
Bolivia se asoma peligrosamente al abismo. Tras años de socialismo, subsidios insostenibles y populismo monetario, el país atraviesa en 2025 una tormenta perfecta: inflación creciente, escasez crónica de dólares, racionamientos de combustible y una desconfianza galopante en el boliviano, la moneda nacional. Y, mientras las autoridades insisten en no devaluar, la dolarización —una idea que parecía marginal hace apenas unos años— vuelve a abrirse paso en el debate público.
Al calor de esta situación límite se ha dado un vuelco político muy notable en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el pasado 17 de agosto. El MAS de Evo Morales fue duramente penalizado por el electorado, con resultados por debajo del 10 %, mientras que Rodrigo Paz (candidato de centro-derecha) se situó en cabeza con alrededor del 32 % de los votos y el expresidente Jorge "Tuto" Quiroga (aspirante conservador) se situó cerca, con un 27 %. La segunda vuelta de octubre anticipa un cambio de rumbo histórico: por primera vez en dos décadas, el poder podría pasar a fuerzas alejadas del populismo bolivariano de Evo Morales y sus herederos.
Inflación en niveles críticos
Los últimos datos confirman un deterioro acelerado del poder adquisitivo. La inflación interanual escaló al 13 % en febrero de 2025, superando el 14 % el pasado mes de junio y escalando al 21 % en julio, de modo que se vienen marcando máximos sin precedentes en más de tres décadas.
Esta dinámica erosiona sobre todo a las familias más vulnerables, pues son los alimentos y los productos importados —fuertemente encarecidos por la falta de divisas— los que más suben de precio. Todo en un país devastado por décadas de socialismo.
No es un fenómeno nuevo. En los años 80, Bolivia sufrió una de las peores hiperinflaciones del planeta, con tasas anuales que alcanzaron el 24.000 %. La estabilización llegó tras el Decreto 21060 de 1985, que impuso disciplina fiscal y monetaria. Pero la memoria de aquella tragedia sigue viva, alimentando la desconfianza hacia la moneda local y favoreciendo el uso del dólar.
Una dolarización de facto que nunca desapareció
Incluso después de estabilizar su economía, Bolivia vivió durante décadas en un esquema bi-monetario. A finales de los 90, el 90 % de los depósitos bancarios estaban denominados en dólares, reflejo de una dolarización de facto. El socialismo bolivariano de Evo Morales, sostenida con ingresos extraordinarios procedentes de las exportaciones de gas y minerales, se vino abajo cuando el precio de las materias primas se redujo drásticamente a nivel mundial. Desde entonces, las reservas de dólares del país se han desplomado, cayendo de un pico de más de 15.000 millones a cifras de apenas 500 millones en la actualidad.
Hoy, el mercado negro marca un dólar hasta un 60 % más caro que la tasa oficial. Así, mientras el cambio oficial permanece en 6,96 bolivianos, en la calle se pagan hasta 11 unidades de la divisa nacional para hacerse con un ejemplar de la moneda estadounidense. La presión es cada vez más evidente.
Argumentos a favor de la dolarización
Frente a este panorama, economistas y voces liberales insisten: dolarizar sería la única vía para restaurar la confianza. La lógica es clara: si la población ya ahorra y opera en dólares, si el Banco Central carece de reservas y si la moneda nacional es rechazada, prolongar la ficción solo agrava la crisis.
La experiencia de Ecuador, que dolarizó en 2000 con una inflación del 91 % y reservas negativas, muestra que el cambio es posible sin colchones multimillonarios. El debate también ha ido a más en Argentina, donde Milei pretende facilitar la circulación de la divisa estadounidense.
Qué proponen los candidatos sobre el dólar
El debate sobre la dolarización se ha colado en la campaña presidencial, aunque ninguno de los candidatos la ha defendido abiertamente:
- Rodrigo Paz propone "premiar cada dólar que ingrese" al país con incentivos tributarios o financieros. Afirma que "Bolivia llora por dólares" y alerta de que la brecha cambiaria, con un paralelo que puede superar los 15 bolivianos, empuja al país a una crisis similar a la de los 80. Su planteamiento no es dolarizar formalmente, sino facilitar la entrada de divisas y dar certidumbre a los agentes económicos.
- Jorge "Tuto" Quiroga, por su parte, descarta la dolarización plena y defiende un tipo de cambio real, único y flexible, inspirado en el sistema del "Bolsín" histórico. Plantea un plan de rescate internacional, austeridad fiscal y reordenamiento del gasto, con el fin de estabilizar el dólar en una franja de entre 7 y 14 bolivianos y acabar con el déficit financiado por el Banco Central.
Ambos coinciden en que el modelo actual es insostenible y que Bolivia debe acabar con la manipulación del tipo de cambio, el déficit fiscal, etc. Sin embargo, ninguno aboga directamente por dolarizar.

