A todo eso habría que descontarle lo que el trabajador produce para la empresa, que a veces produce gracias solo al trabajador (pongamos el típico bar que se llena porque hay caras bonitas detrás de la barra, de modo que casi el cien por cien de las ganancias se debe a la valía del empleado); esto es, en ocasiones el empresario le debería incluso dinero al empleado. Lo que pasa es que el empresario aspira a tener ganancias como para comprarse mansiones en Beverly Hills y yates como el de Obramovich. Y claro, así cualquier empleado sale caro.
Menuda patochada de artículo.
Muy buen artículo. Es la realidad.

Ni explicado con manzanitas quedaría más claro. Espléndido.