Derechos, deberes y autocomplacencia.
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Derechos, deberes y autocomplacencia.
Enviado por Casio el día 19 de Marzo de 2012 a las 20:49
La autocomplacencia que nos contamina hasta la médula, es quizás una reacción de una época en la que España fue saliendo sin prisa, pero sin pausa desde la miseria de la postguerra, hasta una situación digna y con mas claros que sombras.
La percepción ciudadana del como trascurrió ese período, es variable, pero los resultados también fueron patentes, pasándose de una sociedad agrícola sin muchos horizontes, a una sociedad de servicios e industrial, creadora de una amplia clase media, y de una ignorancia supina, a quizás un espejismo intelectual, donde demasiada gente, quizás no suficientemente dotada, accedió a la universidad, que a la cultura todos tenían derecho a acceder.
Lo que fue un salto demasiado violento, fue el del paso del sacrificio a una sociedad de la autosatisfacción, la de una sociedad de deberes, a una de derechos, la de una sociedad del ser a otra del tener, sin valorar el esfuerzo que eso comporta. Se comprende, aunque no sea muy aceptable, que tras un tiempo de encorsetadas vivencias, venga el desparramo de exigencias sin poder mantener mas término medio, que lo que las reglas de juego de una sociedad moderna exige, pero sin convencimiento, por eso se ven enemigos por todas partes.
Me acuerdo de un buen amigo mío, que me decía que como habiendo estudiado una carrera técnica superior, habiendo hecho milicias, habiendo cumplido todo lo que exigía para ocupar un puesto en la sociedad, él se encontraba en paro, cuando conocíamos cebollinos, que por haber optado por las florecientes nuevas políticas, vivían como obispos, de los que viven bien. Además de ayudarle en lo que pude, le largué cierto discurso, por que me veía con derecho, y le expliqué, que la autocomplacencia no era el mejor camino para enfrentarse a la nueva era, si no el sacrificio, la humildad, y el trabajo, virtudes que habíamos visto en nuestros padres, lo entendió, hasta que entendió él que para humildes los pobres, hizo unas oposiciones al estado, y ahora se jubila, que la autocomplacencia cuando llega, es difícil de quitársela de encima.
La percepción ciudadana del como trascurrió ese período, es variable, pero los resultados también fueron patentes, pasándose de una sociedad agrícola sin muchos horizontes, a una sociedad de servicios e industrial, creadora de una amplia clase media, y de una ignorancia supina, a quizás un espejismo intelectual, donde demasiada gente, quizás no suficientemente dotada, accedió a la universidad, que a la cultura todos tenían derecho a acceder.
Lo que fue un salto demasiado violento, fue el del paso del sacrificio a una sociedad de la autosatisfacción, la de una sociedad de deberes, a una de derechos, la de una sociedad del ser a otra del tener, sin valorar el esfuerzo que eso comporta. Se comprende, aunque no sea muy aceptable, que tras un tiempo de encorsetadas vivencias, venga el desparramo de exigencias sin poder mantener mas término medio, que lo que las reglas de juego de una sociedad moderna exige, pero sin convencimiento, por eso se ven enemigos por todas partes.
Me acuerdo de un buen amigo mío, que me decía que como habiendo estudiado una carrera técnica superior, habiendo hecho milicias, habiendo cumplido todo lo que exigía para ocupar un puesto en la sociedad, él se encontraba en paro, cuando conocíamos cebollinos, que por haber optado por las florecientes nuevas políticas, vivían como obispos, de los que viven bien. Además de ayudarle en lo que pude, le largué cierto discurso, por que me veía con derecho, y le expliqué, que la autocomplacencia no era el mejor camino para enfrentarse a la nueva era, si no el sacrificio, la humildad, y el trabajo, virtudes que habíamos visto en nuestros padres, lo entendió, hasta que entendió él que para humildes los pobres, hizo unas oposiciones al estado, y ahora se jubila, que la autocomplacencia cuando llega, es difícil de quitársela de encima.