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El factor Orriols y los alcaldes de Junts condicionan el órdago de Puigdemont

El prófugo está cada vez más cuestionado dentro de su partido por la aparente falta de resultados del apoyo a Pedro Sánchez.

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, durante una reunión con Illa. | EFE

Las malas perspectivas electorales y el bloqueo del traspaso de las competencias de inmigración han desatado un estado de nervios en Junts per Catalunya. A golpe de encuestas, la Aliança Catalana de Sílvia Orriols, empieza a erigirse en la hembra alfa del separatismo mientras la figura de Carles Puigdemont merma en peso, en prestigio y en legitimidad en el campo independentista. La amnistía no le alcanza y el paso de los meses ha relativizado su peso en la gobernabilidad de España. A Pedro Sánchez le da igual perder todas las votaciones en el Congreso. Gobierna al margen de los cauces democráticos habituales.

Arrinconado en Waterloo y cuestionado por el sector más pragmático del partido, el que encabezaba el exdirectivo bancario Jaume Giró hasta su reciente dimisión, Puigdemont intenta recuperar el control y un cierto protagonismo, trata de reaccionar ante la amenazante sombra de Sílvia Orriols, uno de esos fenómenos diferentes que en ocasiones alumbra la política en Cataluña. Junts es una organización dependiente de los recursos que le aportan sus gobiernos municipales, algo así como los muebles herencia de Convergència, el partido que lo fue todo en Cataluña y volverá a la palestra este próximo mes de noviembre con el juicio a los Pujol en la Audiencia Nacional.

Puigdemont ha lanzado un órdago, pero parece que el mus le viene grande a tenor de la respuesta de Pedro Sánchez, ese conejo de chistera del acuerdo con el canciller Merz. Tal acuerdo vendría a desmentir que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, maniobrara con sus correligionarios europeos para vetar la oficialidad del catalán en Europa, especie que difundieron los socialistas para justificar sus recurrentes fracasos ante Junts.

Una Cataluña muy diferente a la del 17

Pero la oficialidad del catalán en Europa es un frente menor en comparación con la cesión de las competencias en inmigración, ahí donde Sílvia Orriols engulle votos de todos los partidos, pero especialmente de Junts. La inseguridad, los allanamientos, la inmigración ilegal y el desbordamiento demográfico son el material que está provocando un terremoto en el independentismo catalán. Todo lo que antes tapaba el Procés ha quedado al descubierto y Cataluña se parece muy poco a la de aquellos años.

El último chiste del Procés

Arriadas las banderas esteladas, Junts se ha quedado sin discurso y trata a marchas forzadas de improvisar argumentarios sobre multirreincidencia, okupas, allanamientos y mezquitas salafistas. El golpe de efecto de aparecer por sorpresa en Barcelona el día de la investidura de Salvador Illa se ha convertido en una anécdota bufa de la política catalana, el último chiste del Procés.

La capacidad de maniobra de Puigdemont es tan relativa que Sánchez puede sobrevivir perfectamente sin sus siete votos, según la interpretación generalizada. Una retirada del apoyo podría desencadenar como mucho una mayor degeneración de la legislatura. Sólo la hipótesis de la moción de censura podría poner en peligro la Moncloa para Pedro Sánchez. Puigdemont es para el presidente del Gobierno un problema de menor envergadura en comparación con los expedientes de corrupción de su hermano, su esposa, su familia política, sus secretarios de organización y su fiscal general. Además, tiende a pensar que su interlocutor es más Trump que el olvidado prófugo que pasa las tardes jugando a la petanca en Waterloo mientras espera el reporte diario de Jordi Turull.

La "jugada maestra" del "cobro por anticipado" no ha salido bien. Han pasado dos años de legislatura y Puigdemont permanece fuera de juego mientras el PSC consolida su poder en Cataluña. El líder de Junts llegó a declarar en la campaña de las últimas elecciones generales que no le compraría un coche usado a Pedro Sánchez. Llegó a un acuerdo de investidura y ahora se siente estafado.

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