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A Yolanda Díaz le gusta la fruta

Estas cosas son las que hay que escuchar cuando se coloca al frente de un ministerio a un comisario político que no sabe diferenciar un huevo de una castaña

Estas cosas son las que hay que escuchar cuando se coloca al frente de un ministerio a un comisario político que no sabe diferenciar un huevo de una castaña
Europa Press

Enhorabuena a los premiados; a los premiados del Gobierno de España, que han conseguido llegar al parón vacacional de agosto sin que la laguna de ‘chapapote’ en la que han convertido el panorama político nacional desde hace siete años los haya engullido como si fueran un inocente pescadito que asoma la cabeza en el mar sobrevolado por charranes, nunca mejor dicho.

No les ha sido fácil, porque es la primera vez en la historia en la que el trabajo principal de un ministro consiste en llegar vivo a mañana y procurar que se den las condiciones para que también lo haga el gobierno. Pero ya está. Ya lo han conseguido. Y se nota.

Se nota, por ejemplo, en el regocijo de ministros como Óscar Puente, que celebraba la consecución de la ansiada meta con una de las más divertidas, ridículas y sonrojantes exhibiciones de peloteo y ‘sobada de lomo’ que se le ha visto jamás a alguien con un puesto de tal responsabilidad. Su discurso acerca del peso político internacional de su ‘señorito’, Pedro I El Falso – Pedro Chapote, loando el hecho de que, según él, en su visita a la India fuera recibido en la calle por cientos de miles de personas, haría que a uno se le pusieran los pelos como alcayatas del 13, de no ser por el inevitable descojone que supone escucharlo.

Pero basta con prestar un poco de atención al ‘ocurrientómetro’ emanado del consejo de ministros para comprobar que el ‘agradable’ ministro de Transportes, eterno candidato al título de ‘Miss Simpatía’, no es una excepción sino más bien la norma entre quienes se sientan a la mesa de Pedro Chapote.

Yo diría, incluso, que la que se ha alzado con el celebratorio ‘bierrete’ de la máxima ‘gilipolluá’ no es otra que la ministra de Trabajo, doña Yolanda Díaz, aquella señora tan ocurrente que un día nos reveló que los ricos de este mundo se están construyendo cohetes espaciales para mudarse a Marte cuando lo vean más pertinente, que ahora ha considerado informativamente relevante relatarnos que el otro día estuvo en la frutería de su barrio y se gastó 30 euros en fruta.

Debe haberse quedado de pasta de boniato la señora ‘astronauta’, teniendo que rascarse el bolsillo para hacer aparecer 30 ‘napos’ de vellón para pagar sus plátanos, sus mandarinas o sus aguacates, siempre y cuando haya alguien que pueda concretar el esfuerzo necesario para creerse que esta ‘señore’ ha ido a comprar fruta por su propio pie.

Y dice, la tipa, que esto es una tragedia. Porque hay familias que no pueden gastarse 30 euros en fruta en este país. Claro, joven: incluso hay quien no puede gastarse ni un euro. Gracias por la aclaración. Y como insigne economista de Comisiones Obreras que es, como experta en mercados internacionales y macroeconomía, la hija del capo sindical Suso Díaz, que en paz descanse tras habernos dejado descansar a nosotros, propone como única solución posible que se suban los salarios.

Venga, vamos. Porque, según ella, la economía va estupenda, "como un cohete" que diría su querido presidente, a pesar de que las cifras económicas reveladas por organismos internacionales reflejan situaciones como la de que el empleo crece en este país gracias a que crece el empleo público y los contratos temporales que ahora tienen la misma categoría que los indefinidos que antes no computaban en ese listado; porque las empresas han sido castigadas con 16.000 millones de euros más en impuestos; porque la cifra de incremento del PIB en España en estos siete años de castigo sanchista equivale al incremento de la deuda; y porque, como explicaba el otro día Carlos Cuesta en La Noche de esRadio, en el entorno de la Unión Europea, somos líderes en pérdida de poder adquisitivo, en paro total, en paro femenino y en paro joven; segundos en pobreza infantil y en paro de larga duración; terceros en pobreza relativa total; y quintos en pobreza absoluta y en familias con hijos sin posibilidades de vacaciones.

Pero claro, estas cosas son las que hay que escuchar cuando se coloca al frente de un ministerio a un comisario político que no sabe diferenciar un huevo de una castaña, que ignora que ésta sí la puedes encontrar en una frutería, a diferencia del primero; y que tiene como único objetivo prometer mejoras, eternamente, al segmento poblacional capaz de comprar estas milongas cósmicas. Es evidente que lo único de lo que podemos estar seguros con esta ministra es de que, como diría Díaz Ayuso, a Yolanda Díaz ‘le gusta la fruta’. ¿Verdad?

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