, precisamente, lo que ha acabado ocurriendo igualmente: la implosión del partido y la pérdida del control sobre el grupo en un caso que recuerda al ocurrido en Murcia la anterior legislatura, como ha dicho el propio secretario general, Ignacio Garriga, en rueda de prensa desde Bambú. Una crisis que, a la vista de los hechos, se cerró en falso.
Garriga ha anunciado la apertura de un expediente de expulsión contra los cinco diputados que, según dice, han actuado por su cuenta y riesgo, sin informar previamente a la dirección nacional de la expulsión de Le Senne y De las Heras, a los que sí ha mostrado su apoyo. Ello implica que los cinco deberían también pasar al Grupo Mixto, donde los ocho de Vox logrados en las pasadas autonómicas pasarían a tener que coordinarse para repartirse tiempos de intervención y la asignación económica.
Fuentes de Vox explican que conocieron la noticia por teléfono, una vez ya se había consumado la decisión, y que la ausencia de los cinco diputados de Baleares en la Asamblea del pasado sábado, ya les puso en preaviso sobre el estallido de una posible crisis interna, como así ha ocurrido. La decisión de expulsarles, en cualquier caso, queda en manos del Comité de Garantías de Vox, que deberá valorar la situación y decidir en última instancia si les echa del partido.
El precedente de Murcia
En la anterior legislatura, Vox afrontó una grave crisis en Murcia, donde tres de los cuatro diputados del partido se declararon díscolos y fueron expulsados del partido. Después de la moción de censura en Murcia, una de ellos fue integrada en el Gobierno del PP, junto a los rebeldes de Cs que se negaron a apoyar la moción.
La dirección nacional de Vox achacó lo ocurrido a su falta de experiencia y escasa trayectoria política, dado que tuvieron que configurar las listas de forma apresurada para concurrir a los comicios, en plena expansión del partido. Lo ocurrido les arrebató toda capacidad de influencia y despertó profundos recelos entre Abascal y López Miras, que siguieron en la presente legislatura cuando se negoció la formación de Gobierno.