Se ha aprobado una prórroga presupuestaria que financiará el gobierno de Donald Trump hasta el 30 de septiembre de este año. Esta medida constituye, en esencia, una estrategia para ganar tiempo. En Estados Unidos, la aprobación de un presupuesto es un proceso complejo, ya que existen diversas leyes que establecen múltiples formas de financiar al gobierno. Si todas estas opciones expiran, se desencadena lo que se conoce como un "cierre del gobierno" o shutdown.
Este tipo de cierre ha ocurrido en varias ocasiones en los últimos años, y sus consecuencias son muy visibles: la mayoría de los funcionarios deben abandonar el trabajo, programas federales quedan suspendidos y ministerios enteros cierran por completo, sin actividad alguna. Esto se debe a que solo se mantienen operativas las actividades consideradas esenciales y los pagos obligatorios, como pensiones o seguros sanitarios públicos. Este sábado hubiera tenido lugar este escenario de no haberse evitado el día anterior gracias a una de las herramientas disponibles en Estados Unidos para financiar al gobierno: las prórrogas presupuestarias.
Estas prórrogas son leyes que extienden el presupuesto vigente por algunos meses, con ajustes mínimos en ciertas partidas —algunas incrementadas, otras reducidas—, pero que, en general, mantienen el mismo esquema presupuestario anterior. Sin embargo, los republicanos enfrentaban un obstáculo: para que esta ley fuera aprobada, necesitaba el respaldo del Senado, donde no basta con una mayoría simple. En el Senado estadounidense, se requiere una mayoría de tres quintos, es decir, 60 votos, para permitir la votación de una ley, en la que se aprueba por mayoría. Con una mayoría de 53 senadores republicanos frente a 47 demócratas tras las últimas elecciones, estaban lejos de alcanzar ese umbral.
La situación se resolvió gracias a un giro político. Los demócratas, que durante semanas han criticado duramente a Trump y a Elon Musk por el despido de funcionarios, el cierre de agencias y propuestas de eliminar ministerios enteros, consideraron que provocar un shutdown en este momento sería contraproducente para su imagen. Así, el jueves por la noche, el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, anunció que votaría a favor de permitir la votación de la prórroga, aunque luego se opusiera a ella. Esta decisión dio cobertura política a otros senadores demócratas centristas, quienes se sumaron a la iniciativa, permitiendo que la ley se votara y, finalmente, se aprobara con dos votos demócratas a favor y uno republicano en contra.
Este desenlace representa un triunfo significativo no solo para Trump, sino también para Mike Johnson, el speaker de la Cámara de Representantes y líder republicano en esa cámara. Johnson logró que la prórroga fuera aprobada con la pérdida de tan solo un voto republicano, un desafío considerable dado que dentro del Partido Republicano hay congresistas que tienden a actuar de manera independiente y no siempre siguen las directrices de sus líderes. Los métodos que Johnson empleó para persuadir a su partido son un misterio, y como dice el refrán estadounidense sobre las leyes: "son como las salchichas, está bien que se hagan, pero es mejor no saber cómo".
Las leyes de reconciliación
Esta prórroga otorga a los republicanos un respiro para explorar otra vía de financiación gubernamental: las llamadas reconciliation bills o leyes de reconciliación. Estas leyes, que buscan armonizar las propuestas de la Cámara y el Senado en una sola normativa, tienen la ventaja de poder aprobarse en el Senado por mayoría simple (51 votos), sin necesidad de apoyo demócrata. Sin embargo, requieren un alineamiento casi total entre los republicanos de ambas cámaras, con muy pocos votos en contra permitidos. Desde antes incluso de la investidura, los republicanos dudan sobre si se optará por una única ley que englobe todas las prioridades o por dividir el proceso en dos: una primera ley con medidas urgentes y consensuadas —como el aumento del gasto en la frontera sur o en defensa— y una segunda con recortes fiscales y reducción de gastos que podría contar con menos apoyos.
La primera opción podría aprobarse rápidamente debido al amplio acuerdo existente, pero la segunda corre el riesgo de no prosperar si no hay consenso total. Por ello, es probable que, con el plazo extendido hasta el 30 de septiembre, los republicanos intenten consolidar todo en una sola ley. Así, aunque algunos senadores y congresistas discrepen con partes del paquete, la inclusión de medidas populares podría llevarlos a votar a favor a regañadientes. De lograrse, esto permitiría a Trump contar con sus primeros presupuestos reales.