Lo que ha hecho la Unión es darle a Maduro un plazo de ocho días y ese plazo, en momentos cruciales como estos, transforma al supuesto ultimátum en un regalo.
Junto con su semejante Zapatero, Sánchez no se conforma con ser una maldición para España, también quiere serlo para la democracia venezolana. Cuánta infamia.