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Así premia la Justicia a las mujeres que separan a padres e hijos con denuncias falsas: "Me siento estafado"

Después de 4 años sin verse, la juez da la custodia a la madre -a pesar de archivar todas las denuncias de maltrato y abuso-, alegando desarraigo.

Después de 4 años sin verse, la juez da la custodia a la madre -a pesar de archivar todas las denuncias de maltrato y abuso-, alegando desarraigo.
Juan, víctima de denuncias falsas. | David Alonso Rincón

La historia de Juan es simple y llanamente desgarradora, pero, después de cuatro años separado de sus hijos por culpa de múltiples denuncias falsas, lo que probablemente más rabia le da a este Policía Nacional es que hasta el último minuto ha confiado en un sistema que, hoy sí, puede decir que le ha defraudado. "Me siento estafado por la Justicia", reconoce tratando de contener las lágrimas, mientras nos muestra la sentencia que le da la custodia de los niños a su exmujer; no porque lo merezca, sino porque para los menores, alega la juez, ya no sería fácil volver a vivir con su padre después de tanto tiempo sin verle y sin mantener contacto alguno con él.

Da igual que, tal y como reconoce el fallo, esa separación forzosa -ni siquiera ha podido hablar con ellos por teléfono en estos cuatro años- se deba a una "decisión unilateral de la madre"; ni que las demoledoras denuncias que ella interpuso contra él por supuesto maltrato e incluso por presuntos abusos sexuales a sus hijos se hayan demostrado falsas. "Al final se ha salido con la suya. Y, claro, yo entiendo perfectamente que si ahora vinieran a vivir conmigo podría ser otro trauma para ellos, claro que sí, pero el problema es que ese interés superior del menor al que apela la juez debería haber primado desde el principio", denuncia.

En junio de 2022, la Audiencia Provincial ya había ratificado el archivo de las denuncias que le impedían ver a sus hijos desde que tenían 6 y 3 años respectivamente. Denuncias demoledoras que, como ahora recordaremos, le destrozaron la vida y le llevaron incluso a plantearse el suicidio. Desde entonces, ha estado esperando a que la juez dictaminara quién tenía que ostentar la custodia de los pequeños. Lo que confiaba en que fuera algo rápido, ha tardado dos años más en resolverse. Dos años que le han ido separando cada día más de sus pequeños, con los que ni siquiera ha podido hablar desde entonces.

Quiso confiar en la Justicia, no hacer nada que pudiera volverse en su contra, y lo único que ha conseguido es que los equipos psicosociales hayan puesto todo tipo de trabas, retrasando al máximo posible la valoración que la juez necesitaba para dictar sentencia, lo que le ha dado a su exmujer la coartada perfecta para aferrarse a ese supuesto desarraigo. "Y lo peor es que a mí me conceden visitas en un Punto de Encuentro los fines de semana alternos, pero... ¿Alguien me garantiza que ella lo va a cumplir? ¿Y qué va a pasar si no los lleva? No le va a pasar nada", dice con la seguridad de quien, por su profesión, ve injusticias como la suya prácticamente a diario. "¿Y de verdad el interés superior de mis hijos es estar con una persona que le ha metido en la cabeza todas esas cosas contra mí?", se pregunta indignado.

Las desgarradoras denuncias falsas

Todo comenzó a raíz de que Juan le plantease el divorcio por desavenencias con su familia. Aunque luego la situación se normalizó -y así lo atestiguan las fotografías que nos muestra-, los problemas regresaron en cuanto viajaron a Galicia para ver a sus padres y a su hermano. Tras una nueva discusión, Juan decidió adelantar su vuelta a Madrid, confiando en que ella regresaría después con los niños. Al ver que eso no sucedía, optó por ir a buscarles él mismo, pero, cuando llegó, quien le estaba esperando era la Guardia Civil.

Su ya exmujer le había puesto una denuncia por un supuesto maltrato que decía llevar sufriendo seis años: patadas, empujones y todo tipo de amenazas hacia ella y hacia sus hijos, a los que incluso asegura que les daba "golpes con la cabeza contra la mesa", "les tocaba el culo de manera reiterada" e incluso "se masturbaba en el baño después de hacerlo". Es en este contexto cuando, según llega a decir, al reprenderle por tal actitud, Juan le habría respondido: "O te callas o le violo delante de ti y tú miras". A ello se suman acusaciones de consumo y tráfico de drogas, de proxenetismo, de intentar envenenarles a ella y a los niños, de intentar asesinar a su hermano y a su propia familia, de tenerla vigilada con cámaras y micrófonos e, incluso, de pagar cinco euros a un compañero de clase de su hijo mayor para que le pegara.

La Justicia terminó archivando todo

Todas las acusaciones fueron desmontadas. "Se exploró al hijo de las partes, Rodrigo, no resultando de la misma indicios de que hubiera sido testigo de agresión alguna ni víctima de malos tratos o abusos sexuales por parte de su padre. Se ha procedido a oír a todos y cada uno de los testigos que la denunciante mencionó en sus declaraciones y denuncias, no aportando ninguno de ellos ningún dato relevante para el esclarecimiento de los hechos, avalando incluso alguno de ellos la tesis del investigado", concluye el auto del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 9 de Madrid, que hace hincapié, además, en las "versiones contradictorias" que ofrece su exmujer. Sus argumentos fueron avalados punto por punto por el fiscal del caso y ratificados por la Audiencia Provincial, que en junio de 2022 dictó el archivo definitivo.

Capítulo aparte merecen los testimonios de amigos de su mujer, vecinos, profesores de los pequeños y, sobre todo, el del propio menor, en el que la Audiencia puso el acento. 38 minutos de entrevista, en la que el pequeño fue sometido a todo tipo de preguntas y "no relató ningún episodio, ni contextualizó acción alguna coincidente con ninguna de las recogidas en las actuaciones". Es más, "no recordaba ni siquiera la última vez que su padre le habría pegado" y "tampoco corroboró las agresiones hacia su madre". "¿Te pedía que le tocaras el rabito?", le preguntó también la psicóloga en reiteradas ocasiones. El auto de sobreseimiento es claro al respecto: "Tampoco relató el menor ningún episodio o actitud que pudiera relacionarse con un presunto delito de abuso sexual imputable al denunciado, llegando incluso a decir que nunca estuvo desnudo con su padre".

El apoyo de sus vecinos

Los vecinos de la entonces pareja, con los que pudo hablar este periódico en su día, corroboran la magnífica relación que Juan tenía con los pequeños, ya que él era el que se solía encargar de ellos mientras su mujer trabajaba por las tardes. "Nos quedamos alucinados cuando nos enteramos de la denuncia. Era una familia súper feliz. Vivimos en el mismo piso, puerta con puerta prácticamente, y jamás escuchamos gritos, ni vimos malos gestos, ni nada. Todo lo contrario", aseguraba una joven.

Lo mismo relataba otra vecina. "Por Dios, ¿cómo nos íbamos a imaginar eso? Si era un matrimonio fantástico… Los niños venían a jugar a casa, ellos nos invitaban a pasar a la suya, y jamás vimos nada raro. Muchas veces entraban en verano en calzoncillos y jamás les hemos visto un solo golpe. Sus cuerpecitos estaban perfectamente y ellos siempre felices, sonriendo".

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Los vecinos corroboran la magnífica relación de Juan con sus hijos

La sentencia

Con todo, y después del infierno que su exmujer le ha hecho pasar a él, pero también a sus propios hijos, Juan confiaba en que la Justicia le concediera su custodia. Para su desgracia, el desarraigo que su mujer buscaba alargando esta batalla en los tribunales ha surtido efecto. "Los menores no ven al padre desde hace cuatro años, al haberse trasladado la madre con los niños a Galicia, tras interponer una denuncia en este juzgado contra el padre (denuncia que posteriormente fue archivada), no habiéndose producido ni siquiera una comunicación telefónica entre padre e hijos, por decisión unilateral de la madre, resultando pues imposible establecer en este momento una custodia paterna, pues el vínculo paterno filial se encuentra seriamente dañado, debiendo en todo caso prevalecer el interés de los menores", concluye la juez que, sin embargo, parece finalmente culpar por igual a ambas partes.

Así, se justifica asegurando que su resolución no trata de premiar una conducta u otra, "sino de proteger a unos niños que, como describe el informe psicosocial, se han visto gravemente afectados por la ruptura sentimental que sus padres no han sabido gestionar de forma adecuada". Para Juan, sin embargo, la injusticia es más que evidente: "La que se ha ido con los niños es ella, la que me ha denunciado por cosas terribles que no he hecho es ella, la que no me ha dejado nunca tener el más mínimo contacto con mis hijos es ella… ¡Yo solo he intentado hacer las cosas bien! ¿Qué se supone que tenía que haber hecho yo? -se pregunta con la voz entrecortada-. Yo he confiado en la Justicia y hoy lo que me siento es estafado y humillado por ella".

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