
Tras la polémica suscitada por dejarle solo hasta el último día durante su viaje a las repúblicas bálticas, el Gobierno ha decidido ahora que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, acompañe este lunes al Rey Felipe VI a la toma de posesión del presidente de Panamá, José Raúl Mulino. Lo sucedido la semana pasada no es un caso aislado, ya que en los últimos meses el monarca ha tenido que asistir sin la presencia de ningún ministro a las juras de otros presidentes: el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele.
Durante su visita a Panamá, Felipe VI se reunirá con los presidentes saliente y entrante, tiene previsto mantener numerosos encuentros bilaterales en los que, esta vez sí, estará acompañado por Albares, y aprovechará para saludar a una representación de la comunidad española residente en el país. El objetivo, según reconocen desde Exteriores, es trasmitir al presidente electo -perteneciente al partido conservador 'Realizando Metas'- la disposición de España a seguir estrechando lazos bilaterales entre ambos países, que comparten espacio común en la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Los reiterados incumplimientos de la Constitución
Precisamente porque esa es la dinámica de todos los viajes oficiales, y porque en todos estos encuentros el monarca intercambia todo tipo de pareceres con sus interlocutores, la presencia del Ejecutivo se hace absolutamente imprescindible, como establece nuestra propia Constitución. "Los actos del Rey serán refrendados por el presidente del Gobierno y, en su caso, por los ministros competentes", reza el artículo 64.
Sin embargo, Pedro Sánchez ha venido ignorando reiteradamente lo dispuesto en nuestra Carta Magna. En diciembre de 2023, el Rey acudió a la toma de posesión del presidente de Argentina, Javier Milei, sin la compañía de ningún miembro del Consejo de Ministros. En su lugar, Moncloa -qu tampoco le felicitó por su victoria- envió al secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo, actual embajador de España en Portugal.
Lo mismo sucedió en la toma de posesión del presidente de El Salvador Nayib Bukele, el pasado 1 de junio. Ni el presidente ni ningún ministro acompañaron al monarca que esta vz se tuvo que conformar con la presencia de otra secretaria de Estado, en este caso, Susana Sumelzo.
Más grave aún fue lo sucedido la semana pasada durante la gira por los países bálticos en la que el Rey visitó a las tropas españolas desplegadas y pasó buena parte del viaje sin ninguna representación del Gobierno. En Moncloa se escudaron alegando que inicialmente estaba previsto que acudiese el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, que tiene rango de secretario de Estado, pero a última hora sufrió una indisposición y no pudo viajar. No obstante, su presencia tampoco vendría a cumplir lo establecido literalmente en la Constitución. Finalmente, y tras el revuelo suscitado, la ministra de Defensa, Margarita Robles, se incorporó el último día del viaje.
El desprecio en su décimo aniversario
Estos constantes desprecios tampoco pueden desligarse del alejamiento de la corona protagonizado por el Gobierno de un Pedro Sánchez que depende de sus socios republicanos para seguir en La Moncloa. Sin ir más lejos, en el reciente décimo aniversario de la coronación de Felipe VI, ni el Ejecutivo ni la presidenta del Congreso y tercera autoridad del Estado, la socialista Francina Armengol, organizaron el más mínimo homenaje a su figura. Es más, la valoración de los distintos miembros del Gobierno fue sorprendentemente escueta y obligada por la insistencia de los periodistas.
"Muy buena", respondió simplemente Féliz Bolaños. "Correcto, ¿no?", preguntó el portavoz de los socialistas, Patxi López. Ante la sopresa que suscitó que esas fueran las únicas palabras en un día tan importante, el Gobierno decidió anunciar una comparecencia por parte de la vicepresidenta Teresa Ribera que, sin embargo, apenas duró 30 segundos. La ministra se limitó a asegurar que su labor no era otra que "consolidar un estado democrático y constitucional" que, según defendió, es el "empeño de este gobierno".
Preguntada por cuál había sido su mayor acierto, no se atrevió a hablar de su aplaudido discurso tras el golpe del 1-O, sino que optó por destacar el cumplimiento de su mandato constitucional al proclamar primero a Feijóo como candidato a la investidura tras las elecciones del pasado 23 de julio y, tras su fracaso, a Pedro Sánchez.

