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Conejos, jabalís y corzos descontrolados ya provocan pérdidas en más de 1 millón de hectáreas

La asociación agraria COAG estima que la fauna salvaje está generando pérdidas de hasta el 90% en algunos cultivos.

La asociación agraria COAG estima que la fauna salvaje está generando pérdidas de hasta el 90% en algunos cultivos.
Jabalí y jabatos. | Pixabay/CC/Mikewildadventure

Poblaciones descontroladas de jabalíes, conejos, corzos, topillos y todo tipo de fauna silvestre entran en los cultivos y arrasan con todo. Es la triste realidad que viven los agricultores de numerosas partes de España, hartos de soportar las graves pérdidas que estos animales están provocando en las explotaciones agrarias de todo el país con más de un millón de hectáreas afectadas, según los cálculos de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).

Tras superar los años de sequía, se ha registrado un crecimiento exponencial de esta población, especialmente en zonas de cultivo donde se concentran por la abundancia de alimento. "Ya no sólo se comen las cosechas: excavan sus madrigueras dentro de las parcelas, provocando el hundimiento del terreno y dificultando el paso de maquinaria agrícola", ha subrayado el responsable de Fauna Salvaje de COAG, Javier Fatás.

Según estimaciones de la asociación agraria, más de 1 millón de hectáreas están afectadas y se están registrando pérdidas de hasta el 90% en algunos cultivos. Uno de los más voraces es el conejo y se calcula que 800.000 hectáreas están actualmente afectadas por sus daños, lo que "pone en evidencia la magnitud del problema".

Pero los conejos no son los únicos responsables de los daños en el campo. "La cabra hispánica está generando también serios problemas, agravados por brotes de sarna, una señal clara de sobrepoblación. A esto se suman otras especies como el jabalí, ciervos, corzos y roedores (ratas y topillos)", señala COAG.

Las aves también contribuyen "significativamente" a las pérdidas agrícolas. Perdices, tórtolas y palomas están provocando "daños notables" en los campos recién sembrados y "obliga a los agricultores a cubrir los cultivos con mantas protectoras para evitar pérdidas que pueden alcanzar hasta el 40%".

Refugio para las plagas

COAG denuncia que estos animales se resguardan en infraestructuras como autopistas, vías férreas y plantas solares. Por ello, exige a las empresas titulares que asuman su responsabilidad y desarrollen planes para controlar las poblaciones. También piden "normativas específicas de vallado en infraestructuras como parques fotovoltaicos o eólicos que, actualmente, ofrecen refugio y dificultan la gestión poblacional".

Entre otras medidas, COAG también pide priorizar "una gestión integral de plagas mediante métodos rápidos como trampas controladas, uso autorizado de biocidas (fosfuro de aluminio, CO₂) y la formación específica de agricultores para su aplicación segura". Por otra parte, desaconseja la reintroducción del lince en áreas de emergencia cinegética "por su impacto sobre los depredadores"

Además, plantea la necesidad de "establecer una gestión uniforme aplicable en todo el territorio nacional, armonizando las leyes de caza entre comunidades autónomas para permitir el uso de técnicas homologadas como visores térmicos, supresores de sonido o calibres más económicos".

La importancia de la caza

En este sentido, desde el sector cinegético, el director de Fundación Artemisan, Luis Fernando Villanueva, entiende la preocupación de los profesionales del sector agrícola y resalta que la agricultura y la caza son actividades "no sólo compatibles, sino imprescindibles la una para la otra". También ha destacado la función medioambiental de la actividad cinegética para la "gestión de la conservación de los espacios naturales" y la gestión de las poblaciones de fauna salvaje: "En España se abaten más de 17,3 millones de piezas de caza menor y 700.000 de caza mayor".

"De los 30.000 accidentes de tráfico causados por especies cinegéticas y casi 9.000 siniestros agrícolas que existen, ¿qué ocurriría sin las capturas, de esas más de 19 millones de piezas de caza?", se pregunta Villanueva. "Por eso digo que la caza no es solo necesaria como una actividad de arraigo de la población rural y una actividad económica, sino también fundamental desde el punto de vista de la gestión de poblaciones en otros espacios".

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