
Sí, es cierto que las encuestas fallaron en las elecciones generales de julio del 23 y, aunque en los números concretos el error no fue tan clamoroso, sí lo fue en el reparto de poder resultante y, desde entonces, la confianza en las encuestas es mejorable, por decirlo de una forma suave.
Así, a pesar de que a día de hoy todos los sondeos pronostican un triunfo muy amplio de la derecha que alejaría a Sánchez del poder, muchos recuerdan lo ocurrido en 2023 para poner en entredicho la posibilidad real de ese cambio.
Sin embargo, hay una serie de datos en los que coinciden casi todos los sondeos y que hacen pensar que la situación no es comparable a la de julio del 2023, sino que realmente lo que señalan las encuestas es un tiempo político completamente diferente, un cambio más profundo que se puede ver en algunos aspectos concretos. Vamos a verlos.
La caída del PSOE… y del resto de la izquierda
Pese a que no podemos dejar de sorprendernos con la resistencia que tiene el voto del PSOE después de los desmanes de Pedro Sánchez y, sobre todo, con sus giros de 180 grados en aspectos tan capitales como la amnistía a los golpistas, la mayor parte de los sondeos sitúan a los socialistas por debajo del 28% de intención de voto.
Esto supone que Sánchez habría perdido más de cuatro puntos respecto a su resultado en las elecciones, es decir, cerca de un millón de votos. Quizá no sea lo que se merece, es más: no lo es, pero no es una tontería en un país en el que cuesta mucho que se muevan los votos y en una situación de polarización extrema. Además, buena parte de esta caída no ha tenido lugar sino hasta hace menos de un año, lo que la hace algo más pronunciada.
Un segundo dato relevante es que el PP, por su parte, está según la mayoría de los sondeos entre el 34% y el 35% de voto. No es una subida muy fuerte respecto a lo que tuvo en las elecciones –poco más de un punto– pero hay que tener en cuenta que en los últimos meses y sobre todo pero no sólo a raíz de la DANA, ha caído algo.
Quizá lo más importante sea que en mientras el PP mejora sus expectativas respecto a julio del 23, Vox también lo hace. Es más: buena parte de lo que han subido los de Abascal en los últimos meses no ha sido, al menos aparentemente, costa de los populares, pues la suma de ambos partidos ha venido creciendo a pesar del descenso de los de Feijóo.
Y además, los de Abascal se sitúan ya en porcentajes de voto –por encima del 14% según todos los sondeos– en los que la rentabilidad en escaños es muy elevada: baste recordar que su mejor resultado hasta la fecha, los 52 diputados de noviembre del 19, lo logró con un 15% del voto.
Mientras, en el lado opuesto del espectro político se ha producido un fenómeno de singular importancia: los partidos a la izquierda del PSOE no sólo no se han beneficiado de la caída de los socialistas, sino que a su vez han perdido también un importante caudal de votos. Y no nos referimos a la comparación del Sumar de julio del 23 con el actual, es que incluso si tenemos en cuenta tanto los votos de los de Yolanda Díaz como los de Podemos, el conjunto es sustancialmente inferior, al menos dos puntos, a los que lograron en una única lista en 2023.
Además, aunque nada es imposible para la extrema izquierda con tal de mantener cuotas de poder, la reconstrucción de un único espacio en el que estuviesen ambas formaciones se antoja casi imposible y, si por el contrario se presentan en dos listas separadas como todo parece indicar ahora, el descalabro en votos será una broma comparado con el descalabro en escaños.
La ventaja conjunta de la derecha
Todo esto nos lleva al que quizá sea el dato más significativo en el que coinciden todas las encuestas: la enorme diferencia que separa en estos momentos a la derecha y a la izquierda consideradas como bloques.
Y es que si sumamos la intención de voto de PP, Vox y Se Acabó la Fiesta –un partido que es difícil decir si es de derechas pero cuyo electorado sí lo es– supera el 50% en casi todos los sondeos. Mientras, la combinación de los resultados en los sondeos de PSOE, Sumar y Podemos no llega en ningún caso al 40%.
La diferencia es, por tanto, tremenda: más de diez puntos, más de doce en muchas encuestas. Y sí, es probable que el voto a SALF no se concrete en una cosecha de escaños, pero por eso mismo también lo es que, enfrentados a las urnas en unas elecciones generales, la mayor parte de los que se declaran ahora fieles de Alvise acaben votando a Vox o el PP.
PP y Vox: más de 190 escaños
Con estas coincidencias sobre la mesa, queda otra en la que en este momento también están de acuerdo casi todas las encuestas: la mayoría de PP y Vox para un hipotético acuerdo de investidura o gobierno supera los 190 escaños, quince más de los necesarios, e incluso llega a los 195 según algún sondeo.
¿Es esto inamovible y definitivo? Por supuesto que no, definitivos son sólo los votos en las urnas y más si tenemos en cuenta la capacidad de Sánchez para jugar sucio y manejar con mucha habilidad las sorpresas y las apuestas arriesgadas.
Sin embargo, considerados en conjunto todos estos datos sí pueden estar lanzando un mensaje de cambio político, de un cambio profundo como el que, por ejemplo, se ha dado a nivel autonómico en Andalucía, donde la derecha ya estaría rondando el 60% del voto.
La clave, no obstante, es no repetir el que probablemente fue el gran error de 2023: nadie puede relajarse y, al contrario, la movilización del voto de todos aquellos que quieren desalojar a Sánchez de Moncloa debe ser máxima.