
Navidad y San Esteban son unas fechas tan señaladas que el independentismo no baja la guardia, sino todo lo contrario. En la marmotada separatista constan ritos como el homenaje a Francesc Macià en su tumba (murió el 25 de enero de 1933 a causa de una apendicitis) y el concierto de San Esteban del Orfeó Catalá en el Palau de la Música, uno de los grandes escenarios de la corrupción nacionalista, que termina con gritos a favor de la independencia y exhibición de banderas separatistas. La novedad de esta edición ha sido la aparición de unas cuantas banderas palestinas.
Oriol Junqueras trata de ser el gran protagonista de estos días de vacío informativo con las bravuconadas de rigor en contra de Felipe VI y su discurso navideño y las amenazas tanto a Pedro Sánchez como a Salvador Illa de reventar sus respectivos gobiernos si no se accede al traspaso integral del IRPF en 202. El líder republicano ha decidido cambiar de estrategia y hacer ruido. Sus prolongados silencios durante el curso político se han convertido en locuacidad durante estas fechas.
Junqueras ha señalado que para negociar unos Presupuestos Generales del Estado y unos presupuestos autonómicos "hará falta la recaudación del IRPF". En una entrevista en la agencia Efe, el líder republicano ha expuesto sus condiciones sin ambages y la del IRPF no es precisamente una novedad sobrevenida aprovechando los momentos de extrema debilidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Figura en el pacto por el que ERC apoyó la investidura de Salvador Illa, pero compromete a los dos gobiernos, al autonómico y al central.
Reformar tres leyes
Pero la cesión del IRPF es misión imposible sin el concurso de otras fuerzas políticas como Junts, que se resiste a facilitar ese triunfo a su gran rival en el campo del independentismo. Para que la Generalidad se haga cargo de la gestión y recaudación del IRPF no sólo se necesita una agencia tributaria catalana que no se prevé a pleno rendimiento hasta 2028 sino que es necesaria también una operación legislativa de enorme calado. Hay que reformar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, la que regula la financiación de las autonomías de régimen común y la ley de cesión de tributos. ERC ya ha presentado una proposición de ley al respecto, pero sus visos de prosperar son más bien escasos.
La cesión integral del IRPF forma parte del acuerdo para una "financiación singular" de Cataluña, un modelo similar al vasco y que fue la condición para la investidura de Illa. Al capítulo de la investidura de Sánchez obedece la condonación de más 17.000 millones de la deuda de la Generalidad con el Fondo de Liquidez Autonómica, otra cesión a ERC que no se ha materializado.
Pacto táctico
En Junts tampoco disimulan y ante la debilidad de Pedro Sánchez tratan de convencer a ERC de formar una alianza táctica para exprimir al máximo al Gobierno y encarecer la continuidad de la legislatura. Y mantienen el veto a las negociaciones con el Gobierno hasta que no haya avances concretos en asuntos como la amnistía de Puigdemont, la cesión de las competencias en inmigración y la oficialidad del catalán en la Unión Europea.
Illa, el poli bueno
Mientras tanto, Illa pronunció el tradicional discurso del president por Sant Esteve, centrado en la "fraternidad" y el "humanismo". Es decir, una enmienda al desalojo de los 400 inmigrantes subsaharianos de Badalona instado por el alcalde de la ciudad, el popular Xavier García Albiol, y ejecutado por los Mossos de la Generalidad tras la pertinente orden judicial.
Ante la imposibilidad de confrontar con ERC y Junts, Illa media en el conflicto en la localidad badalonesa. Por un lado, no le tiembla el pulso a la hora de ejecutar con los Mossos la orden del juzgado. Por otro, aprovecha para alertar sobre la extrema derecha, en la que no sólo incluye a Aliança Catalana y a Vox, sino que mete también al PP. Es un remedo del cuento del poli bueno y el poli malo.

