La invasión de Ucrania se ha convertido en una pesadilla para Rusia. El plan inicial de tomar los puntos neurálgicos del país en cuestión de días, incluida Kiev, fracasaron rápidamente y la situación llegó a ser tan complicada para el Kremlin que a finales de marzo cambió su estrategia, modificó su despliegue sobre el campo de batalla y se dedicó a la conquista del Donbás y a mantener los territorios del sur que consiguió en las primeras semanas de ofensiva.
El desarrollo del conflicto ha mostrado al Ejército ruso como un gigante con pies de barro, con importantes fallos de logística, mala planificación estratégica sobre el terreno y mucho menos modernizado y preparado que lo que la propaganda rusa se había encargado de hacer creer en la última década. Sólo la amenaza nuclear sigue haciendo tan temible al que es el segundo mayor ejército del mundo como lo era antes de la ofensiva sobre Ucrania.
Ahora mismo, con los combates en las provincias de Donetsk y Lugansk casi enquistados, y con el impulso que parecen estar provocando para los ucranianos la llegada en las últimas semanas del primer material pesado de sus socios occidentales, especialmente de los Himars, sistemas lanzamisiles móviles de fabricación estadounidense, que las defensas rusas no están siendo capaces de frenar, la situación parece estar complicándose aún más.
#Ukraine:A Russian Su-34 strike aircraft was shot down, likely in the vicinity of Alchevsk, #Luhansk Oblast.
According to preliminary information, it was likely to be a case of friendly fire. pic.twitter.com/4DIzPE8Y5N
— 🇺🇦 Ukraine Weapons Tracker (@UAWeapons) July 18, 2022
En este escenario, Rusia ha sido víctimas de su propio nerviosismo y descoordinación. Hasta el punto de que las defensas antiaéreas que tiene desplegadas en la región de Lugansk, atacaron y derribaron hace unos días a uno de sus propios Su-34M, uno de sus cazas de combate más modernos y escasos, al confundirlo con una posible aeronave de la Fuerza Aérea ucraniana que trataba de atacar sus posiciones. El hecho tuvo lugar en la localidad de Alchevsk.
El Su-34 es un caza de cuarta generación avanzada (4,5 ó 4++), equivalente a lo que en Europa Occidental representarían los Eurofighter Typhoon o los Dassault Rafale, de los que la Fuerza Aeroespacial rusa tiene unas 100 unidades. La última variante modernizada de este caza, la 34-M, es muy reciente y, según la revista holandesa especializada Scramble, Rusia encargó en 2020 un total de 76 unidades a fábrica, que le deben ser entregadas entre 2021 y 2027.
Las primeras cuatro unidades -con mejoras en aviónica, radar, comunicaciones, guerra electrónica y sistemas de armas- fueron entregadas en diciembre del año pasado. En junio, la agencia pública rusa TASS informó de que se habían recibido otras seis unidades. De este modo, cuentan con únicamente 10 unidades del Su-34M. Tras este derribo por fuego amigo tendrán que quitar de la lista la unidad RF-95890 perdida en Alchevsk.
El Ejército ucraniano no han dudado en ironizar en sus redes sociales sobre este derribo por fuego amigo ruso: "La Fuerza Aérea Rusa tiene un solo Su-34, cuyo número de RF termina en 90 -es RF-95890, y es una placa con el prefijo M- con mejoras en aviónica, radar, comunicaciones, EW y armamento. En base a esto, es posible concluir que la Federación Rusa perdió el 10% de su Su-34M, de los cuales solo hay 10 unidades".