El doctor "horroris causa" ya ha sido metido en la peor de las Calderas del INFIERNO. ¿Saben cuál es? Un saludo.
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El doctor "horroris causa" ya ha sido metido en la peor de las Calderas del INFIERNO. ¿Saben cuál es? Un saludo.
Enviado por nicodemo el día 19 de Septiembre de 2012 a las 16:25
Aquella a cuyas puertas hay una inscrpción que dice:
Enviado por asurbani el día 19 de Septiembre de 2012 a las 18:23
"Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada: la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”
Un saludo
Un saludo
este Dante era un cachondo. a lo mejor era tambien tomante...slds
Enviado por Soyfierr el día 19 de Septiembre de 2012 a las 19:06
Y por si algún alma atormentada quiere hacerse una idea conpleta del panorama que le espra (siempre según Dante) pongo el poema completo:
Enviado por asurbani el día 19 de Septiembre de 2012 a las 20:17
Las Puertas del Infierno --Dante Alighieri--
"POR MÍ SE VA HASTA LA CIUDAD DOLIENTE,
POR MÍ SE VA AL ETERNO SUFRIMIENTO,
POR MÍ SE VA A LA GENTE CONDENADA
LA JUSTICIA MOVIÓ A MI ALTO ARQUITECTO,
HÍZOME LA DIVINA POTESTAD,
EL SABER SUMO Y EL AMOR PRIMERO
ANTES DE MÍ NO FUE COSA CREADA,
SINO LO ETERNO Y DURO ETERNAMENTE,
DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA ESPERANZA".
Estas palabras de color oscuro
vi escritas en lo alto de una puerta;
y yo: «Maestro, es grave su sentido.»
Y, cual persona cauta, él me repuso:
«Debes aquí dejar todo recelo;
debes dar muerte aquí a tu cobardía.
Hemos llegado al sitio que te he dicho
en que verás las gentes doloridas,
que perdieron el bien del intelecto.»
Luego tomó mi mano con la suya
con gesto alegre, que me confortó,
y en las cosas secretas me introdujo.
Allí suspiros, llantos y altos ayes
resonaban al aiire sin estrellas,
y yo me eché a llorar al escucharlo.
Diversas lenguas, hórridas blasfemias,
palabras de dolor, acentos de ira,
roncos gritos al son de manotazos,
un tumulto formaban, el cual gira
siempre en el aiire eternamente oscuro,
como arena al soplar el torbellino.
Con el terror ciñendo mi cabeza
dije: «Maestro, qué es lo que yo escucho,
y quién son éstos que el dolor abate?»
Y él me repuso: «Esta mísera suerte
tienen las tristes almas de esas gentes
que vivieron sin gloria y sin infamia.
Están mezcladas con el coro infame
de ángeles que no se rebelaron,
no por lealtad a Dios, sino a ellos mismos.
Los echa el cielo, porque menos bello
no sea, y el infierno los rechaza,
pues podrían dar gloria a los caídos.»
Y yo: «Maestro, ¿qué les pesa tanto
y provoca lamentos tan amargos?»
Respondió: «Brevemente he de decirlo.
No tienen éstos de muerte esperanza,
y su vida obcecada es tan rastrera,
que envidiosos están de cualquier suerte.
Ya no tiene memoria el mundo de ellos,
compasión y justicia les desdeña;
de ellos no hablemos, sino mira y pasa.»
Y entonces pude ver un estandarte,
que corría girando tan ligero,
que parecía indigno de reposo.
Y venía detrás tan larga fila
de gente, que creído nunca hubiera
que hubiese a tantos la muerte deshecho.
Y tras haber reconocido a alguno,
vi y conocí la sombra del que hizo
por cobardía aquella gran renuncia.
Al punto comprendí, y estuve cierto,
que ésta era la secta de los reos
a Dios y a sus contrarios displacientes.
Los desgraciados, que nunca vivieron,
iban desnudos y azuzados siempre
de moscones y avispas que allí había.
Éstos de sangre el rostro les bañaban,
que, mezclada con llanto, repugnantes
gusanos a sus pies la recogían.
Y luego que a mirar me puse a otros,
vi gentes en la orilla de un gran río
y yo dije: «Maestro, te suplico
que me digas quién son, y qué designio
les hace tan ansiosos de cruzar
como discierno entre la luz escasa.»
Y él repuso: «La cosa he de contarte
cuando hayamos parado nuestros pasos
en la triste ribera de Aqueronte.»
Con los ojos ya bajos de vergüenza,
temiendo molestarle con preguntas
dejé de hablar hasta llegar al río.
Y he aquí que viene en bote hacia nosotros
un viejo cano de cabello antiguo,
gritando: «¡Ay de vosotras, almas pravas!
No esperéis nunca contemplar el cielo;
vengo a llevaros hasta la otra orilla,
a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego.
idea completa,no conpleta. s/t
Enviado por asurbani el día 19 de Septiembre de 2012 a las 20:23
Son las de Pedro Botero...+
Enviado por Azteca el día 19 de Septiembre de 2012 a las 18:45
A sus puertas, Carrillo, le preguntaba:
Alma Mía, ¿Donde iré?
Al corral de las botargas,
A comer hierbas amargas
y membrillos amarillos
allí te están esperando
afilándose las garras...
Todos y cada uno de tu comité comunista...
...para que nunca descanses en paz...
Esto va por mi abuelo, asesinado en una de las
checas donde él decidía indiscriminadamente sobre
la vida de los demás...
Alma Mía, ¿Donde iré?
Al corral de las botargas,
A comer hierbas amargas
y membrillos amarillos
allí te están esperando
afilándose las garras...
Todos y cada uno de tu comité comunista...
...para que nunca descanses en paz...
Esto va por mi abuelo, asesinado en una de las
checas donde él decidía indiscriminadamente sobre
la vida de los demás...
Sin duda alguna, lo han metido de cabeza en la Caldera de la MIERDA. Por Genocida. Un saludo.
Enviado por nicodemo el día 19 de Septiembre de 2012 a las 22:59